El musical se presenta en el teatro Blanquita los fines de semana
Viernes 22 de febrero de 2013, p. 9
Colorido y bailes abundan en la producción Qué rico mambo, pero no así la calidad interpretativa de los protagonistas, aunque el público sale satisfecho del esparcimiento.
El espectáculo, basado en un libreto de Carlos Pascual, rememora la época del mambo y de su mejor intérprete, Dámaso Pérez Prado, el apodado Cara é foca, del momento en que abandona el país, en tiempos del llamado Regente de Hierro, Ernesto P. Uruchurtu, por allá de los años 50 del siglo pasado días de intolerancia, en que el cubano, dicen, quiso, o de plano puso ritmo de mambo a una estrofa del Himno Nacional Mexicano, por lo que se ganó la expulsión del país.
La buena escenografía y el colorido vestuario, a veces mínimo, de Maribel Guardia, Lorena Herrera, Liz Vega y Mallinally se suman al toque festivo de la trama, que versa sobre el rapto de una infanta quien, de manera previsible, se volverá a encontrar con su madre, una veintena de años después de que se la arrebataron de los brazos.
Pero la trama pasa a segundo término, pues desde luego que el atractivo de Maribel, Liz, Lorena y Malli es lo que llama del espectáculo para ellos, y para ellas, Sergio Sendel, Pablo Montero, Fernando Allende y el caribeño Daniel Arenas. Las vedets se atreven a cantar mientras Montero y Allende hacen lo mismo, siendo el primero el que sale mejor librado del trance.
La música en vivo corre a cargo de uno de los tantos grupos que usufructúan el nombre de la Sonora Santanera y de una singular agrupación, Los Villanos de Freddy, jóvenes que se encargan, y bien, de la interpretación de los mambos.
La parte cómica pone a salvo la función con Alejandro Suárez y su dominio de las tablas, con Carlos Bonavides y Carlos Rico como complementos.
Las funciones en el Blanquita continuarán este domingo y el próximo fin de semana, con dos presentaciones a las 18 y 21 horas.