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A mediados de los años 30’s del pasado siglo, durante la “gran depresión”, los fotógrafos documentaron la pobreza del pueblo estadounidense y, en contraste, la omnipresencia de productos chatarra como los refrescos, cuya publicidad cubría todas las paredes. La foto de Dorothea Lange, en la portada del Suplemento, muestra cómo la clásica botella de Coca Cola se convierte en biberón. Ochenta años después, en el depauperado campo chiapaneco, las proliferantes botellas de Coca Cola y sus agresivos anuncios son ofensiva muestra de que en los cien años recientes las desvergonzadas trasnacionales de la comida basura no han dejado de lucrar con la pobreza.
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