El domingo 9 de diciembre la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) confirmó el hallazgo de los restos del avión en el que viajaba Jenni Rivera y su equipo de colaboradores en un municipio de Nuevo León. Dijo que no había sobrevivientes.

La SCT señaló que en la zona donde se impactó la nave, matrícula N345MC, los restos quedaron esparcidos en un área de aproximadamente 300 metros.

La licencia de conducir de la cantante y el pasaporte de uno de los pilotos, uno de 78 años, fueron algunas de las identificaciones que recuperaron las autoridades periciales y forenses.

El LearJet en el que viajaba, fabricado en 1969 –se desconoce si contaba con caja negra–, con permiso de seis meses para volar en México y que había sido ofrecido en venta a Rivera, cayó casi en picada y a más de mil kilómetros por hora, pocos minutos después de haber despegado del aeropuerto de Monterrey.

La aeronave se desplomó desde una altura de 28 mil pies, generando un impacto no controlado a una altitud de 9 mil pies sobre el nivel del mar; en picada. Alcanzó una velocidad mayor a los mil kilómetros por hora, superior a la del sonido, según la SCT.

Investigaciones

La investigación está a cargo de las autoridades mexicanas, por tratarse de un accidente que ocurrió en territorio nacional, pero por ser una aeronave con matrícula estadunidense se solicitó la colaboración de Estados Unidos.

A partir de una nota publicada en The Huffington Post, surgió la versión de que el desplome pudo ser producto de una explosión causada por un artefacto colocado en la nave, que pudo haber sido colocado por el grupo delictivo de Los Zetas, que trató de que Jenni participara en eas actividades, a lo cual se negó.

Por su parte, Juan Rivera, hermano de la cantante, desestimó que el accidente se tratara de un atentado. Mi hermana no tenía enemigos.

No obstante, la empresa propietaria del avión está bajo investigación de la agencia antinarcóticos estadunidense DEA.