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La presencia del monarca de la OMB causó revuelo en Palacio Nacional

Juan Manuel Márquez regaló los guantes del nocaut a Peña Nieto

Su ejemplo nos deja ver que sí se puede, dijo el Presidente

Instruyó encauzar las políticas públicas para tener más campeones

El mánager Ignacio Beristáin no asistió a la reunión

Foto
Emilio Chuayffet (derecha) observa el momento en que Dinamita Márquez autografía los guantes a Peña Nieto, en el Salón de la Tesorería de Palacio NacionalFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Sábado 15 de diciembre de 2012, p. a13

En el elegante Salón de la Tesorería del Palacio Nacional, el boxeador priísta –o al revés– Juan Manuel Márquez habla por segunda vez al micrófono este año ante Enrique Peña Nieto. Pero ahora ya no para refrendar su militancia, como hace seis meses, sino para regalarle los guantes del nocaut seco y directo, los del derechazo certero, vengativo y rotundo en el rostro de Manny Pacquiao.

Todavía con las huellas del combate visibles en la nariz y el ojo izquierdo, el peleador es observado, escrutado diríase, no sólo por un sonriente y emocionado Enrique Peña, sino por las decenas de periodistas, camarógrafos y fotógrafos que llegaron a Palacio Nacional desde las ocho de la mañana para formarse sobre la calle y asistir a un acto anunciado para las 11, llanamente para eso: saludar al campeón.

Uno y otro, el presidente y el pugilista, no disimulaban su alborozo. Peña Nieto lo felicitaba “por la alegría que diste a los mexicanos… por ese nocaut que puso en la lona a tu adversario”. Y el otro se decía honrado por la recepción presidencial y le llamaba líder de una nación de vencedores. Además aprovechaba para hacer política: “Lo considero no un reconocimiento a mi persona, sino al esfuerzo que todos los mexicanos hacemos cotidianamente para vencer los obstáculos que nos separan del éxito…”

Vino luego el momento de improvisación. La dedicatoria de los guantes, la entrega de una chamarra a Peña Nieto para que la use “cuando vaya a correr; para que sude un poquito, porque hace falta…”, dijo el Dinamita.

Y para disgusto y preocupación del Estado Mayor Presidencial, siguió la ruptura de protocolos: los periodistas gráficos pedían a ambos personajes ponerse los guantes y posar en actitud de victoria. Y lo hicieron. Peña Nieto se inspiraba y pedía de nuevo el micrófono para balconear a los funcionarios de su gobierno que se dejaron venir para saludar al púgil, y al mismo tiempo preguntaba a Márquez por la evolución de sus heridas, por el paradero de su entrenador, Ignacio Beristáin, ausente en la ceremonia; el boxeador y su equipo lo justificaban como podían.

Para entonces, Peña Nieto retomaba la iniciativa y llamaba a la prensa a aplaudir al campeón de la Organización Mundial de Boxeo.

Al mismo tiempo, instruía al secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, y al titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, el ex clavadista Jesús Mena, a orientar las políticas públicas para lograr “que México tenga más campeones en todas las disciplinas (…) y los vamos a tener, porque el ejemplo de Juan Manuel nos deja ver que sí se puede. Y vamos por más”.

Y luego la invitación de un siempre sonriente Peña Nieto de nuevo a los periodistas: ¡Vénganse a la foto, hombre! ¿O qué, los regañan?

Casi todos atendieron el llamado. Hubo amontonamientos y hasta una puerta del Salón de la Tesorería, usado por otros presidentes para grandes anuncios y solemnes ceremonias, se averió.