Cancún, QR., 13 de diciembre. Después de 14 meses en prisión, Gregorio Sánchez, Greg, ex alcalde de Cancún, reapareció en el escenario político del estado en medio de las pugnas entre el gobernador y los alcaldes. Quien fue alcalde y candidato a gobernador perredista hace apenas dos años (fue a la cárcel cuando era candidato) clausuró ayer simbólicamente el ayuntamiento de Benito Juárez (donde se ubica Cancún), porque el actual presidente municipal, Julián Ricalde, también del PRD, no ha querido debatir públicamente con él.

Ricalde lo acusó recientemente de un desvío por 229 millones de pesos, provenientes de un empréstito autorizado por el Congreso en 2009, que serían destinados a obras públicas. Greg llegó el miércoles por la tarde a la Plaza de la Reforma, donde era esperado por unas 200 personas, integrantes de un tribunal del pueblo, para debatir con Ricalde Magaña el destino de dichos recursos.

Sánchez pidió al alcalde que presente las denuncias penales y anunció que la semana entrante dará un informe detallado sobre los 229 millones de pesos. En la explanada encabezó un mitin donde contó con el respaldo del dirigente estatal del Partido del Trabajo (PT), Hernán Villatoro, y después colocó varios sellos de clausura por ineficiencia y la frase Hechos, no palabras en los muros del edificio de la comuna.

Esta aparición de Sánchez Martínez contrastó con lo dicho la víspera, durante una entrevista con La Jornada, en la que señaló: hoy por hoy no está dentro de mis prioridades hacer política, y que estaba concentrado en la difusión de su disco Una oración por México, en el que interpreta alabanzas a Dios y a la patria.

Escribí una canción que habla del amor a la patria porque estoy convencido de que la violencia que sucede en nuestro país es porque los valores se han ido perdiendo. Cuando era niño, el civismo era una materia, y desde que llegaron los neoliberales a gobernar la desaparecieron. Esta canción habla de volver a estos valores, dijo en la entrevista.

–El gobernador Roberto Borge le acaba de abrir la puerta a las candidaturas independientes ¿Sé presentará a las elecciones (de julio próximo)?

–Es muy prematuro, no soy profeta. Me he sometido a la voluntad de Dios y voy a llegar hasta donde Dios me lo permita. Pero no está dentro de mis planes.

–¿Por qué los conflictos con Julián Ricalde? Se supondría que estaban del mismo lado, del PRD.

–Una persona que te jura fidelidad, una persona que es parte de tu equipo personal, que forma parte de un proyecto y que tiene el compromiso de seguir, y de pronto, de la forma más vil te traiciona y te desconoce, no se le puede llamar de otra manera más que traidor y mentiroso. Era de las gentes de confianza y lejos de ser solidario te empieza a difamar. Sólo se le puede llamar traidor, mentiroso. Mentiroso porque ahora públicamente me difama.

–¿Es tanto su enojo con Ricalde y el PRD como para participar en las elecciones del próximo año y dividir el voto en Cancún?

–No está entre mis prioridades ser candidato. Y en este momento todavía no sé qué va a pasar.

–¿No es un poco complicado ser político y cristiano a la vez?

–El primer gran político para mí fue Jesucristo, por tanto, no es complicado. Es complicado cuando no entiendes bien los fundamentos y mezclas las preñadas con las paridas.

–Me refiero a que la práctica política no es precisamente un código de ética.

–Bueno, por eso me encarcelaron. Fui injustamente acusado, con mentiras, con falsedades. La política no es precisamente transparente, justiciera. La política esta satanizada para que la gente buena no se meta. Tú eres una persona decente y nada más te metes a la política ya eres un delincuente y un corrupto. Te empiezan a poner medallitas de todo tipo. La difamación es el epicentro de la política.

–Las medallistas no son gratuitas; los ciudadanos han visto mucho.

–Estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, no todos los políticos son corruptos, que la gran mayoría lo son, sí. No obstante, está satanizada al grado que la gente íntegra no pueda estar dentro de la política.

Yo tuve que pagar un precio alto por no corromperme. Mi problema fue que no quise someterme a la mafia. La prueba está que al primer general de brigada en retiro que mataron en este país me lo mataron a mí, era Mauro Enrique Tello Quiñones. Yo mismo le había pedido al secretario de la Defensa Nacional que no me lo mandara solo; necesita cuando menos unos 40 oficiales porque aquí la cosa está dura, le dije. Y cuando llega, llega solito.