Lunes 10 de diciembre de 2012, p. 4
A una semana de los desmanes del primero de diciembre, cientos de familias capitalinas y turistas recorrieron la Alameda Central que se encuentra con vallas y vigilada por decenas de policías en sus cuatro accesos para evitar nuevos daños al mobiliario, como pintas o robos, así como el ingreso de ambulantes.
Los visitantes lamentaron que no se puede disfrutar al máximo, porque te sientes en una cárcel con tantas vallas metálicas y policías viendo qué haces o sacas de la bolsa
.
Los jóvenes, consideraron algunos entrevistados, son los más afectados, porque “si traes algún tatuaje, piercing, cabello largo o ropa rara, te siguen con la vista y después dan indicaciones a otro compañero para que te siga. No vayas a hacer algún relajito.
No se vale, venimos a disfrutar un rato con los amigos. Mejor deberían checar a los que dejaron en la Plaza José Martí, que está llena de ambulantes que venden cosas piratas o no dejan pasar con tanto puesto metálico
, agregaron.