El artista brasileño hizo de la valentía y la libertad plástica sus premisas para crear
sólo cuando sorprende, decía Oscar Niemeyer
Esa disciplina es algo a lo que el hombre tiene derecho para mejorar su vida
, sostenía
Viernes 7 de diciembre de 2012, p. 6
La arquitectura de Oscar Niemeyer (1907-2012) estaba elaborada, como él mismo lo explicó en numerosas entrevistas, a partir de la valentía y la libertad plástica. Sobre todo, decía, con base en una profunda comprensión del punto en que la sorpresa y la invención son importantes.
El resultado de esos conceptos capitales está plasmado en obras maestras, como las casas unifamiliares que diseñó para las ciudades de Río de Janeiro y Mendes; el casino, la capilla católica y el club de yates de Pampulha, Belo Horizonte; el conjunto COPAN, en San Paulo; el Ministerio de Educación y Sanidad, también para Río de Janeiro; la residencia del presidente Juscelino Kubitschek en Pampulha y, sobre todo, en el complejo del Congreso Nacional, la catedral y el Palacio de la Alborada, en la futurista y mágica Brasilia.
Su libertad creativa constituyó un reto para los ingenieros que lo acompañaron en la construcción de edificios que en bocetos pare-cían imposibles. Con orgullo, solía comentar que a todos los profesionales que habían tenido el privilegio de trabajar con él “les ha gustado calcular mis estructuras. Incluso en Italia, el gran ingeniero Riccardo Moranzi declaró en unos de sus libros lo siguiente: ‘Por primera vez en mi vida, pude poner en práctica todos mis conocimientos sobre el concreto armado’. Es la prueba de que, gracias a mi imaginación, he ayudado a los ingenieros a evolucionar”, explicó al periodista Fritz Utzeri en 2002.
En esa misma charla, Niemeyer afirmó que “la arquitectura es algo a lo que el hombre tiene derecho, mejora la vida de las gentes. En el prefacio de la Constitución estadunidense hay una cosa muy bonita cuando dice que Dios creó al hombre dotado de ciertos derechos inalienables como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Para mí, la arquitectura cuando no es bella ni sorprende, no tiene las características de una verdadera obra de arte. Por consiguiente, el dibujo resulta esencial para el arquitecto, incluyendo el dibujo figurativo, que se ha remplazado en las escuelas desde hace un tiempo por la técnica y los ordenadores. Un niño con talento hace unos dibujos fantásticos a los ocho o diez años, el cual, con una mala enseñanza y el conocimiento de los clásicos, se vulgariza de forma definitiva.
La creación de la actual capital de Brasil, la hermosa Brasilia, fue uno de los grandes proyectos de Oscar Niemeyer, quien colaboró con el planificador de la ciudad, Lucio Costa (1902-1998), realizando los edificios que hoy destacan más. El paisajismo estuvo a cargo de Roberto Burle Marx.
Brasilia, un hito
Brasilia, un hito dentro de la historia de las ciudades planeadas, fue diseñada sobre un plano en forma de avión que apunta al sureste, si bien Costa insiste en que se buscó darle forma de cruz, en un terreno originalmente árido e inhóspito. Se conforma por amplias avenidas, que rodean edificios públicos, dos barrios, uno al norte y otro al sur, divididos en las llamadas supercuadras
, que agrupan enormes conjuntos de edificaciones.
Cada supercuadra tiene apenas una entrada y en la parte externa un comercio local. La parte central del complejo está formada por la Plaza de los Tres Poderes, donde se encuentran los palacios de Planalto –sede del Poder Ejecutivo–, el del Congreso –recinto del Congreso Nacional– y el de Justicia –que ocupa el Supremo Tribunal Federal.
La Plaza de los Tres Poderes equivale a la cabina de ese gran avión imaginario que sería el plano de la ciudad, donde el fuselaje está constituido por una amplia avenida llamada Explanada de los Ministerios, donde está concentrada toda la administración federal en edificios iguales de nueve pisos. La parte trasera del avión imaginario está constituida por el complejo de edificios de la administración local, donde se destaca el Palacio Buriti, sede del gobierno del Distrito Federal.
En 1987 la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a la ciudad patrimonio cultural de la humanidad, siendo la única construida en el siglo XX que ha recibido esa designación.
Proyectada inicialmente para albergar alrededor de 500 mil habitantes, Brasilia cuenta en la actualidad con más de 600 mil pobladores en el llamado Plano Piloto (el centro urbano proyectado por Costa y construido por Niemeyer) y más de un millón 400 mil personas en los barrios periféricos que dependen del centro. La que fue la utopía de una ciudad perfecta hoy enfrenta los problemas de cualquier otra gran urbe.