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Lo que cuenta en la elección es obtener 270 de los 538 votos del Colegio Electoral

Posible, ganar la presidencia de EU sin obtener la mayoría del sufragio popular

Que un candidato aventaje en las encuestas no es indicador de que ganará la contienda

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Fila para el voto anticipado, ayer en un parque de Orlando, FloridaFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 29 de octubre de 2012, p. 24

Nueva York, 28 de octubre. El triunfador de la elección presidencial de Estados Unidos podría perder el voto popular nacional, algo que ha sucedido cuatro veces en la historia del país, la más reciente en 2000, cuando Al Gore ganó el voto popular, pero George W. Bush ganó la elección.

El voto popular nacional no elige al presidente de Estados Unidos, y por ello ahora cada vez más analistas consideran que uno de los escenarios que se perfilan para el 6 de noviembre –día de las elecciones– es que Barack Obama gane otros cuatro años en la Casa Blanca perdiendo el voto popular pero triunfando donde cuenta: el llamado Colegio Electoral.

Las encuestas nacionales registran un empate técnico entre Barack Obama y su contrincante Mitt Romney, y algunas muestran incluso ventaja para el republicano. Pero esto no necesariamente implica que Obama esté perdiendo y que se pueda proyectar la posibilidad el triunfo de la oposición. De hecho, algunos comentaristas aquí y en otras partes del mundo, con base en estas encuestas, dan la impresión de que Romney ya es el favorito.

Pero los sondeos nacionales sólo registran las tendencias del voto popular y no lo que más importa: las tendencias del voto en unos ocho o nueve estados que son los que determinarán el resultado final de la elección. En éstos Obama mantiene la ventaja y el camino al triunfo para Romney es mucho más complicado que para el presidente.

Robert Shrum, veterano estratega y asesor electoral demócrata, está confiado en un triunfo de Obama, ya que el resultado será decidido en los estados de campo de batalla y aquí Obama tiene muchos más caminos rumbo a una mayoría de 270 votos electorales, escribe en The Daily Beast.

Por ello, el enfoque exclusivo de ambas campañas no es sobre el voto nacional, sino en esos ocho o nueve estados considerados campo de batalla; ahí es donde continuarán haciendo actos de campaña y ahí invertirán sus recursos para publicidad y para promover el voto en esta recta final, todo para conquistar el Colegio Electoral: el trofeo no es ganar la mayoría del voto popular, sino obtener por lo menos 270 votos electorales.

Por ahora hay un gran enfoque sobre Ohio. Ningún candidato republicano ha ganado la presidencia sin ganar ese estado, pero es posible hacerlo. Por ahora, todos los estrategas y analistas hacen cálculos de qué combinación de estados claves necesita cada candidato para triunfar. Los otros estados considerados claves son Florida, Virginia, Carolina del Norte, Nueva Hampshire, Wisconsin, Nevada y Colorado, a veces con otros dos agregados a la lista.

La elecciones presidenciales son en verdad 51 elecciones simultáneas en cada uno de los estados más el distrito de Columbia, cada una con sus propias reglas y bajo sus propias autoridades. En ningua se vota directamente por un presidente, sino por electores que, a su vez, son los que eligen al próximo inquilino de la Casa Blanca.

El Colegio Electoral no es una instancia, sino un proceso establecido por la Constitución donde se seleccionan electores, éstos se reúnen para votar por el presidente y el vicepresidente, y sus votos son oficialmente contados por el Congreso. Está compuesto por 538 electores y se requiere una mayoría de ellos –270– para elegir al presidente. El número de electores proporcionados a cada estado es equivalente al número de legisladores federales (representantes más dos senadores) de cada entidad. Cuando un votante emite su sufragio para presidente en las urnas, en verdad está votando por un elector de ese candidato. Casi todos los estados establecen que quien gana la mayoría estatal gana todos los votos electorales de ese estado (hay dos excepciones, Nebraska y Maine, donde es proporcional). Técnicamente, el candidato que gane la presidencia no se determina al fin del día electoral, sino después de la reunión de los electores en diciembre, cuando ellos emiten su voto, éste es certificado y enviado al Congreso, y ese voto electoral es contado por el Congreso el 6 de enero. El vicepresidente, quien por ley también es el presidente del Senado, anuncia el resultado. Sólo entonces el nuevo presidente rinde juramento, el 20 de enero.

Voto y conflictos

Este sistema ha sido criticado y calificado de anacrónico y antidemocrático, y cada vez que existe la posibilidad de una situación donde un candidato puede ganar la presidencia sin la mayoría del voto popular hay llamados a reformar el sistema. Sin embargo, eso requiere la aprobación de una enmienda constitucional y hay varios estados renuentes a ceder su papel de claves según este sistema.

Pero las disputas pueden ser feroces y hasta poner en duda todo el proceso, como ocurrió en 2000, cuando el demócrata Al Gore ganó el voto popular por más de 500 mil votos, pero perdió la elección. En ese entonces, con el voto tan cerrado en lugares como Florida, se armó una disputa electoral sobre el conteo del voto, y esa posibilidad existe en la elección actual si el margen de victoria es muy cerrado en algunos de los estados claves.

A la vez, una elección donde el ganador pierde el voto popular provoca una crisis de legitimidad, ya que por definición el resultado no es expresión de la voluntad popular, y por supuesto eso tiene impacto en ejercer autoridad y gobernar bajo esas circunstancias.

Ningún presidente que ha buscado su relección ha ganado jamás el colegio electoral y perdido el voto popular, informa el Washington Post. De hecho, cada uno de los presidentes que han ganado su relección en el último medio siglo ha obtenido un mayor voto popular que en su primera elección.

Por todo esto, un candidato puede gozar de ventaja en las encuestas nacionales pero eso no es indicador de que ganará la elección.