a Iglesia católica se prepara para el relevo. En noviembre, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), elegirá un nuevo presidente. Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, será sustituido, actualmente es el obispo con mayor peso político y liderazgo en la CEM; ha obtenido importantes logros y ha cuajado un posicionamiento político de la Iglesia en la nueva alternancia. Deja la presidencia en un momento con el advenimiento del PRI en Los Pinos, igualmente ha establecido una nueva correlación al interior de los obispos mexicanos. Suenan los nombres de Rogelio Cabrera López, recientemente nombrado arzobispo de Monterrey que representa, por su cercanía, la continuidad de Aguiar. Otro aspirante sólido es el cardenal Francisco Robles, nuevo arzobispo de Guadalajara, quien aglutina a los sectores conservadores y aquellos que han mantenido distancia de la presidencia de la CEM. Finalmente muchos aseguran que una fórmula intermedia podría personificarse en el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinoza, cuyo desempeño ha transitado en colaboración estrecha tanto con Aguiar como con el cardenal Norberto Rivera Carrera.
Carlos Aguiar Retes, también presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam) tiene como mayor logro haber arrebatado el peso político, simbólico y la interlocución a los dos controvertidos y poderosos cardenales Juan Sandoval y Norberto Rivera. El desplazamiento político y religioso ha sido gradual tanto al exterior de la Iglesia como al interior. La principal pérdida gravitacional, principalmente del cardenal Norberto Rivera, ha sido dramática, pues ya no goza de las consideraciones ni aprecio del actual papa Benedicto XVI. En el plano social, los excesos, bravuconadas y constantes confrontaciones de Norberto Rivera lo desgastaron. Sufre una pérdida de credibilidad y una suerte de desamparo en Roma. Sus antiguos soportes y aliados fueron el grupo del secretario de Estado de Juan Pablo II, Angelo Sodano, la vieja curia que encubrió y fue sobornada por Marcial Maciel, como constata el libro de Jason Berry, Render unto Rome: the secret life of money in the catholic church, de próxima aparición en español. Este grupo de Sodano, hoy retirado se enfrenta en luchas palaciegas, Vaticanleaks, a Tarciso Bertone y en cierta forma al propio Benedicto XVI. Rivera está pagando caro la debacle de Marcial Maciel, su mentor primero y su protegido después, sobre todo su silencio cómplice. Aquí Rivera guarda una enorme deuda no sólo con su Iglesia, sino con la sociedad mexicana. En dos ocasiones el cardenal ha sido desairado por la Santa Sede al negarse el Papa a venir a la ciudad de México; en 2009 al Encuentro Mundial de las Familias bajo el pretexto de la altura de la ciudad de México –en realidad el cerro del Cubilete tiene una mayor altitud y ahí celebró una larga misa– y la segunda fue en la reciente visita a León en 2012, donde el cardenal tuvo un lugar muy secundario y alejado del pontífice alemán. Aquí se dijo que se debía a las políticas secularizantes de Marcelo Ebrard, aborto y legalización de las parejas gays; sin embargo, si fuera realidad este criterio, Benedicto XVI no habría visitado más de la mitad de las ciudades europeas recorridas por el pontífice.
Carlos Aguiar no es tan apreciado por la derecha católica ni mucho menos por el Yunque, que constantemente lo ha impugnado. Sin embargo ganó su respeto en 2009, al revertir sin aspavientos, con el apoyo de Felipe Calderón, en 19 entidades del país la muy discutible repenalización del aborto, que tiene actualmente a decenas de mujeres en la cárcel. Al tiempo en que Rivera y Onésimo Cepeda son rijosos con el PRD en el proceso electoral de 2006, Aguiar Retes con sensatez negocia y se sienta a dialogar con su dirigencia. Mientras el cardenal de Guadalajara lanza sus misiles maiceadores contra Marcelo Ebrard, la presidencia de la CEM no hace eco ni se involucra en una estéril confrontación. Es decir, Aguiar con astucia ha sido partidario de una política realista de cambios graduales, siguiendo a Maquiavelo, quien sostenía que la eficacia de un príncipe no se corrige con palabras, sino con la fuerza de la estrategia y la prudencia.
Una de sus principales iniciativas ha sido desburocratizar la CEM: reduce comisiones y focaliza objetivos. Aguiar desde que asumió el cargo, en 2006, anunció que iba por la libertad religiosa (Proceso 1574, nov/2006) Por ello apoya, con pragmatismo, la reforma constitucional a los derechos humanos, y resiste el embate del cardenal Sandoval Íñiguez, de Guadalajara, quien le reprocha no haberle consultado; en respuesta, logra reunir las firmas de los 21 miembros del consejo permanente del Episcopado Mexicano. El radicalismo fogoso del cardenal Sandoval se va enfriando. Aguiar evita las confrontaciones mediáticas; de trato suave y hasta tímido, conduce a la CEM a diversificar las referencias políticas. Ya no será sólo el Ejecutivo su interlocutor, Aguiar se abre a los poderes legislativos, a los partidos, sindicatos, a los empresarios y medios. Recibe todo el apoyo del nuncio Christophe Pierre, quien le facilita el soporte de Roma. Por su ubicación mexiquense en Tlalnepantla, Aguiar cultiva desde 2005 una intensa relación con Enrique Peña Nieto. La visita de Peña con su futura esposa al Vaticano en 2009, acompañando una nutrida comitiva, fue el momento en que Aguiar fortalece una sólida relación que ha facilitado favores y la reforma al artículo 24 sobre libertad religiosa y seguramente las que vendrán. Hay una alianza tácita entre la jerarquía y Peña. Veremos hasta dónde llega.
Simbólicamente tener postrados a los tres candidatos presidenciales durante la misa dominical del papa Benedicto XVI y posteriormente la pasarela de los mismos candidatos ante el confesionario de la asamblea de obispos fue una demostración de cómo Aguiar Retes ha consolidado el músculo clerical. Si bien Aguiar no tiene por el momento un asiento cardenalicio todo puede cambiar. En suma, los logros del presidente de la CEM han sido sobre todo políticos más que pastorales porque durante su gestión hay una considerable debacle de los fieles católicos.