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Presentaron las memorias del poeta y actor, obra en la cual conversa con David Olguín

Gutiérrez Vega posee una palabra llena de humor, agudeza y alegría de la vida

Ofrece una mirada acuciosa a su tiempo, dijo el dramaturgo

El director de La Jornada Semanal leyó algunos de sus poemas

El acto se realizó en el contexto de la quinta Feria del Libro Teatral

Foto
Hugo Gutiérrez Vega en la plaza Ángel Salas del Centro Cultural del BosqueFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de octubre de 2012, p. 5

La poesía y el teatro son las dos cosas más importantes de su vida, además de Lucinda, su esposa, compartió en el Centro Cultural del Bosque el poeta y actor Hugo Gutiérrez Vega, quien comentó que él junta ambas artes porque en el Parnaso existen dos lugares santos donde habitan las musas de una y otra disciplinas.

El director del suplemento cultural La Jornada Semanal habló así durante la presentación, la noche del miércoles, del libro Hugo Gutiérrez Vega: memorias (Ediciones El Milagro-Universidad Autónoma de Nuevo León), armado a partir de una conversación con el director de escena y dramaturgo David Olguín, en el contexto de la quinta Feria del Libro Teatral.

Ahí, bajo una enorme carpa blanca, Olguín señaló que no sólo se trata de un libro teatral sino de un testimonio de vida y de una mirada acuciosa a su tiempo, basados en la memoria impresionante de su entrevistado.

En este libro se encontrará, agregó, una de las mejores observaciones sobre el teatro mexicano, pues Gutiérrez Vega es también un gran lector y espectador teatral. También le descubrí una infinita nostalgia por la teatralidad, comentó Olguín.

Destacó que el teatro dio alas de libertad al joven Hugo, nacido en 1934 en Lagos de Moreno y luego mudado a Guadalajara, antes de comenzar su errancia cultural por las ciudades de México y Querétaro y, ya como diplomático, por diversos países.

Fue una errancia en la que estudió teatro en el Actors Studio de Nueva York, formó grupos teatrales, como en Querétaro y Roma, y conoció a personajes como Eugene Ionesco y Dario Fo.

Desgarramiento

Para Gutiérrez Vega fue un enorme desgarramiento alejarse del teatro y es uno de los grandes dolores que lleva en su vida, aunque ese distanciamiento nunca fue total, dijo Olguín.

Ha sido un regalo de la vida hacer este libro, trabajado con el poeta y actor durante año y medio y luego otros dos meses para afinar detalles, confió. Hugo, agregó, es un extraordinario conversador y el libro requirió un mínimo trabajo de edición.

Si algún mérito tengo es hacer que Hugo hablara. Su palabra está llena de humor, agudeza y alegría de la vida, compartió Olguín, quien recuerda que cuando Gutiérrez Vega escucha la palabra teatro se le ilumina la mirada.

El director de escena Eduardo Ruiz Saviñón aseguró que Hugo Gutiérrez Vega: memorias es un libro diferente a lo que suele publicarse sobre teatro, ya que es muy divertido y cuenta las vicisitudes de un teatrista de una manera amena y profunda, pues el poeta y actor es un gran conversador.

Recordó que como servidor universitario, Gutiérrez Vega se inició como director de la Casa del Lago y coordinador de Difusión Cultural, desde donde ayudó al surgimiento de un importante movimiento teatral en el que estaban figuras como Fiona Alexander, Alejandro Luna, Juan José Gurrola, Ludwik Margules y los mismos Ruiz Saviñón y Hugo, pues éste también actuaba y participaba en la producción. El poeta también defendió a su amigo Gurrola y a la libertad frente a la censura, agregó Ruiz Saviñón.

La actriz Julieta Egurrola, quien leyó varias partes del libro, destacó que David Olguín pudo trasladar al texto la personalidad y capacidad conversatoria de Gutiérrez Vega.

El escenógrafo Gabriel Pascal, quien moderó la mesa, dijo que el libro condensa una parte de la historia del teatro mexicano, vista por un actor, poeta y funcionario cultural, quien además pone de relieve la profunda relación entre poesía y teatro y ha destacado como defensor de la libertad de creación.

Al final, Gutiérrez Vega compartió algunos de sus poemas, uno de ellos un vínculo entre poesía y teatro, en una de cuyas estrofas se lee: “Proponemos las reglas de un juego candoroso./ El que quiera jugar debe quitarse su camisa de rayas,/ su corbata, y sin saber nadar, cruzar el río./ No hay acertijos. Sólo palabras en la noche encendida;/ una pared de trapo y el sueño de una luna de papel./ Sólo palabras…”