La Habana, 13 de agosto. Fidel Castro cumplió hoy 86 años, sin cargos ni obligaciones públicas, remontando una enfermedad que lo puso al borde de la muerte, pero declarado líder moral de la revolución cubana y aún reconocido con rango militar de comandante en jefe.

Su equipo de gobierno fue removido casi por completo, su programa emblemático (Batalla de Ideas) ya no existe y sus arengas contra el consumo y la pequeña empresa privada pueden estar en conflicto con parte de la reforma económica impulsada por su hermano menor, Raúl.

Pero es un valor entendido en Cuba que Fidel mantiene un ascendiente, que puede expresarse en algunas decisiones claves. Los medios cubanos lo llaman a menudo líder moral o líder histórico.

Raúl aún despacha en el Ministerio de las Fuerzas Armadas y conserva su antiguo rango de general de Ejército, a pesar de que, como jefe de Estado, debería ser el comandante en jefe.

Cuando el actual presidente fue electo, el 24 de febrero de 2008, pidió en forma expresa que el Parlamento lo autorizara a consultar con Fidel la defensa, la política exterior y el desarrollo socioeconómico del país.

La fórmula era tan amplia que cabían muchas variantes, pero se interpretaba al menos de dos formas: primero, que no habría intermediarios entre los hermanos; y luego, que el líder histórico conservaría un peculiar poder de iniciativa o veto sobre temas selectos de la agenda nacional.

El comandante en jefe de la revolución cubana es uno solo, dijo Raúl entonces. Fidel es Fidel, todos lo sabemos bien. Fidel es insustituible y el pueblo continuará su obra cuando ya no esté físicamente. Sólo el Partido Comunista, garantía segura de la unidad de la nación cubana, puede ser digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en su líder.

En imagen de febrero pasado, el comandante Fidel Castro durante un encuentro con escritores en la Feria Internacional del Libro de La HabanaFoto Ap

En los últimos meses Fidel Castro se ha reunido con intelectuales extranjeros, con pacifistas japoneses, con el Papa Benedicto XVI, la presidenta brasileña Dilma Roussef y el líder comunista de Vietnam, Nguyen Phu trong, pero no aparecen artículos suyos desde el 19 de junio.

Sus más recientes comentarios de prensa sorprendieron por su extensión de apenas un párrafo y su mensaje cifrado. En uno elogió al ex líder de la Alemania oriental, Erich Honecker; en otro criticó al ex dirigente chino Deng Xiaoping.

Este lunes la prensa, la radio y la televisión recordaban la efeméride. En el diario Juventud Rebelde, uno de los dirigentes históricos de la revolución, Armando Hart, lo describió como un gladiador imbatible y una figura de talla universal. En homenaje a Fidel se inauguraba una exposición de fotografías suyas, manipuladas por artistas plásticos.

Desde que la enfermedad lo apartó de sus funciones públicas, hace seis años, Fidel Castro ha dedicado buena parte de su tiempo a reconstruir su historia.

En ese lapso aparecieron Cien horas con Fidel, una extensa entrevista con el periodista hispano-francés Ignacio Ramonet y la versión de Castro sobre la guerrilla de los años 50 (La victoria estratégica y La contraofensiva estratégica).

Después se publicó Fidel Castro Ruz: guerrillero del tiempo, dos tomos de sus conversaciones con la investigadora cubana Katiuska Blanco, que comprenden desde la infancia del líder cubano hasta el triunfo de la revolución, en 1959.

Blanco acaba de anunciar que ya trabaja en la extensión de la misma obra, sobre una etapa del gobierno revolucionario.