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Fruta y verdura armada, opción en colonias populares
 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de julio de 2012, p. 37

Las bolsas llenas de kilos de fruta de primerísima calidad se acabaron. Al menos en las zonas populares de la ciudad de México, como la colonia Guerrero, donde buena parte de quienes van al mercado no sólo compran por pieza, sino aquello cuya calidad y costo apenas se puede pagar.

En el marcado Martínez de la Torre, ubicado en esta colonia, hay cada vez más puestos de fruta y verdura armada, es decir, la que ya está madura, pasada, con manchas o seca, pero que la gente busca porque su costo se reduce, algunas veces, a menos de la mitad.

Basta caminar entre los locales y ver cómo el moho blanco ha dejado como superficie lunar la mitad de una papaya que está cubierta por un pedazo de periódico para conservar la otra parte, que ya casi luce igual.

Ésta, nomás la raspas tantito y ya queda buena, manita. Llévatela a cinco. La señora toma la pieza mediana, la mira por todos lados y paga con una moneda. Es que el kilo está a 14, dice como explicando por qué compra algo que en muchos mercados y casas se tiraría como desperdicio.

Atrás quedaron los puestos donde el marchante colocaba el plátano firme hasta el frente y en un rincón el que ya había madurado, por si alguien lo quería llevar. Aquí se pueden encontrar puestos donde todo lo que se vende es como la mercancía que antes de dejaba hasta atrás.

Aquí esto ya no se tira. Se vende con precios diferentes, explica Manuel, mientras acomoda un enorme montón de zanahorias que de anaranjado ya no tienen mucho.

Y si uno cambia de pasillo, puede encontrar manzanas entre amarillas y verdes del tamaño de una ciruela, a tan sólo 16 pesos el kilo, mientras un kilo de manzana Gala, roja, brillante y olorosa, se vende en alrededor de 45 pesos en la mayoría de los mercados.

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Zona de descarga en la Central de AbastoFoto Jesús Villaseca

“La gente ya no busca calidad. Si traemos jitomate caro, nos pregunta si no traemos del flojito, porque lo quieren para la sopa. La fruta como ésta (señala las papayas lunares) se las llevan para agua. La gente viene a comprar lo que necesita para el día, nada más”, cuenta Leticia, locataria desde hace más de 12 años.

María, de 58 años, como todos los locatarios que no venden mercancía de primera, ya no va, como antes, todos los días a surtirse a la Central de Abasto. Ahora va una vez a la semana y a la sección de la mercancia armada, porque vender de la otra ya no sale.

La mujer, que lleva más de 40 años vendiendo en este lugar, sólo tiene cuatro productos en su pequeño local. Hay limones amarillos, tomates minúsculos y secos, un montículo de no más de 20 cebollas y una porción igual de jitomates.

A veces ya no sale ni para comer de lo que vendo. Invierto como mil pesos cada 15 días en mercancía y la ganancia se va de poquito en mis gastos diarios, explica.

–¿Cuánto se gasta en el mercado? –se le pregunta a una clienta que sólo ve la mercancía del puesto.

–Traigo 30 pesos. Voy a hacer chiles rellenos de frijol, pero el jitomate está muy caro–. Se queda viendo la mercancía otra vez. Mejor los hago sin caldillo, reflexiona en voz alta y se va.