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Al parecer, se trató de un secuestro con fines de reclutamiento, según director del refugio

Sacan a tres hondureños del albergue para migrantes en Monterrey; se ignora su paradero
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Centroamericanos que arribaron al albergue temporal de Tultitlán, estado de México, pidieron su repatriación al INM, mientras siguen llegando decenas a descansar, asearse, comer y continuar su camino hacia EUFoto Mario A. Núñez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 29 de julio de 2012, p. 29

Monterrey, NL, 28 de julio. Por primera vez en cuatro años que tiene de operar brindando protección a migrantes centroamericanos, la Casa Nicolás Centro de Apostolado San Nicolás de Tolentino, fue objeto de una agresión directa de la delincuencia organizada, pues tres jóvenes hondureños fueron levantados y se desconoce su paradero, informó el párroco, Luis Eduardo Villarreal Ríos, director del refugio que se localiza en Ciudad Guadalupe.

Aunque los hechos ocurrieron el 3 de julio, y oportunamente se presentó la denuncia ante las autoridades, el caso no se había hecho público, pues se confiaba que sólo se tratara de alguna confusión y los secuestrados aparecieran. Villarreal Ríos dijo que al parecer se trató de un secuestro con fines de reclutamiento.

Los desaparecidos son Jesús Olmos García, Moisés Javier Carrasco y Carlos Alfredo Álvarez, de 17, 20 y 29 años, que habían llegado al refugio para migrantes con la esperanza de alcanzar el sueño americano, o en su caso, buscar trabajo en la entidad para sostener a sus familiares que se están en Honduras.

El martes 3 de julio, a las 17 horas, cuando los hondureños esperaban ingresar al centro donde se les da techo, comida y atención médica, pasó una camioneta con gente armada y se los llevaron con violencia.

Villarreal Ríos comentó que al dar a conocer este incidente se busca sensibilizar a las autoridades y la población para descriminalizar la migración, pues la misma sociedad está creando condiciones para que las bandas delictivas intenten reclutar a los migrantes, pues no hay oferta de trabajo y están cansados de encontrar puertas cerradas, así que si el hampa les ofrece algo –aunque en este caso se los llevaron por la fuerza–, sus propuestas pueden representar una tentación cuando hay hambre.

Comentó que hay muchos centroamericanos que probaron suerte y al ver que la frontera con Estados Unidos está salvajemente en manos de las bandas de la delincuencia organizada, prefieren ya no arriesgarse y buscan un trabajo en la zona metropolitana de Monterrey.

Aunque aquí sí hay oferta de trabajo, nos hemos topado con algunos empleadores que al final de la semana les dan cien pesos, aunque hay gente consciente que les echa la mano, y les paga lo mismo que a los originarios del estado.

Desempeñan labores de albañilería, jardinería, limpieza de salones de eventos, cuidan quintas en el área suburbana, obviamente sin seguro, porque les piden papeles de regularización y no los tienen, lo cual propicia los abusos y mayores exigencias en el trabajo, pues pende siempre la denuncia de la deportación, y castigados por el hambre no les queda otra opción que aceptar las condiciones que les impongan.

Es posible la regularización, y si bien es cierto que la ley ha cambiado, que ya no se le criminaliza penalmente, y ahora sólo es una administrativa no traer papeles, no le dan permiso de trabajar hasta que paguen la multa, y no pagan la multa hasta que puedan conseguir trabajo, señaló Villarreal Ríos.

El proyecto empezó en 2004 y antes de que se terminara en 2008, llegaron los primeros migrantes, hombres, mujeres, niños, familias enteras, en situaciones muy duras con quienes como hermanos tenemos una actitud solidaria para asistirlos, acompañaros y darles seguridad en su viacrucis de dolor.

Actualmente el centro atiende a 22 personas, aunque el cupo es para 40 y en ocasiones excepcionales han llegado a albergar hasta 75.