Madrid inyectó recursos para salvar la institución; ahora, el país solicita ser rescatado
Cientos de ellos han interpuesto demandas contra el banco; el Parlamento también investiga
Domingo 29 de julio de 2012, p. 25
Madrid, 28 de julio. El verano pasado Rodrigo Rato sonreía radiante mientras tocaba la campana de la bolsa de Madrid. Aquél miércoles 20 de julio de 2011, el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y ex ministro de Economía español brindaba con champán por el éxito de la salida a bolsa de Bankia, del que era presidente.
Sin embargo, el buen humor ocultaba grandes preocupaciones en la cuarta entidad financiera de España: la alta exposición de Bankia al derrumbado sector inmobiliario y un riesgo de nacionalización.
El escepticismo llevó a que el banco tuviera que esforzarse para completar una colocación de 3 mil 100 millones de euros. Tan sólo unos meses después, Bankia se desplomaba tras registrar fuertes pérdidas.
La historia de cómo la entidad consiguió sacar adelante la colocación en vísperas de su catástrofe es una de las más sorprendentes de las crisis de deuda bancaria y soberana que han enturbiado la zona euro durante casi cuatro años. Los problemas de Bankia son un crudo recordatorio de que los males de Europa están enraizados en sus bancos.
Creada en 2010 a partir de la fusión de siete cajas de ahorros, la nueva entidad pretendía ser un símbolo de la fe de Madrid en su sistema financiero. Pero los aprietos del banco han provocado que Europa tenga que conceder ayudas de emergencia a sus bancos y empujado a España a acercarse a un rescate soberano.
Muchos inversores españoles, de los que centenares se han unido en demandas contra el banco, dicen que Bankia infló deliberadamente el valor de sus activos. Cerca de 400 mil españoles de a pie que compraron acciones de Bankia han visto cómo su inversión se derrumbó en las turbulencias que siguieron a la nacionalización de la entidad en mayo pasado. Pequeños inversores aseguran que no se les advirtió debidamente de los riesgos y que se sintieron presionados para comprar acciones del banco, incluso cuando ya se estaba evitando la colocación.
Ejecutivos de Bankia, entre ellos Rato, han dicho que se siguieron los procedimientos y que se informó de los riesgos adecuadamente en el documento de salida a bolsa de 403 páginas disponible en la página de Internet de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Asesores bancarios externos como J.P. Morgan, Bank of America Merrill Lynch, Deutsche Bank y UBS –que también fueron los coordinadores globales de la salida a bolsa de Bankia– no expresaron públicamente dudas sobre las valoraciones, a pesar de que estaban preocupados por el progreso de la operación, según banqueros de inversión que trabajaron en ella.
El juez de la Audiencia que lleva el caso, Fernando Andreu, no ha presentado cargos formales sobre los imputados en la querella y podría incluso dejar el caso. Las comparecencias formales comenzaron esta semana. También el Parlamento abrió una investigación en la que ha pedido la comparecencia de Rato y de 23 personas más.
La salida a Bolsa de Bankia llegó en mal momento. La tormenta de la deuda soberana que había sobresaltado a Grecia y forzado a Portugal e Irlanda a pedir un rescate se aproximaba peligrosamente a España. Con los precios de la vivienda cayendo durante cuatro años seguidos, los mercados empezaron a preocuparse por la solvencia de los bancos.
El pasado 9 de mayo Bankia, que representa 10 por ciento del sistema financiero español, solicitó al gobierno ayuda por 4 mil 465 millones de euros, y el banco fue parcialmente nacionalizado. Apenas 16 días después, el 25 de mayo, Bankia pidió otra ayuda, ahora por 19 mil millones de euros, debido a los problemas por sus cuentas expuestas a los activos inmobiliarios tóxicos. Con ello la aportación del Estado llegaba a 23 mil 500 millones de euros, cantidad sin precedentes en la historia del sistema financiero español.
La inyección de recursos públicos al banco orilló a España a pedir un rescate a Europa por hasta 100 mil millones de euros, para sanear su sector financiero. Este hecho, junto con el deterioro de su economía ha elevado el costo del financiamiento español a niveles considerados insostenibles, por lo que la cuarta economía de la eurozona se encuentra ahora en el filo de ser el nuevo país rescatado de la región. Pero especialistas consideran que por el tamaño de su economía, España es demasiado grande para ser rescatado y no hay recursos suficientes. El riesgo de rescate para España y un eventual contagio a Italia (tercera economía de la zona euro) representan el mayor peligro para el futuro de la región.
(Con información de la Redacción)