En la insistencia de los jóvenes #YoSoy132 por hacer suyas las calles cuando falta una semana para las elecciones muestran no darse por vencidos, aunque muchos saben, y lo dicen, que su lucha es contra una poderosa maquinaria priísta, la que ayer llenó el estadio Azteca, y de intereses en favor de Enrique Peña Nieto. No te rindas, aún estás a tiempo, expresa una pancarta.

Mes y medio después de que surgió el movimiento prevalece el entusiasmo con cierta dosis de realismo. Esta vez asistió menos gente que a la segunda, unos 12 mil, según algunos organizadores. México no es el Distrito Federal, lamenta una joven con el busto desnudo pintado de blanco lo mismo que todo el cuerpo, al reflexionar sobre el poco tiempo que tienen para informar las implicaciones del retorno del PRI a la Presidencia y lo caótico que, según ella, es el movimiento por las pugnas internas.

“No se trata de decir a la gente que Peña no y ya, sino explicar por qué estamos en contra de él. Sí está complicado. ¿Cuántas personas somos en el país? ¿Cuánta gente está mal informada y hasta es analfabeta?, pero no por eso dices: ‘que se queden así de mal’”, señala Mariana Medina, estudiante de la Facultad de Ciencias, de la UNAM, con un dejo de desesperación.

Y si algo positivo dejan estas movilizaciones es también la apropiación de las avenidas principales del centro de la ciudad por parte de los capitalinos y algunos visitantes de otros estados. No son sólo los marchistas de a pie, sino también quienes aprovechan para llevar a sus bebés en carreolas o pasear en patines, patinetas o a sus perros adornados con pañoletas de #YoSoy132.

Porque ha nacido una mercadotecnia de #YoSoy132. Los ingeniosos vendedores ambulantes ya encontraron una veta y ofrecen toda clase de suvenires: playeras con el emblema de movimiento a 50 pesos, pines de cinco pesos, carteles de esos que primero surgieron de la inventiva de alguien y luego ya son comercializados.

Aunque la creatividad individual sigue dominando el escenario de la protesta. Del Zócalo al Ángel de la Independencia muchos muestran pancartas elaboradas por ellos mismos y con un tono de hartazgo. 70 años de chingaderas no caben en esta cartulina, se puede leer en una hecha a mano.

En la tercera marcha anti Peña Nieto se ven más activos los estudiantes de universidades públicas. En un contingente grande corean: “¡UNAM, Poli, UAM unidos!” y brincotean con la consigna de que quien no lo haga es Peña Nieto; son los mismos que todavía tienen fuerzas para ir a Televisa.

Sus villanos favoritos aparecen personificados con máscaras en una especie de carro alegórico y desatan el enojo con un coro de: ¡Esos son, esos son, los que chingan a la nación! Arriba de una combi Elba Esther Gordillo besa a Carlos Salinas de Gortari y a un Enrique Peña Nieto vendado que sale de un ataúd. En minutos se asoma un Vicente Fox de bata color crema, como salido de un hospital, y se escucha una sonora rechifla.

Aparecen muchas mantas inspiradas en la propaganda oficial de Peña Nieto, pero modificadas al gusto del manifestante, como la que porta una chica de lentes oscuros y que reza: Mi compromiso es contigo y una flechita hacia una carita de Salinas más la frase: y acabar con todo México.

Por Paseo de la Reforma caminan unos seguidores de la panista Rosy Orozco con pancartas alusivas a su campaña, y cuando en la multitud alguien se da cuenta comienzan a gritar: Ni un voto al PAN, ni un voto al PAN.

Ante la proximidad de las elecciones, los partidarios de Andrés Manuel López Obrador no pierden el tiempo y reparten propaganda en favor de su candidato. Quizá la más original es un billete de un pejo juerte del Banco del pueblo para el pueblo, con las imágenes del tabasqueño al lado de un hombre de gorra.

En la banqueta alguien deja pegada una cartulina: YoSoy132. La única forma para que no gane EPN es el voto útil para AMLO. No hay tiempo. Seamos realistas. El movimiento debe consolidarse ya.

Daniel Coronel, egresado de la academia La Esmeralda y otros 15 artistas escénicos, como se definen, hacen un perfomance que cuenta la historia de unos zombis que despiertan. La escena impacta y hace que mucha gente se detenga. Los actores están untados de sangre real (en alusión a que estamos en un país en guerra) y sostienen corazones de buey en las manos.

Es un diálogo estético con los 132, explica Daniel Coronel, el coordinador del grupo, que dice compartir ideas con los muchachos, pero no del todo. No estoy de acuerdo con la democracia. Mientras sigan usando bancos y recibiendo dinero de sus papis, pienso que no va a ser muy efectiva la protesta, pero está bien chido que la banda se despierte.

Duda que logren la derrota de Peña Nieto. “Estamos en una corporatocracia. A Peña lo pusieron los corporativos a los que nosotros les damos nuestro dinero diario. Él sólo es un muñeco público”, expresa.

Pero es sólo una postura entre miles que piensan distinto, a diferencia de los acarreados del Azteca, afirma Maglog Orozco, alumna de la UNAM, de 22 años, quien camina acompañada de su madre y sus abuelos, con quienes coincide en que sí podrán parar a Peña Nieto el 1º de julio.