Un alto porcentaje de mujeres y niñas inmigrantes que trabajan en el sector agrícola de Estados Unidos son víctimas de abuso y acoso sexual, advierte un reporte de Human Right Watch (HRW) titulado Cultivando el miedo, en el que destaca la indefensión en que se encuentran estas trabajadoras.

Señala que muchas han sido víctimas no sólo de discriminación, sino de violencia sexual y acoso, que generalmente no se limita a un incidente aislado, sino que se prolonga por meses e inclusive años, además de que los agresores victimizan a múltiples trabajadoras.

De acuerdo con un estudio del National Agricultural Workers Survey (Naws), entre 2007 y 2009 setenta y dos por ciento de los trabajadores agrícolas se declararon nacidos fuera de Estados Unidos, y de ellos 68 por ciento provenían de México. Destaca además que entre las poblaciones que laboran en el campo, la de más alto crecimiento es la de indocumentados indígenas de México y América Central; se estima que son aproximadamente 128 mil. Sólo en 2010 se identificaron 23 lenguas diferentes entre los trabajadores, siendo las más comunes zapoteco, mixteco y triqui.

Las formas de violencia sexual y acoso que documenta HRW en este reporte son tocamientos, abuso verbal y exhibicionismo, situaciones que se dan en un ambiente dominado por hombres, toda vez que las mueres representan sólo 24 por ciento de la fuerza agrícola estadunidense.

Aunque la prevalencia de agresión sexual y acoso entre las campesinas es difícil de determinar, debido a que cambian de trabajo en razón de los cultivos y las estaciones del año, y de que generalmente se trata de una población que ingresa a Estados Unidos sin autorización, el problema es serio. En 52 entrevistas que llevó a cabo HRW para este estudio, todas reportaron haber sido víctimas de abuso sexual y acoso o conocer a otras que lo han sido, aunque para denunciarlo –agrega el documento– las víctimas enfrentan una serie de barreras, exacerbadas por su estatus de indocumentadas, que les impide denunciar a sus atacantes.

Además del acoso sexual de que son víctimas, su vulnerabilidad se exacerba con los bajos salarios y la pobreza. De acuerdo con reportes, entre 2007 y 2009 el porcentaje anual de ingresos de una familia oscilaba entre 17 mil 500 y 19 mil 999 dólares, aunque la diferencia estriba en si se les paga por hora o por trabajo realizado.

En el último caso, los salarios diarios son calculados con base en el número de contenedores de frutas o vegetales que son empacados. De acuerdo con HRW, esto lleva a los trabajadores al extremo de no tomar descansos para ir al sanitario o siquiera beber agua, además de que los obliga a permanecer por horas en posiciones incómodas.