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Crisis del euro

La nueva Francia en la UE
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Periódico La Jornada
Martes 29 de mayo de 2012, p. 31

Aunque está claro que el nuevo gobierno francés no intenta suavizar el contenido del compacto fiscal firmado en marzo por 25 de los 27 estados miembros de la UE –que incluye, entre otros puntos, la adopción de frenos al endeudamiento nacional–, sí desea modificar la dirección de las políticas de la zona euro en dos formas principales. Primero, reconociendo que Francia y otros países no están en posición de relajar sus esfuerzos relativos a la reducción del déficit, Hollande ha buscado un acuerdo para modificar el compacto fiscal con el fin de apoyar el crecimiento económico mediante un plan de inversiones de alcance continental. Segundo, el nuevo gobierno francés busca reabrir el debate sobre la gama de instrumentos disponibles para hacer frente a la deuda soberana y a las crisis bancarias en la zona.

Algo que los miembros de la EU podrán acordar en las próximas semanas es un incremento en el financiamiento de proyectos de infraestructura o investigación en Europa. Los llamados de Hollande a aumentar el capital del Banco de Inversión Europeo (BIE) y cambiar la forma en que se movilizan los fondos estructurales de la UE no son tan polémicos y ya están en estudio. Otras posibles fuentes de financiamiento son menos ciertas. Hollande quiere que la UE emita bonos de proyecto con respaldo del presupuesto de la unión. Es posible un acuerdo sobre un proyecto de prueba, pero sería relativamente limitado en escala (se podrían apartar entre 200 y 300 millones de euros para respaldar los bonos). El nuevo presidente francés también ha dado apoyo a la introducción de un impuesto sobre transacciones financieras dentro de la zona.

Las negociaciones sobre el manejo de la crisis serán más difíciles, en especial en vista de las actuales incertidumbres en torno a la posición de Grecia en la zona. Los problemas que enfrenta ésta van desde cuestiones inmediatas de cómo prevenir el contagio y elevar la confianza en los bancos subcapitalizados de la región hasta asuntos de largo plazo sobre el apuntalamiento institucional de los mercados de deuda soberana. A medida que va quedando clara la cuantía de los préstamos incobrables del sistema bancario español, la cuestión de conceder o no al Mecanismo Europeo de Estabilización (MEE) la capacidad de prestar fondos directamente a los bancos, en vez de mediante deuda soberana, se vuelve cada vez más urgente de resolver. Esto ayudaría a asegurar que cualquier recapitalización sustancial de un banco no sólo terminaría elevando la deuda soberana española hasta un nivel insostenible: otros dos asuntos que funcionarios franceses están interesados en volver a plantear es un posible papel del BCE como prestamista de último recurso para los estados, y esquemas potenciales para que la zona euro avance hacia la emisión colectiva de deuda mediante bonos de garantía conjunta. Alemania se ha opuesto antes a todos estos cambios.

En las próximas semanas se llegará a acuerdos, tanto bilaterales como a nivel de la UE, sobre algún paquete de crecimiento. Como mínimo, éste incluiría algún financiamiento adicional para proyectos de inversión de alcance europeo. Puesto que probablemente este acuerdo tome forma antes de las elecciones parlamentarias francesas de junio, Hollande estaría en condiciones de decir que sus demandas de políticas más orientadas al crecimiento se han validado, aunque el impacto sobre el crecimiento a corto plazo sería mínimo. En términos de manejo de crisis, Alemania podría ser persuadida de respaldar una institución de restructuración de deuda bancaria de la zona euro –idea que ha ganado apoyo entre encargados de las políticas europeos e internacionales, incluido el FMI–, aunque poner en marcha cualquier cambio a los estatutos del MEE llevaría tiempo, lo cual dejaría al BCE como la única institución capaz de preservar la estabilidad financiera a corto plazo.

A cambio del respaldo alemán a estos pasos, es probable que el nuevo gobierno francés preste menos atención a las demandas de cambios de mayor alcance en el marco institucional de la zona euro. En una entrevista con la revista en línea Slate.fr, el 4 de mayo, Hollande señaló que Alemania no debe ser capaz de bloquear simultáneamente el avance en dos frentes, negándose tanto a los eurobonos como a un financiamiento directo de deudas por el BCE (en vez de confinarse a las operaciones con bonos de gobierno en el mercado secundario). Es posible que esos comentarios sean sólo tácticas de negociación. Hollande y el nuevo primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, saben bien que no es probable que Alemania debilite su oposición a la emisión mutua de eurobonos o a un cambio radical en los estatutos del BCE. Y al igual que su predecesor, el nuevo gobierno socialista francés es muy renuente a ceder soberanía fiscal a Bruselas. Esa discusión tendrá que esperar otro día.

Traducción de textos: Jorge Anaya