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Proyecto de René Francisco Rodríguez que resume el espíritu de la Bienal de La Habana

Colectivo de artistas erige en plena capital cubana una urbe utópica: Ciudad Generosa

Construyen calles, casas y espacios donde se realizarán actividades

La obra no sólo consiste en la construcción física de las piezas, sino de la cultura que llevan dentro, dice el creador

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Entrada a la Ciudad Generosa, donde se observa del lado izquierdo la pieza Kerapakupai, de Alejandra Oliva Oliveros, que consiste en paredes de delgados hilos de nailon que semejan una caída de aguaFoto Mónica Mateos-Vega
Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 28 de mayo de 2012, p. 8

La Habana, 27 de mayo. Una urbe utópica, democrática, diversa, se construye en plena capital cubana. Se trata del proyecto Ciudad Generosa, el cual resume el espíritu que este año anima la 11 Bienal de La Habana.

En un solar semiabandonado del barrio El Vedado, el artista René Francisco Rodríguez y sus alumnos del Instituto Superior de Arte construyen calles, casas, espacios de tránsito e imaginación para después obsequiarlo a la ciudadanía.

A partir de esta semana la Ciudad Generosa estará lista para que ahí se realicen espectáculos de música, poesía y performance.

La obra no sólo consiste en la construcción física de las piezas, sino de la cultura que lleva dentro; entonces, va a estar en movimiento todo el tiempo, explica a La Jornada Rodríguez, premio Nacional de Artes Plásticas 2010.

Hace casi un año, la idea estaba planeada para ser concretada en las ruinas del legendario hotel Trotcha, ubicado a unos pasos del solar y descrito en la obra de la poeta Dulce María Loynaz, pero las autoridades negaron el permiso para intervenir el espacio debido a que se encuentra en una vía rápida.

La nueva ubicación, al lado de una siempre concurrida parada de camiones, dio un nuevo aliento al proyecto, que estos días ha sorprendido a los habaneros. Familias enteras pasean por la ciudad a escala, con construcciones transitables que ofrecen experiencias disímiles, en la cual, ante todo, se ha respetado la individualidad e ideas de cada joven artista, añade Rodríguez.

Esta es la cuarta vez que René Francisco y sus alumnos trabajan en conjunto para situar el arte fuera de los espacios tradicionales y así redefinir el discurso pedagógico sobre la enseñanza de esta disciplina.

Los niños de inmediato comprenden las metáforas plasmadas en cada pieza, por ejemplo en el espacio titulado Kerapakupai, diseñado por Alejandra Oliva Oliveros, con paredes de delgados hilos de nailon que semejan una caída de agua.

Es la lluvia, explica un pequeño a su madre que admira las sombrillas negras plantadas en el jardín, junto a esos muros transparentes. Este es el punto en la urbe que funciona como filtro, en el lugar ocurre una limpieza metafórica para aquellos que la recorren, explica la joven artista.

Otras personas deambulan por el Banco de Nubes, de Yoxi Velázquez, una tienda estilo oriental dentro de la que hay objetos (osos de peluche, cojines, frascos) que funcionan como cuerpo onírico o sueño extendido. No se necesita tener claves numéricas para acceder a este espacio caprichoso: el espectador sólo debe tener ojos limpios y disfrutar esa infinita magia que rescata imágenes empolvadas en nuestras mentes, dice la alumna de Rodríguez.

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Molino de viento, propuesta de René Francisco Rodríguez, quien coordina a sus alumnos del Instituto Nacional del ArteFoto Mónica Mateos-Vega

Coleccionistas y galeristas extranjeros también han acudido con curiosidad a visitar la ciudad donde llama la atención Un Hexágono, pieza de Fidel Yordán Castro Cabello, inspirada en el cuento La biblioteca de Babel, de Jorge Luis Borges.

Es un espacio arquitectónico hexagonal que también tiene la apariencia de un cargador de revólver. Se suma así a la idea de recinto borgeano el concepto y las implicaciones que genera un aparato cuya función es contener las municiones. ¿Es un arsenal?, comenta Castro.

También hay una casa del árbol (de Yami Socarras), un molino de viento (propuesta del maestro Rodríguez) y un espacio siempre en construcción (de Nelsón Barrera), con la peculiaridad de que se dejan materiales de construcción alrededor para que se los lleven las personas y también contribuyan a la no terminación del inmueble.

Si bien será imposible que la Ciudad Generosa se quede en ese espacio cuando concluya la bienal (el 11 de junio), debido al costo que implicaría mantenerla, el colectivo La Cuarta Pragmática (como se hace llamar el equipo de artistas) considera que podría quedarse en el solar la pieza de Anabel Zenea, una campana titulada Devociones, para ocasiones emergentes.

En el fresco interior de la estructura construida con cemento, el espectador observa en el techo, en medio de la oscuridad, la caída de una gota de agua, imagen proyectada por un aparato de video. Si dejamos esta pieza, quizá en algunos años se conozca el lugar como el parque de la campana, comentó Rodríguez.

También gusta mucho la pieza de Guillermo Cárdenas, recinto blanco que tiene como pauta arquitectónica el triángulo para conformar una suerte de capilla.

A la entrada de la Ciudad Generosa se distribuye el catálogo de la obra, impreso en formato de periódico, en el cual se reproducen textos de poetas cubanos, como Marcelo Morales, quien considera que la idea central de esta iniciativa es lo fraternal, lo social; es como si el socialismo viviera, la utopía reverdece, porque de alguna manera es sentido común. Parafraseando a René Girard, pienso que el capitalismo no es el contrario del socialismo, sino el egoísmo.