Yani Pecanins, Elsa Chabaud y Alicia Sánchez Mejorada conmemoran 100 años de la fotógrafa
Las 44 piezas en exhibición en la galería Machado Arte Espacio recrean el contexto y los ambientes de sus imágenes y su relación con los surrealistas por medio de objetos personales
las cosas olvidadas, las ruinasFoto cortesía de la galería Machado Arte Espacio
Domingo 20 de mayo de 2012, p. 2
A 100 años del aniversario de su natalicio, Kati Horna (Hungría, 1912-México, 2000) es recordada con una exposición en la que tres artistas evocan el mundo artístico y cotidiano de la fotógrafa en 44 piezas que se exhiben en la galería Machado Arte Espacio, de la ciudad de México.
La muestra 100 años con Kati Horna, la cual fue inaugurada este sábado, fecha en que se conmemoró el aniversario, recrea el contexto de sus imágenes, sus casas y talleres, cómo y con quiénes compartió su vida. También se incluyen objetos como una cámara fotográfica, espejos, conchas de mar, botellas de vidrio, un escritorio, una silla y álbumes fotográficos.
La exposición reúne obras de las artistas Yani Pecanins, Elsa Chabaud y Alicia Sánchez Mejorada, quienes plasman las enseñanzas de Kati Horna en torno a la realidad y la magia que produce un collage de objetos cotidianos.
La muestra es un homenaje a Kati Horna, quien radicó en México desde 1939, y que por afinidades afectivas se encontró ligada al grupo surrealista de nuestro país.
Remembranzas desde la memoria y los afectos, desde los recuerdos y las conversaciones que sostuvieron las artistas con Horna, inspiraron las piezas que se exhiben el espacio ubicado en Sonora 178, colonia Hipódromo Condesa.
100 años con Kati Horna permite al espectador saber cómo retrató a los personajes de la vida artística y cultural de la época, así como los recursos que empleó para adentrarse en el mundo interior de las personalidades, y revela la sensibilidad de una mujer que mostró interés por lo insólito cotidiano.
De acuerdo con Yani Pecanins, los objetos en exhibición recuperan lo cotidiano en la vida de Horna y al mismo tiempo presentan rasgos emocionales e íntimos de objetos vinculados al trabajo de la artista.
Para Alicia Sánchez, la muestra convoca esa fugacidad de tiempos traslapados, de momentos robados, capturados por la cámara de Horna, por su encantadora presencia, por su inagotable conversación que se pierde, pero que al mismo tiempo persiste en la memoria y genera en el espectador la presencia de lo maravilloso.
Los objetos que forman parte de la exposición 100 años de Kati Horna son similares a los que utilizó la fotógrafa, en una especie de juego con los espacios habitados por los modelos de los retratos.
En la exposición –señaló Pecanins– están las correlaciones del proceso creativo y la vida cotidiana de Kati Horna, objetos que en alguna ocasión inspiraron las imágenes de la artista, las piezas insólitas, incluso juguetes que describen su mirada particular.
Pecanins, quien estudió fotografía con Kati Horna, comentó que la artista de la lente siempre se preocupó por los temas cotidianos e invitaba al espectador a ver la realidad desde puntos de vista diferentes.
Alicia Sánchez consideró a Horna una mujer con sensibilidad especial para encuadrar las tomas fotográficas, porque su mirada intuía el instante, “más que atrapar la luz, creaba ambientes. Su conversación desmontaba la barrera del recelo entre fotógrafo y fotografiado.
Tenía la capacidad de cambiar la realidad, de trastocar los objetos; convertir los sujetos en objetos y dar igual importancia a las cosas, al mundo objetual, esa parte mágica y surrealista que existe detrás de las cosas.
Kati Horna –agregó Sánchez– siempre usó un juego de reflejos de la realidad, de lo que existe detrás, esa parte mítica sobre la vida. La fotografía le dio libertad para hacer encuadres diferentes: ella enseñaba a ver las cosas internas de todo.
Recordó que el secreto de Horna para realizar un buen retrato fue hacerse invisible, cómplice del modelo y ella tenía la habilidad, el placer de disfrutar del tiempo y de la conversación, de dar a cada trabajo la realización que necesita para llevarlo a cabo.
Elsa Chababud, quien presenta en la exposición una serie de fotografías de maniquíes, señaló que a Kati Horna le gustaba mucho retratar las cosas olvidadas, las ruinas
, reflejar lo insólito cotidiano de objetos inesperados y fantásticos.
La muestra gira alrededor de la mágica presencia de Kati Horna en el país y evoca la atmósfera de la artista que colaboró como reportera gráfica para distintas publicaciones mexicanas y se relacionó con los surrealistas como Remedios Varo y Leonora Carrington.
Las huellas que dejó Kati Horna en el panorama de la fotografía mexicana se exhibirán hasta el primero de julio en la galería Machado Arte Espacio de esta ciudad.