Carta dirigida a los participantes en el Blockupy Frankfurt, del 16 al 20 de mayo:
los mal adaptados del mundo, a todas y todos los que no nos conformamos con el ocaso de la humanidad:
Ahora, más que nunca, el mundo mira en dos direcciones a la vez. Una cara mira hacia un mundo oscuro y deprimente. Un mundo de puertas que se cierran. Un cerrar de vidas, de posibilidades, de esperanzas. Estos son tiempos de austeridad. Tienes que aprender a vivir con la realidad. Tienes que obedecer si quieres sobrevivir, abandona tus sueños. No pienses que vas a poder vivir haciendo lo que te gusta. Vas a tener suerte si encuentras cualquier trabajo. Tal vez puedas estudiar, pero solamente si tus papás tienen dinero. Y, aun en ese caso, no creas que vas a poder estudiar con un enfoque crítico. La crítica ha huido de las universidades, y que mejor que sea así. ¿Qué sentido tiene criticar cuando todos sabemos que el mundo está fijo en su trayectoria? No existe ninguna alternativa, sólo la realidad del dominio del dinero, así que mejor olvida tus sueños. Obedece, trabaja duro en cualquier chambita que tengas la suerte de encontrar, o si no, te espera una vida buscando en los botes de basura, porque no habrá ningún Estado de bienestar para protegerte. Mira, mira lo que está pasando en Grecia y aprende. Este es el empobrecimiento que te espera, esto es lo que te pasará si no te subordinas, este es el castigo que se imparte en esta escuela de la vida a los niños que no se portan bien, que tienen expectativas altas, que quieren demasiado.
La lección de la desesperanza la aprendió muy bien, demasiado bien, Dimitris Christoulas, quien se disparó en la Plaza Sintagma en el centro de Atenas hace unas semanas. El farmacista jubilado de 77 años que había visto su pensión aniquilada por las medidas de austeridad impuestas por los gobiernos de Europa dijo: No puedo encontrar otra solución más que terminar mi vida antes de empezar a buscar en los botes de basura para mi comida.
Este es el significado de la austeridad. Esto es lo que los gobiernos de Europa y del mundo están tratando de imponer a la gente –todos los gobiernos, todos sirvientes del dinero, ya sea que hablan desde posiciones de poder, como el gobierno alemán, ya sea que son simplemente los funcionarios del sistema bancario internacional, como Papademos o Monti. Las medidas de austeridad no imponen solamente la pobreza, cortan las alas a la esperanza.
Esta es la dirección en la cual el mundo está caminando, ¿pero no hay algo más? ¿No hay manera de cambiar el rumbo del mundo? ¿No tiene otra cara este mundo, una que mira en otro sentido?
La muerte de Dimitris Christoulas mira en dos direcciones: es una desesperanza y al mismo tiempo el rehusarse a aceptar la desesperanza. En su nota de suicidio escribe: Creo que los jóvenes sin futuro tomarán las armas un día y colgarán a los traidores de este país cabeza abajo, como los italianos colgaron a Mussolini en 1945
. La esperanza brilla en la desesperanza profunda.
La base de esta esperanza es un sencillo no. No, no aceptaremos. No, no aceptaremos lo que ustedes nos están tratando de imponer. No, no aceptaremos su austeridad. No, no aceptaremos la disciplina del dinero, no aceptaremos el asesinato de la esperanza. No, no aceptaremos las desigualdades obscenas del mundo en el cual vivimos, no aceptaremos una sociedad que nos está arrojando hacia nuestra propia destrucción. Y no, no propondremos políticas alternativas. No queremos resolver sus problemas porque la única solución a los problemas del capital es nuestra derrota, el futuro del capitalismo es la muerte de la humanidad. Aun si el capital resuelve esta crisis, la próxima no va a estar muy lejos, y todavía más destructiva. No los vamos a obedecer, políticos-banqueros, porque ustedes son el pasado muerto, nosotros somos el futuro posible. El único futuro posible.
Esta es nuestra esperanza: nosotros somos el único futuro posible. Pero nuestro futuro posible es nada más una posibilidad. Su realización depende de nuestra capacidad de voltear al mundo.
¿Cómo cambiar el rumbo del mundo? Christoulas habla de los jóvenes que van a tomar las armas y colgar a los políticos de las lámparas. Esta idea se vuelve cada día más atractiva, y los políticos del mundo saben que no es simplemente una fantasía: por eso los políticos en Grecia tienen miedo de salir a la calle, por eso están dando más y más armas y poderes a la policía en todo el mundo. Sin embargo, por atractiva que sea la idea, no es a través de las armas que podamos darle vuelta al mundo y crear algo nuevo. Nuestra rabia es de otro tipo.
Rabia y amor. Rehusar y crear. Esta es la única forma de darle vuelta al mundo. El amor va de la mano con la rabia, la creación brota de la negación. Nosotros somos la furia de un mundo nuevo que está empujando hacia adelante y rompiendo con la obscenidad apestosa del viejo. Nuestra furia no es la furia de las armas –la violencia es el arma de ellos, no la nuestra. Nuestra furia es la furia de la negación, de la creación frustrada, de la indignación. ¿Quiénes son esta gente, los políticos y los banqueros, que piensan que nos pueden tratar como objetos, que piensan que pueden destruir el planeta, y sonreír mientras lo hacen? Son nada más que los sirvientes del dinero, los defensores viles y asesinos de un sistema agonizante. ¿Cómo se atreven a tratar de quitarnos la vida, cómo se atreven a tratarnos así? Nosotros rehusamos, nos negamos.
Gritamos un no
masivo que resuena en todos los rincones del mundo, pero nuestra negación significa poco si no está apoyado por una creación alternativa. Nuestro no al mundo viejo no se puede mantener si no creamos un mundo nuevo aquí y ahora. La rabia de nuestra negación se desborda en una creación nueva. La democracia representativa ha fracasado y construimos una democracia real en nuestras plazas, nuestras asambleas, nuestras protestas. El capital es incapaz de proveer las necesidades básicas de la vida y entonces formamos redes de apoyo mutuo. El dinero destruye, y entonces decimos no, vamos a crear otra lógica, otra forma de juntarnos
, y así proclamamos ninguna casa sin luz
y organizamos la reconexión de la luz cada vez que se corte. Los recaudadores de deudas vienen a quitarnos nuestras casas y organizamos protestas masivas para pararlos. La gente tiene hambre y creamos jardines comunales. La búsqueda de la ganancia masacra a los humanos y los no humanos y entonces creamos nuevas relaciones, nuevas formas de hacer las cosas. El capital nos expulsa de las calles y de las plazas y nosotras y nosotros ocupamos.
Todo esto no es suficiente, todo es experimental, pero estos son los caminos a seguir, esta es la otra cara del mundo actual, este es el mundo nuevo de reconocimiento mutuo que lucha por nacer. Tal vez no podemos cambiar el mundo entero para que sea como lo queremos, pero sí podemos crear este mundo nuevo y lo estamos creando aquí y aquí y aquí y ahora, estamos creando grietas en el sistema, y estas grietas van a crecer y extenderse y multiplicarse y juntarse. No vamos a aceptar el ocaso de la humanidad. Lo podemos parar, lo vamos a parar, vamos a cambiar el rumbo del mundo.