La novena edición del foro de arte europeo contemporáneo será en Genk, Bélgica, adelanta
La pintura al óleo de hoy son los videos, dice a La Jornada el crítico e investigador de la UNAM
Carlos Amorales y Antonio Vega Macotela, únicos participantes en representación de México
Sábado 19 de mayo de 2012, p. 2
Florencia. La novena edición de Manifesta, Bienal Europea de Arte Contemporáneo que se desarrollará del 2 de junio al 30 de septiembre, en Genk, Bélgica, tiene como curador en jefe al crítico de arte, académico e investigador mexicano Cuauhtémoc Medina.
Además de ser intinerante, el encuentro se caracteriza por su anticonvencionalidad y fuerte enraizamiento territorial.
Medina, integrante del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) –en entrevista con La Jornada– explica su participación en ese foro y el por qué de la escasa presencia de artistas mexicanos seleccionados (sólo dos), así como los objetivos de la bienal.
–¿Qué es Manifesta?
–Es una bienal única por ser migratoria; eso la emparenta en gestión y operación con los encuentros de carácter internacional. Es explícita en la necesidad de formular un proyecto que tenga especifidad de sitio y que aporte visibilidad al lugar que la acoge e integración al circuito global. Su peculiaridad permite reflexión y experimentación en el ámbito curatorial.
Legado de la minería de carbón
–¿Por qué fue seleccionado un curador latinoamericano, si se trata de una bienal europea?
–Manifesta organizó por primera vez, en 2010, un concurso cerrado. En mi proyecto destaqué el legado industrial de la minería del carbón, así como la voluntad de los ex mineros de crear instituciones activas, como museos que generen de desarrollo.
“Mi propuesta fue mixta: una exhibición histórica, otra de cuestiones patrimoniales de la memoria y una más de arte contemporáneo con menos de 40 artistas, reducida respecto del canon de esos encuentros para evitar la sensación de pérdida de claridad argumental que percibo en las bienales recientes que sólo se plantean como una fosa común de arte contemporáneo.
Es un hecho singular que me hayan llamado a concurso en una bienal de este tipo, aunque curiosamente ha coincidido este año con la nómina de curadores latinoamericanos a tres bienales más: Dublín, Lyon y Estambul.
–¿A qué se debe?
–El arte contemporáneo latinoamericano está ya integrado a la red de operación global. Los artistas trabajan sin necesidad de un reclamo identitario, sino como parte del debate general. Lo mismo sucede con los curadores.
Introduje algunos artistas de Latinoamérica, pero sólo vinculados con el concepto de la exhibición que mira a la reflexión del arte ligado a la producción material.
–¿Por qué privilegió a artistas belgas, holandeses y británicos?
–En Bélgica, Holanda y Gran Bretaña el enlace con la minería y el desarrollo de la industria posee mayor peso específico. Es una bienal que necesita entablar un diálogo con un público local que no va a bienales de arte contemporáneo, compuesto por migrantes que llegaron a trabajar en las minas de carbón, aunque intentamos también atraer a un público internacional.
Mi formación de historiador en la UNAM, con énfasis en el marxismo y en la historia social fueron decisivos.
–¿Cómo eligió a los artistas?
–La fase de investigación implicó viajar mucho y conocer artistas. Tengo apoyos indispensables de co-curaduría, como Katerina Gregos, quien me ayudó a evitar trampas y falsas posiciones en las que podía yo incurrir al trabajar en un país como Bélgica. Dawn Ades es mi co-curadora de la sección histórica y cuento con más colaboradores.
Revisamos y exploramos a unos 250 artistas, entre visitas a estudios y acercamientos.
–¿Cuál es su línea curatorial?
–Las obras de arte de la sección contemporánea tienen que interactuar con una situación complicada, porque ésta es una antigua mina de carbón de 24 mil metros cuadrados a la que decidimos remodelar lo menos posible.
“Quisimos controlar la cantidad de material en video, reducirlo de manera comparativa con lo que sucede en las bienales contemporáneas, pues de no hacerlo la apreciación de las obras es muy difícil, si no es que defectuosa y porque tengo la convicción de que la pintura al óleo de hoy son los videos; si antes las pinturas llegaban a las exposiciones casi sin secar, hoy los videos lo hacen sin acabar.
“No buscamos una exhibición de proyectos de sitio específico ni comunitarios; nos interesa salir de la geografía de identificación parroquial para que la exposición tenga la sensación de sitio específico y de integración social sin delegarlo a los artistas.
–¿Habrá actividades paralelas?
–Sí, un congreso en septiembre, académico y político para repensar el papel del legado patrimonial industrial de esa región. Proporcionaremos además un mapeo que identifica más de 80 exhibiciones y actos en toda la región que circunda a Genk: Alemania, Holanda, Francia y Bélgica.
Francis Alÿs, ausente
–¿Por qué se eligió Genk?
–Eso se definió antes de mi llegada. Manifesta es una organización con base en Ámsterdam que intenta asociarse con regiones interesadas en montar la bienal a partir de una implicación económica unida a un potencial de desarrollo cultural. Manifesta actúa, por tanto, como efecto detonador.
–¿Qué implicación tienen con el tema los únicos dos artistas mexicanos seleccionados?
–Carlos Amorales ha tenido varias obras ligadas con procesos productivos. Presenta un dispositivo para dibujar con carbón.
–¿Y Antonio Vega Macotela?
–Ha trabajado el año reciente en Bolivia la relación coca-minería. La obra que incluimos es una bola de coca mascada por un minero durante una jornada laboral.
–Sorprende la ausencia de Francis Alÿs en la exposición, pues es belga y usted un crítico muy cercano a él. ¿Por qué?
–Alÿs crea ahora una obra en una dirección distinta. Mi lista de artistas es muy diversa, no incluye los sospechosos usuales
. Francis está involucrado con un proyecto muy importante para otra bienal, aunque me asesoró con algunas cosas.
(Más información sobre la bienal en el sitio electrónico: www.manifesta9.org)