El uso de encuestas para conocer las preferencias electorales de la población no puede convertirse en instrumento de manipulación, pues retrata una tendencia momentánea (...) pero no es el resultado final de la contienda, advirtieron especialistas en ciencias sociales y política de la Universidad Iberoamericana (Uia).

Ante una legislación electoral que aún no regula con precisión los límites en el uso de esos instrumentos, que son importantes en una democracia, siempre y cuando se mantengan en un marco de transparencia, los ciudadanos debemos considerar que sólo son una fotografía instantánea de un determinado momento de la contienda; no es la imagen final del último segundo, donde se da un seguro ganador.

Enrique Gutiérrez Márquez, catedrático de la (Uia) y especialista en materia electoral, destacó que las casas encuestadoras deben ser más responsables con lo que publican y cómo se difunde, pues aunque aseguran que no hacen pronósticos, en los hechos asumen resultados con características muy parecidas a pronosticar ganadores.

Añadió que esos sondeos son una fotografía que se queda con la imagen del momento en que fueron levantados, pero esto no garantiza que así será el resultado de la elección. Este es un elemento muy relevante, por lo que las encuestadoras deben asumir su responsabilidad.

Esas empresas suelen jugar con esta expectativa de ganadores, lo que les permite, si atinan en sus resultados, incrementar su porcentaje de credibilidad y, con ello, de clientes potenciales, agregó.

Gutiérrez Márquez, también profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México, subrayó que se debe tener especial cuidado en la regulación de las casas encuestadoras, porque generan expectativas, es decir, si ellas dicen quién va a ganar no tiene ningún sentido que la ciudadanía salga a votar. Pueden generar incentivos o desincentivos para acudir o no a las urnas, cruzar el voto en blanco o asumir que se sigue al partido ganador.

Carlos Manuel Rodríguez, investigador de la Uia, experto en ciencias sociales y política, afirmó que en todos los sistemas democráticos del mundo los sondeos de opinión son un elemento importante, si se trata de instrumentos con rigor técnico y con autonomía respecto a los actores estratégicos que están en la contienda, es decir, de los candidatos y partidos.

Una encuesta en una elección democrática permite visualizar la diferencia entre candidatos fuertes y débiles, es decir, quienes han crecido en su probabilidades de ganar y quienes no.

Eso puede concentrar la atención de un elector racional, inteligente, informado, que no quiera desperdiciar su voto, porque no está dirigida al elector ideológico y alineado, para quien esa información es irrelevante.

Los sondeos, explicó, difunden estados de expectativas favorables o negativas hacia los candidatos, que ciertos electores sí toman en cuenta al emitir su voto; por eso son importantes.

Sería muy triste que las encuestadoras en México, que se caracterizan por seguir a determinados partidos, se presten al juego de los candidatos y hagan pública información deformada sobre la fortaleza de los aspirantes, pues se tiende a producir un efecto equívoco y confuso que impacta a parte importante del electorado, dijo.