Hoy, última cita del quinteto argentino con el público mexicano
Domingo 22 de abril de 2012, p. 6
Un diván, una silla roja, cinco esmóquines y la oscuridad en pleno escenario: la agrupación argentina Les Luthiers ofreció terapia contra la neurosis en el Auditorio Nacional.
El público asistió la noche del viernes a la primera dosis de comicidad armónica, con algo de ayuda de Sigmund Freud. La sesiones del tratamiento continuaron el sábado y el domingo.
Lutherapia se titula el espectáculo, estrenado en 2008, y que presentó en su visita a nuestro país el quinteto de músicos, integrado por Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich.
Varias consultas entre sicoanalista y paciente condujeron el espectáculo de casi dos horas, para develar el misterio de la incapacidad del enfermo para escribir un ensayo sobre la influencia de la semiología estructuralista musicológica en las obras del célebre autor Johann Sebastian Mastropiero
.
Una opereta medieval, historia de cruzados, un arcángel y una harpía abrieron el show cómico musical, donde canciones sobre alucinaciones, recuerdos y referencias filosóficas dejaron entrar en la mente del analizado en el diván, frente a miles de espectadores que abarrotaron el Auditorio y no dieron constancia de discreción con sus constantes carcajadas.
Un vals geriátrico, una balada sobre el silencio en la campiña, un azules (o sea, un blues) y hasta una cumbia sobre los dilemas del amor y la epistemología, fueron algunos de los 10 temas que interpretaron con los instrumentos artesanales que han caracterizado a la agrupación desde 1967.
Un luthier, o laudero, es aquel que construye instrumentos de cuerda. Por ejemplo, el que usaron durante el exorcismo coral sinfónico que anunció el fin del mundo y la llegada del anticristo, con la extravagante y colorida exorcítara. O un duelo de blues, entre piano y el bolarmonio, donde se notó que la bola es más rápida que la tecla. Este último instrumento, especie de órgano formado por pelotas plásticas que al ser presionadas despiden aire sonoro, creación de Fernando Tortosa, quien ganó un concurso para celebrar los 40 años de Les Luthiers.
Entre temas musicales, aparecieron los diálogos con juegos de palabras, significados y sonidos, como el tarareo conceptual, del famoso y tan citado Mastropiero, quien propone que en lugar de utilizar simples sílabas sin significado, se usen palabras: pararon por queso, pararán por pan.
Y más que una introyección
de la pulsión depresiva superyoeica o la somatización de dolor por el abandono amoroso, la terapia Luthier demostró que se necesita una receta para reír de manías, fobias y angustias.
Si Freud pudiera opinar más allá del complejo del hipo
podría prescribir contra la neurosis citadina dos horas de risotada facilota y musical, quizá más efectiva que 10 años de terapia cara a cara, y re-cara, sobre el diván.