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Muestra su obra más reciente en el Pabellón de Arte Contemporáneo de Milán

Por primera vez, Marina Abramovic lleva su método creativo a Europa

Icono del performance, potencializa la participación del espectador y éste termina por convertirse en protagonista y centro de la acción, mediante la eliminación de la artista

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Marina Abramovic, en MilánFoto Alejandra Ortiz
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Marina Abramovic en un instante de su propuesta estética más reciente, que muestra en MilánFoto Cortesía de la artista y la galería Lia Rumma, Milán/ Nápoles
Especial
Periódico La Jornada
Miércoles 11 de abril de 2012, p. 6

Milán. El Pabellón de Arte Contemporáneo (PAC) presenta por primera vez en Europa The Abramovic Method, con curaduría de Diego Sileo y Eugenio Viola.

Se trata del trabajo más reciente de Marina Abramovic (Belgrado, 1946), luego de su anterior y extenuante performance titulado The Artist Is Present (2010), en el MoMA de Nueva York (La Jornada, 20/3/10).

Abramovic, icono del performance, a lo largo de 40 años ha utilizado su cuerpo como vehículo creativo y comunicativo de acciones, a veces extremas, con la finalidad de inducir al espectador a reflexionar a través de la transmisión de sentimientos angustiosos y dolorosos.

Ahora propone una obra muy distinta, fruto de una búsqueda decenal basada en la potencionalización de la participación activa del espectador hasta volcar las partes en un acto extremo: la eliminación total del artista en favor del espectador, que termina por convertirse en protagonista y centro de la acción.

Mayor vínculo con el público

En la cima de la fama, su retrospectiva en el MoMA consagró a Abramovic y su presencia supera la frontera del museo, al aparecer en los medios de comunicación.

Sólo en Milán, además de su presencia en el PAC, la artista tuvo una agenda apretada e inédita: dictó la conferencia The past: future and present of performance art y proyectó algunas de sus obras del pasado; promovió el documental The artist is present en estreno nacional.

Participó también en la inauguración de una muestra complementaria en la galería Lia Rumma, que anuncia la nueva tendencia del arte de Abramovic, a diferencia de los años 70, donde se sometía a pruebas de resistencia física y síquica. Ahora se interesa por el concepto de duración y por una mayor relación con el público.

La apoteosis-fetiche exhibe 14 esculturas puestas en pedestales de vidrio, realizadas con la calca de su cabeza, y atravesadas por cristales de cuarzo, complementadas por un grupo de enormes fotografías que muestran los gestos esenciales para elevar su espíritu.

Pareciera que la artista, divertida, se mofa de la sociedad, que piensa que sus acciones siguen teniendo un sentido secreto, y le toma irónicamente el pelo a la vacuidad y al mercado, cual observadora atenta y provocadora de la colectividad, que aparece sufrida, enajenada, sola, vacía, urgida de ídolos.

Abramovic, vestida siempre de negro, carismática, bella, en actitud chamánica, pareciera querer guiar al pueblo descarriado y para ello se da a la tarea de absorber en su persona lo que Willigis Jäger menciona como necesario para alcanzar lo divino: la unión de la espiritualidad catafática, hecha de imágenes y símbolos (la suya), con la espiritualidad apofática de la conciencia pura y vacía que se alcanza con el silencio y la meditación.

El método Abramovic mantiene en la teoría un fulgor de la ética performativa, que consiste en transformar no sólo al practicante sino también al observador. Está convencida de que su experiencia puede transmitirse sin su presencia y para ello ha entrenado a sus asistentes. Estuvo presente sólo una semana al comenzar el proyecto, el cual incluyó sesiones extraordinarias en la apertura a periodistas y para políticos, entre los cuales figuró Stefano Boeri –consejero de Cultura de Milán–, amigo de la artista, quien, agotado, se desmayó al finalizar el performance.

El proyecto no deja fuera, como todo museo responsable, a los niños, quienes en las pequeñas sillas vivirán su primer momento performativo.

Tiempo robado

En las salas del PAC, Marina ha seleccionado personalmente un espacio amplio, luminoso y con grandes salas paralelas que semejan escenarios. Una línea en el piso divide al actor y al espectador; el primero ocupará las escasas instalaciones a disposición, que lo mantendrán en posturas comunes: sentado, acostado o de pie. La esencialidad oriental es reforzada mediante minerales que facilitarán la transmisión energética (amatista, cuarzo y turmalina).

Cada uno de los grupos formados por 21 personas firman con antelación un contrato comprometiéndose a una actitud de entrega, participación y compromiso, además de llevar a término el performance en las dos horas y media de duración.

A cambio del tiempo robado, Abramovic se responsabiliza de transmitir el aquí y el ahora, además de la posibilidad de introspección al eliminar la tecnología, comenzando por los teléfonos celulares y objetos personales, que se depositan de manera previa en un locker y por último entregar un trofeo, que es el diploma de participación con la firma de puño y letra de la artista.

La persona sólo necesita estar en una posición, que cambiará al cabo de un tiempo, y experimentar todas.

The Abramovic Methode concluirá exhibición en Milán el 10 de junio.