El sargento Bales enfrenta cargos de homicidio en un tribunal militar estadunidense
Entregan en Panjwai 50 mil dólares por cada víctima mortal y 11 mil por cada herido
Autoridades insisten en que el atacante actuó solo, pese a testimonios de que fueron varios
Lunes 26 de marzo de 2012, p. 28
Kabul, 25 de marzo. El ejército de Estados Unidos indemnizó a familiares de los 17 afganos asesinados por el sargento estadunidense Robert Bales –quien presuntamente actuó en solitario– hace dos semanas en la provincia sureña de Kandahar, en una de las peores matanzas cometidas por la fuerza militar extranjera en una década de ocupación, informaron autoridades locales.
Los familiares de las víctimas recibieron 50 mil dólares por cada uno de los muertos y 11 mil dólares por cada herido. Las indemnizaciones se suman a compensaciones anunciadas en días pasados por el presidente afgano, Hamid Karzai, del orden de los dos mil dólares.
El pronto pago fue hecho durante una visita de militares estadunidenses a los familiares en el distrito de Panjwai, al tiempo que le fueron imputadas 17 acusaciones de asesinato a Bales y una por intento de homicidio, en un tribunal militar en Estados Unidos, donde está preso.
Los militares estadunidenses se apresuraron no sólo a pagar las indemnizaciones, sino también a señalar que el multihomicidio fue obra de una sola persona, a pesar de que testigos e investigadores judiciales afganos dijeron que varios estuvieron involucrados en los hechos de la madrugada del 11 de marzo.
Una de las versiones conocidas hasta ahora, producto de las pesquisas de los militares estadunidenses, es que Bales cometió la matanza en dos episodios la misma noche. Al final, según la información oficial difundida desde hace dos semanas, el sargento se entregó
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Los cargos contra el sargento confirman la idea de que Bales actuó en solitario, a pesar de que los testigos en Panjwai dijeron que esa noche vieron dos grupos que sumaban unos 20 militares en la zona. Los funcionarios afganos dijeron haber encontrado muchas huellas de botas dentro y fuera de las viviendas donde fueron asesinados los campesinos.
Bales, preso en un cuartel en Kansas, quemó los cadáveres y volvió a su base, según la información disponible hasta hoy.
Los asesinatos han dañado aún más las relaciones entre Estados Unidos y Afganistán, mientras las fuerzas extranjeras se preparan para ceder responsabilidades de seguridad a fuerzas afganas antes de una retirada prevista para finales de 2014.
En tanto, una bomba detonada a control remoto en el sur de Afganistán causó la muerte de siete policías afganos, un soldado del ejército de ocupación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y su intérprete.
La bomba estalló la noche del sábado al paso de una patrulla de la policía afgana y la OTAN en el distrito de Arghandab, en la provincia de Kandahar.
En un comunicado la ISAF confirmó la muerte de uno de sus soldados en el atentado, sin dar detalles sobre su identidad o nacionalidad. El ataque fue reivindicado por el talibán, la fuerza político militar que resiste la ocupación extranjera iniciada en noviembre de 2001.
En la provincia de Laghman se celebró una ceremonia en la que se graduaron ex talibanes y sus familias tras haber tomado talleres en diversos oficios; el gobierno local entregó máquinas de coser a esposas de ex militantes que han abandonado la guerrilla y se han reintegrado a sus comunidades.