El baño de Frida, 25 fotografías de Graciela Iturbide, abre el jueves
paz dolorosade Kahlo
Domingo 25 de marzo de 2012, p. 4
Después de exponerse en Washington, Cerdeña, Puebla y varios espacios de la ciudad de México, llega a su lugar más lógico la muestra El baño de Frida, 25 fotografías de Graciela Iturbide, que ahora se enriquece con el arte sonoro, electroacústico, de Manuel Rocha Iturbide, su hijo.
La exposición se monta en tres salas del anexo de la Casa Azul –dos para la imagen y una para el sonido–; se inaugurará el 29 de marzo y permanecerá hasta el 22 de julio, para seguir su itinerancia por el país y el mundo.
Ese baño y otros espacios de la Casa Azul fueron cerrados por Diego Rivera en 1957, con la instrucción de que se abrieran algunos años después; Dolores Olmedo prefirió que eso se hiciera hasta que ella muriera.
Fue hasta 2004, casi medio siglo después, que el baño y los otros espacios se abrieron, en medio de una expectación colmada por los objetos de Frida redescubiertos: espejos, prótesis, corsés ortopédicos, muletas, huipiles, medicinas, animales disecados, carteles, documentos y otros.
Mucha información y varias muestras han salido de ahí, como en la que ahora participan, por segunda vez de manera conjunta, Iturbide y Rocha.
Un día, invitada por Hilda Trujillo, directora del Museo Frida Kahlo, Graciela Iturbide comenzó a fotografiar las cosas del lugar, pero no como fueron encontradas, sino moviendo una u otra, sobre alguna superficie o colgándola en la pared.
El resultado, imágenes que revelaban una nueva visión de esos viejos objetos, e incluso una sensación más apacible e íntima del mundo de la pintora, distante de la más conocida del dolor y el sufrimiento físico.
Años después, invitado por Álvaro Hegewisch, director de la Fonoteca Nacional, el artista sonoro Manuel Rocha Iturbide acudió al lugar, y a partir de ahí comenzó a crear una singular obra auditiva, cercana y a la vez muy diferente de la realizada por su madre.
Tomé todos los objetos que estaban en desorden y los interpreté en los muros del baño. Por ejemplo, tomé el corsé y lo puse aquí, tomé la bata (con pintura y sangre) y la puse allá. Puse unos pájaros disecados sobre la bata que encontré en el roperito; la tortuga la puse en la tina. Como eran objetos de Frida, los tomé y los interpreté a mi manera
, dice Iturbide en breve entrevista.
–¿Cuál fue la reflexión y la emoción que te llevaron a hacer esa interpretación?
–Fue algo muy fuerte. Todavía tenía un olor de 50 años muy fuerte. Todo lo hice de manera muy inconsciente. Quise darle su lugar a cada objeto que ella usó durante su enfermedad y mientras pintaba.
Un tanto diferente a quienes perciben sensaciones de paz o tranquilidad al ver sus fotos del baño de Frida, Iturbide comenta: Yo no había visto la paz, yo había visto sus objetos, que tenían que ver con el sufrimiento, y ya
.
Durante el anuncio de la exposición, Iturbide compartió su admiración por esta mujer que, aún sufriendo, pintaba
.
Manuel Rocha comentó que la Casa Azul le gustó desde niño, pero que siempre le ha costado trabajo procesar la obra de Frida. Respecto de su obra, a la que considera sutil y minimalista
, dijo que no se trata de un diseño sonoro, sino de una pieza en sí misma.
“Cuando vine a grabar el cuarto casi ya no había objetos, la tina estaba llena de cosas encimadas, pero estaba la cajonera, que también tiene que ver con ese espacio interior, íntimo. Jugué con los cajones, hice sonidos adentro del cuarto, porque hago música a partir de los espacios, con técnicas electroacústicas.
“La obra que hago está influenciada, por un lado, por la paz que encuentro en las fotos de Graciela y, por otra, en la tina, los cajones, los pájaros, los insectos, relacionados con el imaginario de Frida y su pintura.
Siempre buscaba ese momento bizarro, de ensoñación, pero finalmente de paz. Frida también debió haber encontrado la paz mientras pintaba.
Durante el anuncio también participaron Hilda Trujillo y Carlos Phillips Olmedo, director general de los museos Dolores Olmedo, Diego Rivera-Anahuacalli y Frida Kahlo, quien dijo que la exposición comparte un aspecto no percibido de la pintora, una Frida tranquila, una paz dolorosa, o una dolorosa paz
.