Dibujar siempre y no olvidarse que la conexión cerebro-mano no es nada más por el teclado. Es como conseguir un espacio y que lo puedan dibujar, no con la máquina, expresa el arquitecto Teodoro González de León (DF, 1926), cuya exposición Croquis y maquetas se inaugura hoy en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) para celebrar el sexto aniversario de esa institución fundada en Etla, Oaxaca, por Francisco Toledo.

El lunes próximo, el arquitecto se reunirá en el CaSa con estudiantes de arquitectura, a quienes reiterará su convicción de que alguien se dañaría muy fuerte si se pierde la conexión cerebro-mano.

No obstante los avances tecnológicos, González de León asienta que el acto creativo sigue igual, inmóvil. Es un proceso angustioso, el prueba y error que se da aquí nada más (señala su cabeza), en el cerebro. Y hay que transmitirlo a croquis rápidos, pequeños, que no se pueden hacer en computadora, además, cuesta más trabajo. Con el garabato fijo una idea y empiezo a explorarla. Este proceso no cambia y no creo que cambie mucho porque es el proceso creativo.

Por otro lado, la tecnología ha ayudado a que ciertas complejidades geométricas y matemáticas se pueden hacer mucho más fácil. Si Félix Candela hubiera tenido eso hubiera hecho locura y media.

Sin embargo, mientras el entrevistado no maneja las máquinas; ya no puedo, no tengo tiempo, sus colaboradores han perdido la capacidad de dibujar una línea, un trazo, porque las líneas las hacen por instrucción. No sé hasta qué punto se va a modificar su relación cerebro-mano. Ya no saben dibujar, lo saben hacer en la computadora, pero una línea, una curva se traza con instrucciones, con teclado, no haciendo así (realiza un movimiento con la mano). Hay unos que utilizan el iPad y pueden trazar, pero eso todavía es muy precario.

CaSa, lección para muchos museos

–Las ideas, ¿cuándo llegan?

–Ese es el gran misterio, porque vienen de repente. Uno visita el sitio varias veces y nada, pero de repente ve un libro, o algo similar o algo viejo y surge una idea. Una charla más fuerte con el cliente, explicando el programa, aparece una idea también. No hay métodos. En las escuelas les enseñan que sí hay métodos –es un envenenamiento tonto–, usted debe tener un concepto primero, sino qué horror.

González de León explica que no conocía el CaSa restaurado, pero fue a ver una exposición de Jan Hendrix allí y me sorprendió bárbaramente el sitio. Es un paraíso. El juego de agua-espacio es un tejido con el paisaje. Es un lugar fuera de serie en México, una lección para muchos museos.

Luego le propusieron la exposición, primero de maquetas, que no hubiera plantas. Después, Patricia Álvarez, museógrafa de la muestra, dijo que lo podíamos combinar con croquis, porque la arquitectura se gesta con volúmenes, maquetas y croquis. El trabajo arquitectónico se hace con pequeños croquis, hago los primeros del tamaño de un timbre postal y los paso de inmediato a una maqueta, aunque sea muy pequeña también.

–¿Las personas piensan que la arquitectura es arte?

–Hay confusión respecto de eso. No toda la arquitectura la piensan como arte, sino como una vulgaridad comercial. Diría que 90 por ciento, por lo menos. Entonces, pensarla como arte es distinto, es pensar su relación con la ciudad y que siempre sea un elemento que brille, que irradie, que el espacio público juegue con ella. Esa es la tarea de la arquitectura y que los espacios sorprendan y emocionen. Allí entramos a otro terreno.