La toma de protesta del abanderado de Movimiento Ciudadano, una fiesta popular
Es sincero nuestro llamado a la reconciliación; no odiamos a nadie, no queremos venganza
El teatro Metropólitan, insuficiente para albergar a los simpatizantes del político tabasqueño
Lunes 12 de marzo de 2012, p. 7
Si se mide por la intensidad de los aplausos, tres fueron los momentos del discurso de Andrés Manuel López Obrador que recibieron mayor aprobación de quienes asistieron al teatro Metropolitan para atestiguar su toma de protesta como candidato formal a la Presidencia por el Movimiento Ciudadano (antes Convergencia): cuando refrendó el compromiso de defender el patrimonio nacional (entiéndase petróleo); cuando expresó la certeza de que son millones los que quieren el cambio verdadero
, en oposición a más de lo mismo
, y cuando afirmó –evocando a Benito Juárez– que el triunfo electoral de la derecha y los conservadores es moralmente imposible
.
Como era de esperarse, el recinto fue insuficiente para acoger a los simpatizantes de la causa lopezobradorista en lo que fue la primera de tres tomas de protesta que el político tabasqueño llevará a cabo (las dos restantes serán por el PRD y por el PT, en ese orden). Las más de 3 mil butacas de aforo resultaron insuficientes para recibir a todos los que querían acompañar a quien seguramente será el próximo presidente de México
.
A las 10:15 de la mañana llegó hasta el presídium el líder del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), después de sortear los tumultos que su presencia provoca. Traje negro, camisa blanca y una significativa corbata anaranjada (color distintivo de Movimiento Ciudadano).
Una fiesta popular
Entre la militancia de a pie la reunión tuvo el tono de una fiesta popular, con música de banda en vivo, porras, playeras alusivas, consignas, banderines, saltimbanquis, confeti y las infaltables matracas. Sin embargo, flaco favor le hacían a un acto cívico de izquierda los animadores que, a manera de posconmemoración del Día Internacional de la Mujer, elogiaban la labor de nuestras madres, nuestras esposas, nuestras hijas
y arengaban a la audiencia con gritos de ¡Arriba las mujeres!
En otro plano, el de los dirigentes y representantes destacados de las diferentes fuerzas que apoyan a López Obrador, la ceremonia estuvo cargada de esos mensajes imperceptibles para los no enterados, pero tan elocuentes para los que dominan los lenguajes no escritos de la política. Porque no era gratuito que, además del dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, Luis Walton, los más cercanos físicamente al candidato fueran Miguel Mancera, candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal, así como María Elena Orantes y Enrique Evier, aspirantes a las gubernaturas de Chiapas y Guanajuato, respectivamente. Estaban recibiendo el espaldarazo.
Y aunque no tuvieron acceso al estrado, también fueron significativas las presencias de Jesús Zambrano, presidente nacional del PRD; de Manuel Camacho Solís, coordinador de Diálogo para la Reconstrucción de México; del presidente nacional del Partido del Trabajo, Alberto Anaya, o de Dolores Padierna, secretaria general del PRD, y Porfirio Muñoz Ledo. Todos, representantes de tendencias diversas y hasta antagónicas de esta izquierda que, pese a la disputa bajo la mesa por las candidaturas al Senado y a la Cámara de Diputados, se esfuerza por mantenerse unida en torno a López Obrador y, por consiguiente, a lo que en número de votos representa el tabasqueño.
La primera intervención estuvo a cargo del senador Dante Delgado, quien dio la bienvenida a López Obrador. Siguió en el mismo tenor, quizás más efusivo, Luis Walton.
Al comienzo de su discurso, el hoy candidato oficial de Movimiento Ciudadano hizo un recordatorio: Como pocas veces en la historia, estas elecciones serán decisivas, los mexicanos vamos a elegir entre cuatro candidatos (omitió los nombres y partidos de los demás contendientes) a la Presidencia, pero en realidad, en esencia, habrá que definirse entre dos opciones, dos proyectos distintos y contrapuestos de nación
.
Tres de ellos (era clara la alusión a Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y Enrique Quadri) representan “más de lo mismo.
“Nosotros –enfatizó, así, en plural– proponemos una alternativa, el cambio verdadero.”
El tabasqueño impregnó a sus palabras un tono vehemente, pero pausado, sereno. Esta vez no se refirió a la república amorosa
, como había venido haciendo en los meses recientes, pero sí insistió en que “es sincero nuestro llamado a la reconciliación.
“Nosotros –subrayó– no odiamos a nadie, no queremos venganza, sino justicia”, y en las lamentables circunstancias en que se encuentra nuestro país, lo más importante de todo es unirnos, todos los mexicanos, para salvar a México.
Fue breve su intervención, pero suficiente para lograr la aclamación de los asistentes que, no conformes que haberlo visto y escuchado, querían formar parte de la valla que los despidió, una compacta marejada humana en la que parecía ahogarse en medio de abrazos, peticiones de fotos, saludos de manos o simples palmadas.
Así concluyó la toma de protesta de Andrés Mnauel López Obrador como candidato presidencial del partido Movimiento Ciudadano a la Presidencia de la República.