Muy temprano, jaraneros entonaron las Mañanitas para la patrona de Tlacotalpan, Veracruz
Como es tradición, los visitantes y los cuenqueños de siempre flanquearon el paso de la efigie rumbo al río Papaloapan
Jóvenes de Salvador de Bahía, Brasil, ofrendaron flores y cantos
Viernes 3 de febrero de 2012, p. 8
Tlacotalpan, Ver., 2 de febrero. Religiosidad y paganismo se funden en las festividades a la Virgen de la Candelaria, en esta pequeña población de la ribera veracruzana, desbordada estos días de vendedores, visitantes extranjeros y los cuenqueños de siempre, empeñados en salvaguardar sus tradiciones, donde el son y la décima, hija de la espinela andaluza, perviven como muestra de que Tlacotalpan vive en este 2012, a pesar de inundaciones y malos augurios.
Hasta los no creyentes se persignan al paso de la imagen de una virgen de cabello castaño largo y liso hasta la cintura, que en punto de las 16 horas interrumpe la música y la borrachera de los pequeños soportales tlacotalpeños que empezaron su fiesta etílica horas antes: todos se ponen de pie ante el paso de la imagen llevada en andas, con su vestido albo y sus guardianes, rumbo al caudaloso Papaloapan, río que se observa manso y tibio en la tarde sotaventina, plagada de cohetones y cánticos.
Gran parte de los políticos veracruzanos se congregaron aquí: el gobernador Javier Duarte de Ochoa arribó temprano para dirigirse, acompañado por su esposa Karime Macías, a la pequeña iglesia dedicada a la virgen de las candelas, que este día, el de su fiesta anual, fue inaugurado con las tradicionales Mañanitas entonadas por los jaraneros del Sotavento.
Después de la bendición de los niños Dios, vestidos según la usanza de antaño, se desató la fiesta en las calles. Cientos se volcaron en esta pequeña población ribereña, que sufrió en 2010 dos inundaciones totales, las cuales –materialmente– la borraron de mapa veracruzano; de ahí su lema de este año: Tlacotalpan vive...
Un cúmulo de actividades artísticas compitieron este día entre la tradición y la novedad de quienes por primera vez pisan tierras del sotavento veracruzano, pleno de verdor y vegetación agreste, entre casas de láminas y cartón, apenas a unos metros del engañoso río de las mariposas. Muy temprano, las Mañanitas a la virgen por los jaraneros locales; después, la novedad de la ofrenda floral y musical de la agrupación cultural Olodum, de Salvador de Bahía, Brasil, que visitó el templo y después arrojaron flores al río cafetoso, que este día mostró su mejor rostro, con una temperatura ambiente de más de 30 grados.
En la calles, artistas locales expusieron su obra pictórica, y el seminario Son y tradición, así como el foro de presentaciones editoriales sobre al cultura regional se sustrajeron del bullicio de la soltada de toros y el espectáculo del nada religioso Espinoza Paz, quien compitió por audiencia con el tradicional fandango jarocho y los juegos pirotécnicos de esta ciudad, patrimonio de la humanidad, según la Organización de las Naciones Unidas por la Educación, la Ciencia y la Cultura, que busca por estos días conservar a toda costa su tradición en medio de la modernidad.