La muestra revela las estrechas relaciones del artista con Cosme I de Medici
Miércoles 4 de enero de 2012, p. 3
Florencia, 3 de enero. ¿Cómo entender que de un artista y de una sola familia dependió en la Florencia del Renacimiento maduro, la aparición de la crítica de arte, la Academia de Bellas Artes y el museo? Si el tiempo estaba preparado para hechos tan trascendentes que marcarían el inicio de la profesionalización del artista y de los medios de difusión y conservación de su arte, la mancuerna Giorgio Vasari-Cosme I de Medici (1519-1574) fue determinante para su concreción.
Los festejos nacionales del quinto centenario del natalicio de Giorgio Vasari (1511-1574) destacaron a lo largo de 2011 las distintas facetas de su ciclópea, pero poco conocida obra artística y arquitectónica, ensombrecida por el peso de su fundamental obra literaria que le ha dado fama universal, Las vidas de los más excelentes arquitectos, escultores y pintores, mejor conocida por su título abreviado Le vite, en sus dos ediciones de 1550 y 1568, ambas dedicadas a Cosme I, es piedra miliar de la historiografía artística occidental y fuente imprescindible de conocimiento del arte italiano desde el bajo Medievo hasta Miguel Ángel.
De entre las diversas exposiciones dedicadas a él, sobre todo en su ciudad natal, Arezzo, y en Florencia, vale la pena destacar Vasari, los Uffizi y el duque, con curaduría de Claudia Conforti y Francesca Funis, prorrogada hasta el 8 de enero, alcanzando así los seis meses de exposición, donde se analiza la relación de Vasari con la corte Medici desde el inicio de su actividad en 1554 hasta la construcción de su obra maestra y sede misma de la muestra: los Uffizi.
Para Vasari trabajar al servicio de Cosme I no fue sencillo, en parte por la obstaculización de Pierfrancesco Riccio, intendente del duque, quien aprovechando su poder había creado en la corte una especie de monopolio artístico favoreciendo a sus protegidos. En su juventud Vasari ya había contado con la protección de la familia Medici, misma que perdió cuando Hipólito fue nombrado cardenal y se mudó a a Roma, y el duque Alejando fue asesinado por su primo Lorenzino, en 1537. Siguieron años de frenética actividad en Roma, donde estuvo al servicio del papado decorando al fresco las paredes del llamado Salón de los cien días (que indica el tiempo de ejecución) en el magnífico palacio de la cancillería. Viajó también a Bolonia, Venecia y Nápoles, experiencia que le concedió madurez y fama, así como el material necesario para la extensión de Le vite.
Vasari anhelaba entrar en la corte de Cosme I y lo cortejó dedicándole la tan esperada edición de Le vite. Giorgio sabía que ningún otro de los artistas cercanos al duque podía cubrir sus exigencias, accediendo finalmente a la corte gracias a la ayuda de amigos poderosos.
Vasari será el intérprete de la renovación urbana de Florencia: materializó las ambiciones de su señor a lo largo de 15 años, obteniendo por ello riqueza y ascendencia social. Cosme I vio en las artes el vehículo perfecto para legitimar su poder, sobre todo una vez sometida la ciudad de Siena, lo que le permitió unificar políticamente a la Toscana (1555) consiguiendo presencia en Europa. Su gobierno absolutista necesitaba suprimir el recuerdo del tronco secundario Medici, al cual pertenecía, así como los símbolos residuoalesde la República florentina.
Cosme I instala, por tanto, su residencia en el Palazzo Vecchio, sede del poder ciudadano desde el medievo. Fue aquí que Vasari demostró plenamente sus capacidades transformando en poco tiempo (1554-1572) el interior del austero edificio medieval en un palacio real y de representación. Vasari logró una empresa colosal, sin precedente en Italia, demostrando una impecable habilidad empresarial y una rapidez de realización, gracias a una congregación de colaboradores.
El programa iconográfico ideado por el duque cubre todas las salas del palacio incluyendo la famosa Sala de los Quinientos: millares de metros de pinturas a fresco, estucos, estatuas, pisos y tapices que exaltaban la gloria de la tradición Medici del siglo anterior y las victorias del presente en manos de Cosme I.
La sede de los oficios
La enorme capacidad que Vasari demostró en tal empresa animaron a Cosme I a emprender el proyecto de los Uffizi, el edificio más grande del siglo XVI, en Florencia. El duque decidió mantener los antiguos gremios que encabezaban y regulaban desde el medievo las principales actividades económicas y políticas de la ciudad. Los Uffizi, por tanto, eran sus oficinas, de ahí el nombre en italiano antiguo Uffizi, o sea, sede de los oficios antes esparcidos por la ciudad y desde ese momento concentrados en un solo espacio y subordinados al control del duque.
Para su construcción, Cosme I confisca y demuele los edificios medievales de una amplia área degradada de la ciudad adyacente al Palazzo Vecchio. Vasari realiza su proyecto siguiendo las férreas indicaciones del duque, pero traduciéndolas a un lenguaje personal derivado de su ecléctica cultura, logrando un unicum en su tipología. La dificultad de tal empresa la recuerda Vasari: no he construido nada más difícil ni más peligroso, por estar fundado en el río y casi en el aire
. La costosa obra iniciada en 1560, que concluiría dos décadas después, fue pagada por los mismos gremios que se alojaron en la planta baja, mientras que el primer piso era destinado a la afamada manufactura del ducado, donde trabajaban expertos artesanos y artistas realizando objetos de artes aplicadas de altísima calidad.
El prospecto con forma de U
sigue el rectángulo del terreno distribuido en módulos compositivos idénticos, exceptuando el lado corto, que lo pensó como una espectacular escenografía teatral de donde se entrevé el río Arno y el verde de las colinas. En 1565, Vasari, con motivo de la boda de Francisco I (primogénito de Cosme I), se ve forzado a construir en, sólo cinco meses, un pasadizo llamado Corredor vasariano, que conecta el Palazzo Vecchio con la nueva residencia Medici, en el Palazzo Pitti, cruzando por arriba de los Uffizi y del Puente Viejo a lo largo de un kilómetro, y que aloja actualmente una parte de la riquísima colección de autorretratos del museo, que empieza con el de Giorgio Vasari y concluye con el de Marc Chagall (es posible visitarla reservando con antelación).
El último piso del edificio, mandado a construir por el primogénito de Cosme I, el duque Francisco I, no formaba parte del proyecto vasariano, sin embargo es ahí que el nuevo príncipe decide colocar la colección de familia en 1581, a la cual podía acceder el público si lo solicitaba, inaugurando así el primer museo moderno de Europa.
En 1563 por voluntad de Vasari y con el amparo de Miguel Ángel había nacido también en Florencia la Academia de las Artes y del Dibujo, la primera en el mundo.
Casa Vasari
Después de la restauración iniciada en 2009, es posible visitar la Casa Vasari, ubicada en la calle de Borgo Santa Croce, en Florencia –donada por Cosme I a Vasari en 1557–, en la cual vivió hasta su muerte. Sin embargo, la única área original que sobrevive es la Sala de las Artes y de los Artistas, que Vasari pintó ya anciano.
Un archivo en disputa
Desde hace dos años el famoso archivo Vasari, conservado en el primer piso del íntegro y excepcional museo Casa Vasari, en Arezzo, se vio envuelto en una historia turbulenta que despertó la indignación del mundo entero: los hermanos Festari, propietarios del archivo que conserva un vínculo estatal de inamovilidad, anunciaron su venta a una sociedad rusa por la cifra astronómica de 150 millones de euros, cuando había sido estimada por el Estado en 2.5 millones. Tal venta al final se cayó y el presunto comprador, Vassily Stepanov, presidente de Ross Engineering, de Moscú, declaró que la intención de los dueños era constreñir al gobierno italiano a comprar el archivo por una cifra equivalente
.
En agosto pasado, nada contentos, los cuatro hermanos Festari comunicaron que empeñaron el archivo a un amigo como garantía hipotecaria a cambio de terrenos y participación en empresas rumanas, por el valor de 10 millones de euros.
El Estado, que desde marzo de 2010 embargó como norma preventiva el archivo a los Festari, abrió una investigación penal en su contra acusándolos de estafa.
El archivo está formado por registros, documentos autógrafos y correspondencia entre Vasari e importantes artistas, entre ellos Miguel Ángel.
Ahora también la Fraternita dei Laici de Arezzo, propietaria del archivo hasta 1921, reivindica la posesión.
Mientras tanto, los Festari anunciaron que ya emprendieron una iniciativa legal para recuperar la propiedad del archivo Vasari, asegurando que la única solución para el Estado será la adquisición por una cifra, que oscila entre 130 y 150 millones de euros.