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Toros

Mentalidades colonizadas aumentan la dependencia de nuestros países en materia de toros

En Latinoamérica, tauromafias en vez de tauromaquias: Jesús Flores Olague

Compromiso con la reflexión y la autocrítica, reto del coloquio internacional taurino

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El torero Eduardo Gallo cortó oreja a Moradito, de 505 kilogramos, de la ganadería Campo Hermoso, durante la octava corrida en la Plaza de Toros MéxicoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de diciembre de 2011, p. a39

Con el potencial, imaginación y sensibilidad que poseen nuestros pueblos latinoamericanos es increíble que también en materia taurina permanezcamos semiparalizados y dependientes luego de dos siglos de independencia, pero ahora con el acoso de un antitaurinismo sesgado y el patrocinio de organismos internacionales, señala el investigador Jesús Flores Olague (Zacatecas, 1946), doctor en historia y en filosofía, maestro en sociología, licenciado en comunicación y aficionado pensante a la fiesta de los toros, o lo que de ella queda en Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y México como expresión propia, no sólo como costumbre importada.

Desde luego que en los países latinoamericanos se conserva una tauromaquia popular de honda tradición –añade el también poeta, pintor y entusiasta del beisbol–, como la fiesta del norte boliviano que consiste en colocar un cóndor sobre el lomo de un toro bravo. En México todavía hay aficionados que tienen conciencia de una fiesta cuyo origen español no invalida un toro, un tono y una expresión de mexicanidad con un proceso histórico-cultural detrás.

En contraste –abunda Flores Olague–, los autollamados auténticos quiteños, por ejemplo, son una elite europeizante e hispanista que viaja anualmente a las principales ferias españolas pero, como al resto de las elites taurinas latinoamericanas, no les interesa tomar ejemplo de la autoestima y las cualidades organizativas de esa fiesta para aplicarlas en sus respectivos países, sino que entusiasmados contratan figuras en las condiciones más cómodas, por lo que en materia taurina estas elites no conciben posibilidades nacionales para una tauromaquia propia con estándares de competencia internacional.

A las contadas figuras sudamericanas que ha habido jamás se les promovió en sus países de origen, sino que por sus cualidades lograron colarse al competitivo y proteccionista medio taurino español, y ya con el aval de España fueron aceptados por las elites taurinas criollas sudamericanas, descendientes de españoles que sólo valoran y se reflejan en exponentes originales del toreo.

La auténtica tradición taurina en Sudamérica adquiere entonces un valor meramente local o regional, con algún héroe desconocido, excepto para los lugareños. Son públicos ingenuos y sin información sobre una fiesta cada vez menos popular y más encarecida, pero que cumplen con su rito anual. En estos países latinoamericanos prevalecen las tauromafias a costa de tauromaquias propias, de expresiones autóctonas que reflejen lo que a los empresarios de cada país les resulta impensable: peruanidad, ecuatorianidad, colombianidad, etcétera. No importa a cuántos sectores involucra la fiesta ni que anualmente se creen más empleos y aumente la derrama económica por las ferias, sino a qué niveles de pertenencia original se da esa tauromaquia.

Lo más grave es que a esos públicos ya los convencieron de que en materia taurina lo único válido es lo extranjero. Con ello se refuerza el complejo de inferioridad en el pueblo y de superioridad en las elites, con los consiguientes beneficios para éstas a costa de una tradición mixtificada. Por eso la reflexión madura y la autocrítica, no los lugares comunes, deberán prevalecer en el coloquio internacional sobre la fiesta de los toros que se efectuará en Tlaxcala, advierte el doctor Flores Olague.