17 de diciembre de 2011     Número 51

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

“Unasalud”, nuevo concepto para enfrentar las enfermedades del ganado y su trasmisión a humanos


Doctor Juan Garza Ramos FOTO: Lourdes Edith Rudiño

Lourdes Edit h Rudiño

Hace unos días, el 15 de noviembre, alrededor de cien expertos en salud animal de 37 países celebraron una reunión en el Distrito Federal, y de allí emergió la recomendación de modificar el enfoque ante las enfermedades de los animales y los problemas de calidad sanitaria de los alimentos procedentes del ganado: “en lugar de actuar de forma reactiva y formar grupos de trabajo para enfrentar emergencias, se determinó que debe haber grupos de trabajo permanentes identificando los factores de riesgo, previendo las emergencias y preparándose ante las posibilidades de emergencias”. De esta forma, relata Juan Garza Ramos, miembro del Consejo Técnico Consultivo Nacional de Sanidad Animal (Conasa), el concepto que él y otros especialistas impulsaron en la reunión, denominado “UnaSalud”, fue respaldado. Tal concepto implica ver como un todo la salud animal, la humana y la del ambiente, porque no puede haber una si falta otra.

En entrevista, Garza Ramos comentó que tal reunión –convocada por las organizaciones mundiales de Salud (OMS) y de Sanidad Animal (OIE), por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y como las secretarías de Salud (SSa), de Medio Ambiente (Semarnat) y de Agricultura (Sagarpa)– genera “una señal muy importante” y atender las recomendaciones implicará modificar muchas cosas, desde formas de pensar, hasta la estructura y las prioridades de los organismos involucrados con la salud humana, ambiental y animal, además de legislación y planes de estudio y la enseñanza de algunas disciplinas en las universidades.

Evidentemente, será necesario que las tres secretarías empiecen a trabajar de forma transversal. Pero el asunto es urgente y deben tomarse decisiones prácticas. La propuesta surgida de la reunión es avanzar desde ya en la salud local: “que se cree en cada municipio, empezando por los prioritarios –los más pobres y carentes de atención–, un centro de atención de zoonosis municipal”.

Estos centros tendrían como objetivo el control de las zoonosis, esto es, las enfermedades animales que se transmiten a los humanos; el control de los vectores, o sea insectos, roedores, murciélagos, etcétera, que ayudan a la transmisión, y los factores de riesgo y atención, como agua potable, calidad sanitaria los de alimentos, saneamiento básico y control de basura. Por ejemplo, “si quitáramos la basura de las calles no habría ratas, cucarachas, moscas, perros callejeros”. Tales centros, con un servicio de salud pública, deberán controlar los mercados, para que los productos que se comercializan tengan control sanitario; los rastros, y el transporte de animales para que se haga de acuerdo con el respeto al bienestar animal, y que todo esto se vea de manera integral.

Juan Garza –quien es secretario de la Sociedad Interamericana de Salud Pública Veterinaria, y miembro de la Academia Veterinaria Mexicana– precisó que es importante dar prioridad en este tema a los municipios pobres, pues entre las enfermedades de la pobreza están las transmitidas por los animales. “No podemos permitir que quienes se encuentran en riesgo de enfermarse permanezcan así”.

Explicó que en Sao Paulo, Brasil, existen centros municipales de control de zoonosis desde hace 20 años, y hace una década existe en todo Brasil, en Argentina, Uruguay y Chile la obligación de contar con estas instancias en todos y cada uno de los municipios. Su resultado: “la calidad de vida de las comunidades mejora sustancialmente”.

“Yo estoy impulsando que veterinarios mexicanos se formen en esto. Lo que queremos es que, en tanto se impulsa la parte legal para que los municipios tengan un centro de control de zoonosis y un servicio de salud pública municipal, haya profesionales preparándose para atender esta problemática.

“Tengo una muy cumplida esperanza de que este gobierno avance los suficiente en programas piloto para demostrar que si se puede, y que luego esto se extienda luego a todo el país”, dijo.

Señaló que dado el cambio climático, enfermedades como la rabia paralítica del ganado bovino que trasmiten los murciélagos hematófagos por mordedura, están fortaleciéndose. Hace unas décadas estos murciélagos estaban en zonas de mil 500 metros de altura sobre el mar hacia abajo. “Ahora, infectados de rabia, están hasta dos mil 200 metros. Áreas que nunca habían tenido la rabia, ahora la enfrentan, y la gente no se protege porque desconoce la enfermedad. Tenemos que prepararnos para atender la educación y el control, a los centros de salud darles lo necesario para que puedan prevenir y reaccionar ante los problemas. El problema no afecta a las poblaciones ganaderas tecnificadas, pero en las rústicas o de traspatio no hay veterinario que les diga qué hacer y cómo hacerlo. El gobierno federal, la Sagarpa, tenía antes más de 25 mil veterinarios extensionistas; ahora ya no, y es importante impulsar esta nueva tendencia para que haya buenas prácticas de producción ganadera (BPPG). Hay que vacunar, evitar la presencia de vectores trasmisores, cuidar que los animales se alojen en sitios donde tengan seguridad y controlar las poblaciones de murciélagos”.

Reiteró la importancia de la visión integral desde el gobierno. “A quien queremos proteger es al humano y para ello tiene que entrar la SSa; la población afectada primaria es el ganado, allí tiene que participar Sagarpa, y la población de murciélagos corresponde a Semarnat pues es fauna silvestre. Hay que conjuntar a todos y no es fácil”.

Dijo que hay zoonosis prevalentes o incluso culturalmente aceptadas, que implican costos muy altos, y que podrían resolverse de forma estructural y relativamente fácil. Hay personas enfermas de brucelosis, de fiebre de malta, enfermedad crónica que afecta a la población pobre. Si se vacunara a todas las cabras durante tres o cuatro generaciones, se erradicaría la enfermedad, pues el 90 por ciento de los humanos infectados se enfermaron por la transmisión desde las cabras. “Pero ¿qué pasa? A la SSa no le interesa vacunar cabras y a la Sagarpa no le interesa proteger humanos. Pónganse de acuerdo, trabajen en conjunto y resuelvan este problema”.

Otra enfermedad que podría resolverse rápidamente es la cisticercosis teniasis, pues su ciclo ocurre porque humanos defecan en lugares donde los cerdos tienen acceso; al comer los cerdos las heces con los huevecillos de las tenias, ellos se llenan de cisticercosis, y si la gente come la carne sin un buen cocimiento se infecta, “y así está el ciclo desde hace siglos”. Algunos países, como Alemania, erradicaron la enfermedad hace un siglo con BBPG. Un centro municipal podría ser eficiente en esto.

Comentó sobre situaciones que derivan en afectación a la salud humana, y que podrían ser controladas por medio de la visión integral de las autoridades y las BPPG. En el tema del clenbuterol, dijo que es una sustancia prohibida en la ganadería, puede propiciar intoxicación en algunos consumidores de carne; su uso debe ser sólo farmacéutico pues sirve para atacar enfermedades de los bronquios; México no produce clenbuterol, todo lo importa. Entonces, lo que debería hacerse es establecer un control entre las secretarías de Hacienda, Economía, Salud y Agricultura, para que sólo ingrese al país lo estrictamente requerido por la industria farmacéutica, y vigilar esto.

“Se han dado algunos pasos en BPPG, pero el problema es grande, universal. Se requiere es una visión que integre lo disperso y que tratemos de resolver los problemas de manera multidisciplinaria, multiinstitucional, sistémica, moderna, distinta a lo habitual”.

Los infractores con clenbuterol no son los productores que pastorean sus animales; son algunos de los que engordan el ganado o la gente que lo finaliza, pues manda los animales al rastro y allí le ponen el clenbuterol para que aumente su masa muscular.

Ante la preocupación porque los sistemas de producción ganadera intensivos (con animales hacinados, como en el caso de la avicultura y la porcicultura) puedan derivar en enfermedades que se contagien a los humanos, el entrevistado explicó que la presión del crecimiento demográfico exige a la industria alimentaria a elevar su eficiencia. “A principios del siglo pasado una gallina producía 60 huevos al año, ahora las hay que producen 310 al año. Esto ha permitido que el consumo de huevo se haya elevado y que no seamos una población tan mal alimentada. El huevo es un alimento maravilloso, envasado de origen y con proteína barata”.

Señaló que los animales se adaptan a condiciones difíciles, como es el hacinamiento, y si no lo hicieran no serían tan productivos como son, pero aceptó que algunas explotaciones abusan del uso de antibióticos y desarrollan prácticas ganaderas no reguladas, debido a que en México tenemos una aplicación laxa de las leyes y normas.

Comentó también que, “efectivamente, donde hay sistemas de producción intensivos necesitamos una mejor práctica de producción porque las posibilidades de transmisión de enfermedad de un animal a otro son mayores”.

En el caso de la influenza A/H1N1, que se convirtió en una pandemia en 2009, señaló que reportes de Estados Unidos y México indican que había antes de ese hecho brotes de influenza en los cerdos en varios lugares, Minessotta, Florida, Texas, Yucatán, Querétaro. Pero no se controló porque no les producía una infección grave a los animales. El problema es que hubo cambios genéticos en la estructura del virus hasta que surgió un virus con una alta capacidad de infección a las personas y de persona a persona. “El origen (de las influenzas) pueden ser aves, cerdos u otros humanos”.