|
|||||||||
Muerte y despoblamiento ganadero
Lourdes Edith Rudiño El cambio climático cobra y cobra víctimas, y hoy una de las más sobresalientes es la ganadería bovina de México. Este año se ha registrado el estiaje más agudo de siete décadas –es decir de todo el periodo en que se tiene registros de precipitaciones pluviales–, y el resultado es evidentemente la muerte de animales, pero acompañado de una serie de factores que dibujan un panorama muy preocupante y peligroso para la sociedad. Tales factores incluyen el daño que la propia sequía ha causado a los cultivos de granos, que alimentan tanto a los animales como a los humanos; la agudización de daños a la agricultura y ganadería prevista con las heladas que ya comienzan y que se extenderán en invierno, matando a animales enflaquecidos y débiles; y la caída en el ingreso y el empleo de los campesinos, sobre todo los más pobres y de regiones o comunidades históricamente pauperizadas, como la tarahumara. Asimismo, la decisión gubernamental, como parte de las estrategias de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), de despoblar hatos con la consideración de que la sequía de hoy se repetirá por lo menos los próximos tres años debido a los desórdenes del calentamiento global; y la consecuente reducción del hato y una caída de la oferta nacional de carne prevista a partir de mediados de 2012, lo cual empujará a depender más de importaciones, que se tasarán a precios mayores, pues la sequía no es privativa de México, por lo pronto, se sabe que Texas, uno de los estados ganaderos prioritarios de Estados Unidos, enfrenta las mismas condiciones difíciles en extremo del norte mexicano. Evaluar lo que ocurre hoy con la ganadería no es fácil. Se sabe que el país cuenta con un hato de alrededor de 30 millones de cabezas de bovinos –valuado en más de 59 mil millones de pesos, según la Sagarpa–, pero la mortandad causada por la sequía es un dato incierto: El secretario de Agricultura, Francisco Mayorga, declaró que al 18 de noviembre se tenía registrada oficialmente una pérdida de 42 mil cabezas de ganado en todo el territorio nacional (además de 963 mil hectáreas de diversos cultivos) a causa de la sequía; el 11 de noviembre, Oswaldo Cházaro Montalvo, presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG), dijo que por la sequía “al menos 65 mil cabezas de ganado habían muerto”, y antes, el 4 de noviembre, el presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), Gerardo Sánchez, había dicho que tal pérdida ascendía a 450 mil reses. Para el 12 de diciembre, el gobernador de Chihuahua, César Duarte, afirmó que tan sólo en esa entidad se registraba ya la muerte de 200 mil reses por la sequía. Y el secretario de Desarrollo Rural de Coahuila, Noé Garza, dijo que en los primeros diez meses del año murieron 10 mil reses en ese estado por falta de agua y comida. La sequía afecta principalmente a cinco estados –donde se encuentra 40 por ciento del hato nacional–, a los que el gobierno federal dice ofrecer atención prioritaria: Coahuila, Chihuahua, Durango, San Luis Potosí y Zacatecas. Pero otros 14 estados que presentan daños en su ganadería y agricultura son Aguascalientes, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Michoacán y Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán. En los cinco estados más afectados, la precipitación pluvial promedio al año es de alrededor de 542 milímetros de lluvia al año. Pero este año captaron sólo 308 milímetros, según el Servicio Meteorológico Nacional. La situación de la ganadería y su futuro es muy preocupante de acuerdo con los testimonios que la prensa ha recogido de los productores, y eso es lógico, pues los ganaderos expresan sus vivencias de descapitalización, de endeudamientos con el banco que no podrán pagar, de desesperación porque carecen de agua y forraje para alimentar a los animales que tienen vivos y de incertidumbre sobre la manutención familiar y las expectativas de migración para captar ingreso. Pero también gobernadores y funcionarios públicos estatales y federales expresan un discurso de seria preocupación, incluso de alarma. Hugo Fragoso, director de Salud Animal del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), dijo – según declaraciones publicadas el 18 de noviembre por La Jornada— que la Secretaría de Agricultura, en coordinación con los ganaderos, ya anticipa la necesidad de reducir en 40 por ciento el número de bovinos en las praderas, a fin de que “el poco pasto disponible” alcance para todos los animales. Se estarían enviando al rastro sobre todo vacas y reses viejas y poco productivas, y la disminución del hato implicaría un “impacto significativo en los precios” y una reducción en las exportaciones de ganado vivo para engorda que hacen los estados del norte a la Unión Americana. El propio presidente Felipe Calderón, declaró en un encuentro con los gobernadores de las entidades más afectadas que “esta es la sequía más severa de los últimos 30 años”. Como lo dijo Calderón, desde el 15 de septiembre los gobiernos federal y estatales desarrollan la Estrategia de Atención a los Estados Afectados por la Sequía, la cual implica el mencionado despoblamiento de ganado, apoyos para empleo temporal, reconversión productiva , tecnificación para una mejor utilización del agua, así como apoyo en el pago de seguro catastrófico. La reconversión se traduce en la llamada “reubicación” de cultivos, en particular maíz, hacia el sureste de México, para aprovechar las bondades del trópico (considerando que las heladas de 2011 afectaron severamente las grandes producciones maiceras del noroeste y es previsible que eso se repita en los años próximos) y el impulso a la siembra de cultivos con baja demanda de agua como forrajes. La situación es verdaderamente grave, pues se está traduciendo ya en desabasto de alimentos para las familias campesinas, según revela un reportaje de Asociated Press (AP), publicado el 2 de diciembre, un. Felipe Arreguín, subdirector técnico de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), dijo a AP que “la sequía terrible” del norte de la República “le está pegando primero que nada a la gente con menos recursos”. Y el gobernador de Zacatecas, Miguel Alonso, comentó la situación de pérdida de cosechas, particularmente de frijol, y de ganado: “La situación para los zacatecanos es verdaderamente dramática ante la imposibilidad de los campesinos de producir su propio alimento”. Arreguín comentó que los daños de la sequía se agudizarán por las heladas y los frentes fríos en el norte de la República. “El gobierno federal ya ha declarado una emergencia para el estado de Durango, donde un frente frío ha provocado que las temperaturas caigan a 22 grados centígrados bajo cero en algunas zonas montañosas. ‘Desafortunadamente los frentes fríos que se están presentando son secos, y la combinación un frente frío seco con una sequía es lo más difícil para el suelo y para nosotros los seres humanos’”, dijo Arreguín”, señala el reportaje de AP. La situación ha generado una gran inquietud entre los productores que va más allá de los daños sufridos; expresan un rechazo a la idea de deshacerse de sus animales, de despoblar el hato, aun cuando la estrategia es, en el caso de Chihuahua, parte de una visión integral que busca afrontar el hambre en poblaciones aisladas y pobres. El gobernador de Chihuahua anunció que el erario daría un apoyo de 400 pesos por cada anima llevado al matadero –independiente del precio que reciba el ganadero por el animal– y que la carne sería procesada en salchichas por la empresa Bafar, procesadora de embutidos (con la cual ha hecho un convenio) para luego abastecer con ello a las familias más pobres del estado, en especial a las comunidades tarahumaras de la sierra, donde los alimentos escasean. La intención es que se sacrifiquen las reses que están flacas y debilitadas por la sequía y no soportarían el invierno frío. La reacción de organizaciones ganaderas ha sido de rechazo; se niegan a sacrificar a sus animales y más bien exigen apoyos para alimentarlos. Ya el gobierno chihuahuense ha dicho que apoyaría a los ganaderos con suplementos de concentrados de maíz, pero también, en voz de su secretario de Desarrollo Rural, Octavio Legarreta, declaró que la helada atípica ocurrida en el norte de México a principios de 2011 afectó a la ganadería de Chihuahua, al dañar el forraje de agostadero, mismo que continuó siendo afectado por la sequía posterior. La renuencia de los ganaderos es porque no quieren descapitalizarse, pero también porque el precio de los animales vivos ha caído estrepitosamente, debido al exceso de la oferta. Según reportes del gobierno de Coahuila, publicados en La Jornada, al inicio de diciembre tales precios eran de alrededor de siete pesos por kilo, en comparación con los 11 pesos que se registrarían en condiciones normales.
Actualización oficial sobre la sequía Los datos más recientes ofrecidos por ls Secretaría de Agricultura, Ganadería Pesca y Alimentación sobre los daños de la sequía son de 8 de diciembre: • 50 mil cabezas de ganado muertas. • Dos millones de animales requieren suplementos alimenticios para sobrevivir a la crisis de la sequía. • Un millón 164 mil 16 hectáreas de cultivos con pérdida total. • De enero al 2 de diciembre, los gobiernos federal y estatales han destinado más de dos mil 116 millones de pesos a los productores agrícolas y ganaderos afectados por las heladas y sequías ocurridas este año, para restituir su capacidad productiva. • De ese monto, 832.4 millones de pesos corresponden a seguros catastróficos y mil 283.5 millones a apoyos directos. • Este año, la federación y los estados aportaron mil 549 millones de pesos para la contratación de los seguros catastróficos en el sector agropecuario, cantidad que detona una cobertura por más de 12 mil millones de pesos. • En 2011, se tienen aseguradas 8.1 millones de hectáreas y 4.2 millones de unidades animales. • Con otros programas de la SAGARPA y en coordinación con los estados, se han otorgado apoyos para el suministro de insumos, alimentos y equipo y maquinaria (pipas traila, molinos para pastura y división de potreros, entre otros) a los pequeños productores afectados, a fin de realizar obras para perforar y equipar pozos de uso agropecuario, entre otras tareas propias del sector. • En el plan de atención de la sequía hay cinco ejes de atención: mantener las capacidades productivas, manejo adecuado del agua, uso sustentable de recursos naturales, activación de los esquemas de aseguramiento, esquemas de financiamientos y apoyo al empleo en zonas afectadas. • En lo que relativo al empleo temporal, se han generado un millón 712 mil jornales, en beneficio de 31 mil 559 productores, con una derrama económica de 104.3 millones de pesos. • En el plan convergen diversas dependencias involucradas en el Programa Especial Concurrente (PEC) para el campo, en especial para los estados más afectados. • Las cinco entidades con atención prioritari a en este programa contra la sequía son Coahuila, Chihuahua, Durango, San Luis Potosí y Zacatecas. • Otros 14 estados también presentan condiciones de atención como son Aguascalientes, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán.
|