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El Tribunal Superior de Barranquilla resuelve proteger la creación intelectual del escritor

Por segunda vez, la justicia da la razón a Gabo en un litigio por uno de sus libros

Miguel Reyes, protagonista real de Crónica de una muerte anunciada, reclama 50% de regalías

 
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de noviembre de 2011, p. 5

Bogotá, 29 de noviembre. Un tribunal de la ciudad de Barranquilla falló en segunda instancia en favor del escritor colombiano Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura 1982, en una demanda interpuesta por un hombre cuya historia inspiró la obra Crónica de una muerte anunciada, informa hoy el diario El Tiempo, de Bogotá.

La demanda fue presentada por Miguel Reyes, quien el 21 de enero de 1951 se casó con Margarita Chica en el municipio de Sucre, en el norte de Colombia, pero pocas horas después de las nupcias devolvió a su esposa a los padres de ésta con el argumento de que no era virgen.

La mujer contó a su madre que había mantenido relaciones sexuales con un vecino, quien fue asesinado con arma blanca por sus hermanos, quienes de esta forma buscaban limpiar el honor de la familia.

García Márquez se interesó en esa historia y escribió Crónica de una muerte anunciada, en la que cambió los nombres de los personajes, inventó algunos hechos y hasta incluyó a integrantes de su familia en la trama.

Reyes interpuso una demanda para que el escritor le diera 50 por ciento de las ganancias obtenidas por las ventas del libro en el mundo y luego presentó una querella contra el ya fallecido Eligio García Márquez, hermano de Gabo, por su libro La tercera muerte de Santiago Nassar.

El demandante afirmó que él es verdadero Bayardo San Román del libro de García Márquez, pero en mayo de 2010 un juzgado dictó sentencia en favor del escritor.

Poco después, Reyes apeló de la decisión, pero el Tribunal Superior de Barranquilla falló en segunda instancia para proteger la creación intelectual de Gabo.

Cientos de obras literarias, artísticas y cinematográficas han tenido como historia central hechos de la vida real, siendo adaptados a la perspectiva de su creador, sin que esto sea óbice para reclamar derechos económicos sobre las mismas, señaló el tribunal.

El abogado de García Márquez, el ex fiscal general Alfonso Gómez Méndez, explicó que los argumentos de Miguel Reyes fueron desvirtuados porque el objeto del arte no es el hecho de la vida real, sino la forma como se presenta y porque la violación de la privacidad no fue responsabilidad del escritor, que puso el nombre de Bayardo San Román en la historia, sino del propio Reyes, al decir que a él le había ocurrido ese caso.

“Es como si una mujer que posa para un pintor exigiera luego la mitad de los derechos de autor. Ella es propietaria de su cuerpo, pero la obra, como tal, es del pintor. Sería el caso de La maja desnuda (de Francisco de Goya), ahora que hay tantas majas desnudas”, dijo Gómez Méndez.

García Márquez ya había ganado hace años un proceso similar por una demanda del marino Luis Alejandro Velasco, quien reclamaba parte de las ventas del libro Relato de un náufrago, pues le contó en una entrevista al escritor sus aventuras en el mar.

Al defenderse en la demanda por Crónica de una muerte anunciada, García Márquez dijo al juez que escribió el libro en 1981 porque se interesó en esa historia que estaba en la memoria colectiva del pueblo.

Durante todo ese tiempo, la historia se fue enriqueciendo dentro de mí y, cuando decidí escribirla, yo mismo era consciente de que era de dominio público, yo no la había tomado de mi experiencia personal, puesto que no fui testigo de los hechos, sino del torrente de la memoria popular. Sin embargo, tomé todas las precauciones para que los protagonistas no fueran identificados, dijo el autor de Cien años de soledad.

Puedo demostrar que, salvo el simple mecanismo del drama, todo el contexto es totalmente falso, inventado por mí. La identidad de los personajes es falsa. Los caracteres de los personajes son falsos, salvo los de mi familia, que yo quise que fueran auténticos, y todos los episodios que estaban alrededor del drama mismo obedecen a una técnica primordial del arte de novelar, que es tomar de la vida real solamente los elementos que a uno le interesan desde el punto de vista dramático y humano, y volver a armarlos en el libro como a uno le parece, concluyó el escritor.