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El arte de hoy refleja una intersubjetividad compartida, manifiesta Bice Curiger

Artistas jóvenes tuvieron amplio espacio en la Bienal de Venecia

La edición 54 alcanzó récord de visitantes: más de 420 mil, indica la directora del encuentro

Espléndida, la recepción al pabellón mexicano, señala el curador José Luis Barrios

Especial
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de noviembre de 2011, p. 3

Venecia. Luego de casi seis meses de actividades el domingo pasado terminó la edición 54 de la Bienal de Venecia en la que hubo varios récords.

El primero se refiere al mayor número de entradas registrado en su historia con más de 420 mil visitantes (en 2009, la versión de Daniel Birnbaum llegó a 375 mil), con lo que se logró un autofinanciamiento de 90 por ciento. A ello se suma el récord de 89 participaciones nacionales y una presencia de 4 mil 400 periodistas acreditados durante el vernissage.

La coyuntura ante el nombramiento del nuevo mandato del presidente de la Bienal ha puesto a la institución en el centro de la opinión pública.

El actual responsable, Paolo Baratta concluirá su encargo el 18 de diciembre y ante ello el pasado 6 de octubre Giancarlo Galán, ex titular de la Secretaría de Cultura del gobierno Berlusconi, nombró como sucesor a Giulio Malgara, directivo de la industria alimentaria y publicitaria muy cercano a Il cavallieri, pero ajeno al ambiente cultural, lo que despertó indignación en los ámbitos del arte y la política.

La caída del gobierno de Berlusconi, así como el apoyo a Baratta del alcalde de Venecia, Giorgio Orsoni (vicepresidente de la Bienal), además de las polémicas que llevaron a reunir 4 mil firmas –entre ellas de personajes de la cultura italiana y directores de los mayores museos del mundo, que solicitaron la confirmación de Baratta– orillaron a Malgara a renunciar a su designación el 10 de noviembre, cuando manifestó: Existen problemas más importantes en Italia, no quería agregar uno más a los tantos que ya tenemos.

El nombramiento de Malgara había irritado incluso al británico David Chipperfield, quien se negó a aceptar la designación como director de la próxima Bienal de Arquitectura (2012). Ahora se espera una confirmación oficial de su presencia.

El secretario de Cultura, Lorenzo Ornaghi, no ha señalado un posible sucesor para la Bienal.

La Bienal de Bice Curiger

Paolo Baratta, con dos mandatos como presidente de la Bienal (1998-2000 y 2008-2011), ganó el respeto de las instituciones, la ha recuperado del declive en el que se hallaba desde 1968 y la ha renovado.

En 1999 ideó la exposición central que hoy es la parte estelar del encuentro, a la que concibió como una suma entre Documenta y Bienal. Esa vez el director fue Harald Szeemann, al igual que en la edición de 2001, consideradas por la crítica como las mejores hasta ahora.

Como en cada bienal veneciana, en los corredores se escucha entre los especialistas quejas y críticas alrededor de una manifestación que viene tachada de aburrida, superficial, sin aportaciones artísticas consistentes e incluso mediocre, donde la banalidad sustituye a la calidad.

La bienal de Bice Curiger, directora artística, apostó por el clasicismo, acentuando las cualidades intrínsecas que por su antigüedad le pertenecen y la distinguen empezando por la estructura en pabellones nacionales.

Cuando la bienal nació en 1893 se rescató el modelo de las Exposiciones Universales. Curiger no se olvida de ello y de tal herencia recupera su carácter comunitario y masivo al satisfacer los gustos del gran público, mediante una muestra estetizante, politically correct, de equilibrio plano y fácilmente digerible.

Del recuerdo Fin de siècle, Curiger no descuida la polaridad: los países hegemónicos ostentaban su potencia tecnológica y artística que incorporaban a las curiosidades etnográficas de las naciones dominadas.

Un mérito de su curaduría fue el amplio espacio concedido a los artistas jóvenes y el énfasis a la interdisciplinariedad del arte actual y que Bice resume claramente en una entrevista: El arte que hoy es interesante refleja una subjetividad compartida. El artista se expresa como integrante de una colectividad más que por su sicología y escritura individual como elemento de una comunidad. La asociación arte-comunidad surge a partir de la fragmentación de la identidad que todos experimentamos.

Pabellón mexicano

Los pabellones nacionales son independientes de la muestra central y son regulados por cada país participante. Se trata de mostrar a los artistas sin intermediarios.

Después de vacilaciones inexplicables, México seleccionó a la artista de origen inglés Melanie Smith, con Cuadrado rojo, imposible rosa, con curaduría de José Luis Barrios, que recibió 16 mil visitantes.

La importancia de la participación mexicana en la bienal y las conclusiones las resume Barrios para La Jornada:

Como política cultural de Estado, la bienal es una de las mejores formas de apoyar la promoción del arte mexicano a escala internacional. Esperamos entablar una plática con el Instituto Nacional de Bellas Artes antes del cambio de gobierno para que garantice la participación de México en la siguiente.

El reto de la bienal consiste en colocar la práctica artística en una dimensión amplia de discusión respecto de la producción local, máxime cuando la tendencia de esta recepción parte de prejuicios estéticos alusivos a la identidad nacional o local.

“Encontré que los artistas se alejan de los tipos de producción culturalista a cambio de diálogos más complejos con la historia de la modernidad occidental y sus variaciones locales. En este sentido los pabellones lituano, polaco, austriaco y brasileño, me parecieron ejemplares.

La recepción del pabellón mexicano a nivel de crítica fue espléndida, pues el comentario general aludía a la contundencia del trabajo de Melanie.

Asimismo, Teresa Macrì, crítica de arte y escritora italiana –curadora de Mexico Attacks, en 2003, la primera exposición colectiva en Italia dedicada al arte contemporáneo mexicano–, manifestó: “Uno de los pabellones más interesantes fue el mexicano, empezando por el refinamiento de la museografía que integra armónicamente la obra con el espacio. Melanie logra capturar la subjetividad colectiva, que resalta sobre todo en el video Estadio Azteca, realizado con Rafael Ortega, donde aparentemente la colectividad viene subyugada al poder político, pero sin lograrlo.”