Deportes
Ver día anteriorLunes 28 de noviembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Toros
¿La fiesta más culta del mundo?
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de noviembre de 2011, p. a46

Qué absurda parece a la vuelta de los años aquella sentencia de Federico García Lorca, cuando a principios de los 30 dijo que la de los toros era la más culta de todas las fiestas. Ahora, de culta, ¿qué tiene? La tenaz demolición cultural, sostenida por Rafael Herrerías a lo largo de casi dos décadas, erradicó la crónica, y peor aún, la crítica taurinas de las páginas de casi todos los diarios. La falta de plumas que orientaran a los aficionados, y los protegieran contra el engaño y la estafa permanentes, alumbró a una nueva generación de villamelones, valga decir, de consumidores de cerveza y patrañas.

En las cuatro corridas que, incluida la de ayer, acumula ya la temporada de invierno 2011-2012 en la Plaza México, ha comparecido una alegre multitud de gritones que, dándoselas de conocedores, una y otra vez pitan a los picadores en cuanto salen al ruedo.

Su enfado es lógico. Si a estas alturas del fin del mundo nadie les explicó que la función de los varilargueros es probar la bravura del toro –para la cual éste fue criado durante dos o tres y a veces cuatro años–, cómo reprocharles que agudicen sus rechiflas apenas la puya rasga el lomo del rumiante. Y cómo no sentir desasosiego cuando aplauden sólo porque los de a caballo se limitan a aplicarle una vacuna simbólica a la res.

¿Dónde quedó la cultura de quienes sabían distinguir entre la casta y el genio del bovino de lidia, dos palabras que ahora se utilizan como sinónimos, cuando lo cierto es que la primera corresponde a la violencia agresiva del toro bravo, y la segunda a la violencia defensiva del manso? ¿Cómo, por otra parte, elogiar el hecho irrefutable de que la corrida convierte a la plaza en un museo jurídico, donde los distintos rituales vuelven a actualizar leyes y normas que tuvieron vigencia desde el siglo XV hasta nuestros días?

Pero, ¿de qué debemos extrañarnos? Abducida por Televisa a través de Herrerías, la actual fiesta brava es tan sólo un signo más de la deseducación del país, al que tanto han contribuido los poderes fácticos del neoliberalismo. Algo sugiere que la supresión de la lectura como fuente de conocimientos y la desaparición del pensamiento crítico en favor de una nueva cultura audiovisual, alienta a las masas a tomarse fotografías a toda hora del día y de la noche, como si de este modo cada persona, al verse retratada en la pantallita del teléfono celular, pudiera comprobar su propia existencia. ¿O más bien su propia (y perdida) identidad?