Jueves 3 de noviembre de 2011, p. 39
María se volvió adicta al juego y las apuestas desde hace ocho años; actualmente está en rehabilitación en Jugadores Anónimos.
Comenta que es común encontrar en los casinos a mujeres divorciadas, viudas o solteras que van a paliar su sensación de vacío “que no llenan ni los hijos ni el trabajo’, con la ilusión de ganar algo. Divorciada, con tres hijos y un negocio propio que sacar adelante, María considera que para muchas mujeres que están solas ir a un casino es una forma de evasión maravillosa porque vas a un lugar donde nadie te habla ni te quiere ligar, cada quien está en lo suyo
.
Cuenta que cuando se divorció no supo cómo ocupar el tiempo libre que tenía cuando sus hijos visitaban a su papá. Entonces descubrí los casinos y pasaba ahí todo mi tiempo
.
Luego de más de un año de asistir al grupo, María sostiene que el costo es alto. Afectas todo tu entorno. Mis hijos se preocupaban mucho porque les decía que regresaba a las 10 de la noche y a las cuatro de la mañana no había vuelto
. En cuanto al dinero, haces hoyos para tapar otros. Pides prestado, inventas lo que sea con tal de seguir jugando
, afirmó.