i se llega al Tianguis del Chopo por el Metro Buenavista, lo primero que indica la cercanía del mercado roquero son los chavos punks que caramelean –ofrecer dulces a los transeúntes por cooperación voluntaria– y los darkys que con sus ramos de flores negras deambulan por la explanada de la Biblioteca José Vasconcelos. A la vuelta de ahí, en la esquina de Aldama y Camelia, se inicia la hilera de carpas; la primera del corredor cultural es la de la delegación Cuauhtémoc, que por mediación de Claudia, organiza diversas actividades: presentación de MC’s, poetas, noveles bandas de rock y hasta firmas de autógrafos; más adelante está el espacio donde se ofrecen clínicas gratuitas de guitarra; en seguida se encuentra el toldo del Espacio Fotográfico; a un ladito se instala la galería Juantxo Sillero; esa área cultural termina con el cinematógrafo El Topo. Este sábado, por ejemplo, en ese cuadrante carpero habrá una exposición de fotos del concierto que ofreció la banda británica Queen en Puebla, en 1981, conseguidas por Francisco Arellano; además, para celebrar los 40 años de la Reina, se exhibirán todas las portadas de sus discos de vinil.

En esta arteria rocanrolera –es bueno decirlo– no es difícil encontrar a cuates de la infancia, a alguna ex, a Charly Monttana con su nuevo disco, a Xavier Quirarte con películas bajo el brazo, a chavas con audaces vestimentas, a chavos muy glam y a extranjeros sorprendidos ante lo singular de tanta parafernalia rocanrolera. También, como es sabido, el Chopo tiene un foro al aire libre, donde han tocado cientos de bandas de rock. Este sábado no será la excepción: estará Ernie, banda de Venezuela; Balerom, de Costa Rica, y Falsas Ilusiones, de Argentina; de Monterrey tocarán Rubík y Bahía Búfalo, y del Distrito Federal se presenta Lilith. Nótese lo internacional del cartel.

Deporte, rock y venta

Pero el Tianguis Cultural del Chopo también vive de la venta de mercancía para chavos de onda. Uno de los vendedores más aferrados y rocanroleros –además de deportista– es Eloy Díaz Sánchez. Seguidor del rock mexicano y asiduo de los hoyos funky desde los años setenta, Eloy también se dio tiempo para ser deportista: orgulloso muestra el documento donde le avalan haber cubierto el extenuante y tortuoso trayecto de 84 kilómetros: México-Cuernavaca-México. Igualmente, enseña otro recorte donde se lee su declaración: “Correr por el rock, por el Vlady y por la banda roquera” en claro homenaje a Vladimir Hernández, fundador de la revista Banda Rockera, publicación que ahora está a cargo del Rolly. Para estos días, Eloy prepara un exposición con carteles de tocadas realizadas desde los años 80 hasta la fecha. Volantes que él se encargaba de repartir entre la broza desde su puesto en el Tianguis, local donde aún vende parches, calcomanías, fotografías de bandas de rock, revistas atrasadas y cuanta chuchería rocanrolera cae en sus manos. Eloy está cada sábado en la hilera oriente, a unos cuantos pasos de la esquina de Sol y Aldama.

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