El tercer cargo en importancia en la jerarquía del Estado recae por primera vez en una mujer
Jueves 22 de septiembre de 2011, p. 25
Moscú, 21 de septiembre. Valentina Matviyenko, cuestionada ex alcaldesa de San Petersburgo con rango de gobernadora, quedó hoy al frente del Consejo de la Federación, como se denomina aquí la Cámara alta del Parlamento de Rusia, al ser ratificado su nombramiento en una sesión senatorial de mero trámite.
Con 140 votos en favor y una abstención de los senadores presentes en la sala –del total de 166, a dos legisladores por cada una de las entidades de la federación–, el tercer cargo en importancia en la jerarquía del Estado ruso país recayó, por primera vez, en un mujer.
Este hecho sin duda positivo –en el quehacer político local es poco común que una mujer ocupe posiciones reservadas por inercia secular sólo a hombres– pasa a segundo plano al revisar la trayectoria de Matviyenko, quien a sus 61 años ha dado sobrados testimonios de ser una política mediocre.
Pese a sus decisiones erráticas y falta de apoyo entre la población, sobre todo en su anterior responsabilidad de alcaldesa de la segunda ciudad rusa en importancia, Matviyenko pudo sobrevivir políticamente y hasta ascender por lo que en este país se considera una virtud: su total sumisión al Kremlin.
Desde que se suprimió la elección de senadores y se empezó a aplicar, en lugar del sufragio universal y directo, una enredada fórmula que se reduce, en última instancia, a la designación de sus miembros por Moscú, el Consejo de la Federación se convirtió en una dócil herramienta del Ejecutivo.
Así operaba el Senado con su anterior titular, Serguei Mironov, también de San Petersburgo, hasta que el entonces líder del partido Rusia Justa comenzó a criticar al gobierno y a asumir actitudes que se interpretaron un giro a la izquierda para sumar adeptos, en detrimento del oficial Rusia Unida.
Poco duró la rebeldía de Mironov. La asamblea de San Petersburgo, que lo había propuesto para el cargo, revocó el mandato de Mironov, que ahora es un simple diputado de la Duma con un partido que se desmorona sin el respaldo político y financiero del Kremlin.
La ley dice que, para desempeñarse como presidente del Consejo de la Federación, se debe ser diputado de alguna asamblea municipal, regional o republicana de Rusia, aunque fuera de la instancia menos relevante, requisito que no cumplía Matviyenko.
Pronto se hizo realidad la voluntad de Moscú: Matviyenko –no obstante el mal recuerdo que dejó durante su gestión en San Petersburgo– resultó elegida diputada a la vez en dos municipios de la región de Leningrado (aún conserva el nombre), con más de 90 por ciento de los votos en ambos casos, según la crónica oficial.
Aseguran sus detractores que el mayor logro de Matviyenko como alcaldesa en la ciudad de Nevá fue allanar el camino para que su único hijo, Serguei, se volviera banquero y multimillonario.
Según el diario Vedomosti, entre 2004 y 2010, empresas vinculadas a Serguei Matviyenko obtuvieron de la alcaldía de San Petersburgo, a cargo de su madre, 430 contratos por casi 3 mil millones de dólares, entre muchos otros negocios que beneficiaron al afortunado hijo.