Datos oficiales revelan que 40 por ciento de los que laboran no gozan de las prestaciones básicas
Estudio demuestra que la educación ha dejado de ser un instrumento de movilidad social
Lunes 25 de julio de 2011, p. 2
Se agudiza el desempleo en el segmento de población de los jóvenes en el país, particularmente los que tienen entre 20 y 24 años y los que han adquirido mayor instrucción educativa. Además, 40 por ciento de los jóvenes que laboran no gozan de prestaciones, ya que para las nuevas generaciones los contratos colectivos, las jubilaciones, el escalafón y otros beneficios, serán cosa del pasado
a las que no tendrán acceso.
Informes del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (Cilas) y del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), detallan que de toda la población, los jóvenes son los que padecen más desempleo, según las propias cifras oficiales.
Detallan que del volumen total de jóvenes en el país en edad de trabajar (más de 16 millones), millón y medio no encuentran empleo, y que cada año se suman más y más jóvenes a la población económicamente activa que no tiene un trabajo. Es decir, más de 50 por ciento de los desempleados de todo el país son jóvenes. Tendencia que no es privativa de México, sino un problema mundial.
En su análisis Los jóvenes... ¿cuál futuro?, el doctor Héctor Castillo Berthier, de la Unidad de Estudios sobre la Juventud del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, expone que en México casi una tercera parte de la población son jóvenes que van de 15 a 29 años, los cuales son afectados por diversos problemas, entre ellos falta de empleo, inseguridad, dificultades para ingresar o continuar estudiando, insuficiente y deficiente prestación de servicios, la vivencia cotidiana en la que lamentablemente la mayoría de los jóvenes mexicanos están creciendo
.
Así, “la experiencia de muchos jóvenes está marcada por la dificultad y escasez de oportunidades. Algunas estadísticas revelan lo problemático y difícil que resulta ser joven, al tiempo que muestran que los costos sociales y económicos para este sector de la población son muy altos. Baste decir que cada año un millón de jóvenes cumplen la edad para ingresar a lo que se llama la vida productiva; sin embargo, pese a los deseos que la mayoría de ellos tienen de incorporarse al mundo del trabajo, las posibilidades de acceder a un empleo de calidad son en realidad mínimas.
Este problema afecta a todos los jóvenes, incluso a aquellos que se han preparado con estudios universitarios, lo que demuestra que la educación ha dejado de ser el instrumento de movilidad social que antaño la caracterizaba. Datos recientes señalan que de cada diez egresados universitarios, sólo siete encontrarán trabajo, y de estos últimos sólo cuatro lo harán en algún empleo relacionado con la profesión que eligieron
, indica Berthier.
Pero además, este segmento de población está excluido de programas de salud preventiva, capacitación laboral, educación, empleo y vivienda. En nuestro país el promedio de escolaridad es apenas de 8.7 años; sólo 38 por ciento de la población joven ha concluido la educación básica, y 22 por ciento de los jóvenes que abandonan sus estudios lo hacen por falta de recursos.
Por su parte, el Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (Cilas) ha indicado que las nuevas generaciones de trabajadores pade- cerán de la generalización del outsourcing, de la falta de contratación colectiva y del escamoteo de las prestaciones básicas.
Sobre todo serán las generaciones afectadas por el desmantelamiento de los esquemas de pensiones y jubilaciones. Tendrán que trabajar más años, pagar sus propios retiros y resignarse a no tener más que las prestaciones básicas.
Para esta organización, la defensa de los derechos laborales que hagan las actuales generaciones es fundamental para el futuro de los jóvenes. Recordó que la reforma laboral propuesta por los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional busca precisamente acabar con la estabilidad laboral, al proponer la contratación temporal y legalizar el outsourcing; con la libertad de sindicalización y otros derechos como el de huelga. Los puntos neurálgicos de dicha reforma afectan sobre todo a los trabajadores jóvenes.
La Organización Internacional del Trabajo detalló en su informe más reciente sobre empleo que hacia 2009 el número de jóvenes sin empleo llegó a casi 81 millones –13 por ciento del total– y señaló que se puede incluso hablar de la generación perdida
. Alerta sobre problemas sociales por esta razón, ya que gran parte de esta población se ha ido a la economía informal y en actividades poco o nada remuneradas, lo que eleva además la línea de la pobreza entre esta población.
Para esta organización, los efectos de la crisis económica han agravado los déficit de trabajo decente entre los jóvenes, por lo que estos trabajadores han optado por autoemplearse, emigrar o irse a la economía formal.
De esta forma, los jóvenes de entre 15 y 24 años en los países ricos que quieren trabajar pero no encuentran empleo pasaron de 8.5 millones en 2008 a 11.4 millones en 2009, aumento de 34 por ciento. Es el mayor nivel de crecimiento del desempleo en un sector poblacional desde 1991, según indicó la OIT.
En tanto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indica que el desempleo entre los jóvenes seguirá aumentando en todo 2011, lo que compromete la seguridad económica de este sector de la población, cuyo porcentaje de falta de empleo a escala mundial, en promedio, es del doble del tienen las personas mayores de 25 años, incluso en los países ricos.