l anuncio fue espectacular en la forma: el secretario de Energía y el gobernador de Chihuahua, en un tórrido y muy seco día de julio firman solemnemente el Convenio para el Lanzamiento del Programa de Eficiencia Energética en el Sector Agropecuario chihuahuense, para apoyar la tecnificación del riego en el estado con recursos federales a los que se sumarán los del erario estatal. El total para este año: 20 millones de pesos. Con ellos se podrán rehabilitar apenas unos 100 pozos… de los casi 14 mil que hay en la entidad.
Independientemente de la muy limitada capacidad de inversión del gobierno del estado en este rubro, la del gobierno federal es ridícula, teniendo en cuenta que con la sequía y el cambio climático se requiere más energía para extraer agua, cada vez más profunda. Más energía representa más emisiones de carbono, recibos de luz más altos para los productores y más subsidios pagados por los contribuyentes.
En nuestro país se cuenta con alrededor de 118 mil pozos de uso agrícola. Los estados donde más se concentran son los semiáridos o áridos: Guanajuato, en primer lugar, con 19 mil 500 pozos; le sigue Chihuahua, con 13 mil 800. La agricultura absorbe 77 por ciento del consumo total de agua en el país y más de 17 por ciento del consumo total de electricidad. El costo de la electricidad es subsidiado por el gobierno federal en una cantidad anual que supera ya los 53 mil millones de pesos. Las razones del subsidio: si a los agricultores se les cobrara la energía eléctrica a una tarifa, ya no digamos semejante a la doméstica, sino a la industrial, la mayoría de ellos no podrían con este enorme costo de producción. Resultado: miles de hectáreas abandonadas por no rentabilidad; colapso en la producción de alimentos.
Sin embargo, de acuerdo con estudios realizados por el propio gobierno federal, tanto el consumo de energía como los costos y los subsidios a la tarifa eléctrica, y las emisiones de carbono, pueden reducirse muy significativamente, dada la enorme ineficiencia de los sistemas electromecánicos de bombeo y de riego. En los primeros, la eficiencia promedio es de sólo 38 por ciento, cuando la Norma Oficial Mexicana establece un mínimo de 65 por ciento. En cuanto a riego, 78 por ciento de los sistemas no están presurizados, tienen una eficiencia de apenas 45 por ciento, pues se riega por inundación, lo que implica un enorme desperdicio de agua.
Ante esta problemática, el gobierno federal actúa con lentitud y demagogia: de 2001 a 2009 apenas se rehabilitaron 6 mil pozos, un insignificante 5.08 por ciento del total. Restan por rehabilitarse 82 mil más para incrementar su eficiencia energética en 30 por ciento (datos de El Barzón). Pero el gobierno federal anunció que su meta sería rehabilitar mil pozos anuales. O sea que, a este paso, tardaríamos 82 años en tecnificar la totalidad de nuestros sistemas de bombeo y de riego… Parafraseando a Keynes, a ese plazo tan largo ya no habrá ni agua ni generación suficiente de energía.
¿No hay presupuesto público para esto? Hay algo, el gobierno federal lo propagandiza pero no se aplica, o se dirige a otros rubros donde puede haber negocio… para algunas empresas. En el Presupuesto de Egresos de la Federación de 2010 se aprobó una cantidad de mil 100 millones de pesos para el Programa de Uso Sustentable de Recursos Naturales para la Producción Primaria, Bioenergía y Fuentes Alternativas. De éstos, ni siquiera 10 por ciento, 100 millones de pesos, se transfieren hasta 2011 a dos dependencias federales, FIRCO y FIDE, para que se destinen a la Línea de eficiencia energética en el sector agroalimentario
. Los mil millones restantes se van a la promoción y desarrollo de bioenergía y fuentes alternativas
. Todo esto se anuncia desde 2009, como un acto propagandístico previo a la Cumbre Climática de Cancún en 2010. Sin embargo, ya avanzado 2011, ni siquiera lo presupuestado para 2010 se ha podido ejercer.
La conclusión es que el gobierno federal no está interesado en invertir lo que a muy corto plazo redundaría en un gran ahorro energético, presupuestal y de recursos económicos de los productores agropecuarios, además de una reducción significativa en la emisión de carbono, intensificando y ampliando la sustitución y eficientización de equipos de bombeo y de riego agrícola. En cambio, mantiene una considerable bolsa, aún sin ejercer, por cierto, para promover lo que en el caso de México sería un tremendo absurdo: el desarrollo de cultivos comerciales para la producción de bioenergéticos –campo ahora preferido por las trasnacionales–, dejando en un segundo plano la producción de alimentos.
Mientras tanto, el ciclo terrible de sequías, mayor consumo de energía, mayores costos de producción, mayor calentamiento global, menos producción de alimentos, sigue alimentando la explosión social.
Con solidaridad a don Raúl Vera