l fantasioso topónimo, obvia combinación entre China y América, nombre con el que los estadunidenses se refieren a su país, es de aparición frecuente en textos sobre relaciones y economía internacionales. Alude, desde luego, a la cada vez más estrecha imbricación de las dos mayores economías del planeta y a la creciente, aunque a menudo accidentada, relación política entre ambas. Quienes lo usan no pretenden sugerir, como podría pensarse, algún tipo de integración o unión formal entre ellos, hipótesis que aún rebasa el horizonte previsible en los análisis de prospectiva.
La energía entra en el escenario de Chinamérica como uno de los sectores más promisorios para potenciar y expandir el trabajo conjunto de ambos en la investigación y desarrollo de las fuentes energéticas del futuro, tan ajenas al carbono como sea posible. Al revisar materiales sobre aspectos científicos y técnicos de la colaboración bilateral, para un trabajo académico, me encontré con que ésta se ha ampliado en los años recientes de manera sumamente significativa. En el campo de la energía, sobre todo de las energías alternativas o no convencionales, esta expansión se ha dado en los años de Obama, quien decidió impulsarla por, al menos, tres razones: la intención de los gobiernos de su país, muchas veces anunciada pero hasta ahora no realizada, de reducir o eliminar la dependencia respecto de los suministros de petróleo importado; segunda, la firme convicción, ausente en sus predecesores, de que los imperativos derivados del cuidado ambiental y, en especial, del cambio climático, exigen acelerar la investigación científica y el desarrollo de nuevas tecnologías y equipos para fuentes energéticas que no emitan gases de efecto invernadero o que las reduzcan de modo muy sustantivo; tercera, el hecho de que el proceso nacional más ambicioso de transición hacia las energías limpias, que tomará varios decenios y del que no pueden esperarse resultados espectaculares de un año a otro, está teniendo lugar en China, en los años de Hu, quien concluirá su periodo presidencial el mismo año que Obama termina su primer, y acaso único, periodo.
Cuando se advierte el alcance y ambición de los compromisos bilaterales en el sector de la energía, convenidos en su mayoría en Pekín a finales de 2009, cuando Obama descubrió China, se puede afirmar, sin incurrir en hipérbole, que las energías del futuro, hasta la mitad del siglo y más allá, serán made in Chinamerica.
Es muy completa la información que se halla en el portal del Departamento de Energía de Estados Unidos (www.energy.gov/news) acerca de la cooperación con China. Por comparación, resulta menor el detalle que se encuentra, al menos en una primera búsqueda, en el portal oficial del gobierno chino (www.gov.cn/english, para quienes no leemos chino). El documento informativo más reciente, titulado US-China Energy Cooperation, data de enero de 2011 y se encuentra en el primero de ellos. Resume en este tenor las iniciativas, planteadas todas con una perspectiva de cooperación a largo plazo y con el ánimo de incluir a terceros países en organismos o esquemas multilaterales:
Centro de Investigación de Energías Limpias China-EU. Con financiamiento paritario (150 millones de dólares de cada parte en cinco años) apoya investigaciones de científicos e ingenieros de los dos países. La prioridad inicial corresponde a proyectos sobre eficiencia energética en construcciones, carbón limpio y vehículos cero emisiones.
Iniciativa sobre vehículos eléctricos. Comprende el desarrollo conjunto de normas técnicas para contactos de conexión y protocolos para baterías y otros componentes; proyectos de demostración en ciudades gemelas; diseño conjunto de rutas críticas para procesos de producción y proyectos de educación pública.
Plan de acción de eficiencia energética. Desarrollo conjunto de códigos para construir o diseñar edificios y procesos industriales eficientes en el uso de energía, así como criterios de medición y armonización de procedimientos de prueba, medición y etiquetado de bienes de consumo eficientes.
Asociación en energías renovables. Provisión de recursos técnicos y analíticos a regiones y provincias en los dos países para apoyar el desarrollo de energías renovables y establecer sociedades entre ellas.
Carbón siglo XXI. Esfuerzo conjunto de científicos e ingenieros de los dos países en el desarrollo de tecnologías de carbón limpio y de captura y almacenamiento de emisiones.
Iniciativa sobre recursos de gas shale. Cooperación en la evaluación del potencial de recursos de gas de esquistos en China, promoción de su desarrollo sustentable y de inversiones para el aprovechamiento de estos recursos.
Programa de cooperación energética. Iniciativa público-privada, con participación inicial de 24 compañías estadunidenses, orientada a apalancar recursos financieros privados para un amplio rango de proyectos de energía limpia y eficiencia en China.
Todo parece indicar que China está haciendo su tarea en materia de atender el impacto ambiental de la generación y uso de energía. A mediados de julio, el Consejo de Estado fue informado de que el país alcanzó la mayoría de las metas obligatorias en ahorro de energía y reducción de emisiones establecidas en el 11 Plan Quinquenal
. En 2006-2010, el consumo de energía creció a una tasa media anual de 6.6 por ciento, apenas algo más la mitad de la de crecimiento económico, cifrada en 11.2 por ciento. Se prevé acelerar el desmantelamiento de instalaciones industriales ineficientes y el desarrollo del transporte ferroviario, alrededor de la red de alta velocidad –donde aparece otro promisorio segmento para la cooperación internacional–, entre otros proyectos.
A principios de mes, sir Nicholas Stern, autor principal del informe sobre cambio climático que lleva su nombre, publicó un artículo en el Financial Times en el que advierte que, en el avance hacia una economía verde, Europa pronto será rebasada por países como China y Corea del Sur, que realizan enormes inversiones en tecnologías de bajo carbono
(4/7/11). Stern alude también a que el nuevo conocimiento, derivado de la investigación científica de vanguardia, es el factor básico para avanzar en ese camino, como lo reconocen los acuerdos internacionales de China con Alemania y otros países, Estados Unidos entre ellos. Chinamérica rebasa a la Unión Europea en este sector crítico.
Ahora, la principal amenaza contra los propósitos de cooperación energética a largo plazo de Estados Unidos la plantean los fanáticos del equilibrio fiscal. En una declaración formulada el 18 de julio, Obama señaló que las reducciones o topes de gasto público que exigen esos fundamentalistas, enquistados en el Partido Republicano, podrían resultar en cortes significativos al gasto en educación, investigación y desarrollo y otros programas críticos para el crecimiento de [la] economía [estadunidense] y para ganar el futuro
(The New York Times, 19/7/11). Entre las principales víctimas estarían, sin duda, las opciones de transitar hacia las energías limpias en Chinamérica.