La artista de origen inglés Melanie Smith representa al país en ese encuentro
Sin selección previa, el INBA la eligió por su video Estadio alusivo a la iluminación, tema general del foro, dice a La Jornada
Mediante tres filmes explora la heterotopía, asevera curador
Sábado 18 de junio de 2011, p. 5
Venecia. Con retrasos y titubeos inexplicables, México acude por tercera vez consecutiva a la Bienal de Venecia, representado por Melanie Smith (1965), artista de origen inglés.
A diferencia de la pasada bienal, en esta que es la versión 54, del 4 de junio al 27 de noviembre, no hubo una selección previa: el Instituto Nacional de Bellas Artes eligió a Smith.
Al respecto, la artista manifiesta a La Jornada que su designación probablemente “dependió de la obra reciente que tenía terminada y que Bellas Artes conocía (con excepción de Bulto), si se considera el tiempo tan ajustado.
“En buena medida el video Estadio determinó esa decisión, por ser una pieza muy grande y ambiciosa pero que conmueve. Es pertinente en relación con el tema general de la bienal: iluminación.”
Como en 2009, la sede del encuentro artístico es el Palazzo Rota Ivancich, cercano a la prestigiosa Fundación Querini Stampalia, construido en el siglo XVI con un proyecto atribuido a Jacopo Sansovino (1486-1570), quien es considerado uno de los máximos arquitectos italianos, pues erigió alguno de los edificios más importantes de plaza de San Marcos, en Venecia.
El espacio suponía un doble reto: no permitir que la magnificencia del edificio eclipsara la obra, pero a la vez disimular el deterioro del recinto.
Pocas obras, pero bien expuestas
José Luis Barrios –curador y docente de filosofía en la Universidad Iberoamericana, ensayista y director de la revista Curare dedicada al arte contemporáneo– fue elegido por Melanie Smith, con quien ha trabajado en distintos proyectos, entre ellos Estadio.
Barrios ha sabido superar los inconvenientes del espacio de manera ejemplar, pues cada sala está personalizada y el cara a cara con Sansovino lo ha puesto en dificultades y motivado a mostrar lo mejor de su experiencia al potenciar no sólo la obra sino el espacio, mediante un diálogo eficaz entre ambos registros.
El curador ha calado en el alma
del lugar, ha estudiado respirado, olido y palpado cada uno de sus rincones. El visitante goza de la obra por el contexto, camina entre las salas con fluidez y no hay momento de saturación a pesar de que el espacio sea amplio (900 metros cuadrados distribuidos en dos pisos): las obras son pocas, pero fueron adecuadamente seleccionadas y expuestas.
El corazón del pabellón lo forman tres videos que la artista realizó con el cineasta Rafael Ortega, con quien Melanie colabora desde 1995. El trabajo que realizamos es una suma de voluntades que permite concretar una idea.
Dos videos son Estadio Azteca: proeza maleable y Xilitla, de 2010, presentados en el Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM, en la ciudad de México; el tercero, Bulto (2011), se mostró en el Museo de Arte de Lima, Perú. Los tres duran 10 minutos y son segmentos de la versión original que es más larga; queríamos adaptar algo, a sabiendas de que los visitantes de la Bienal no tienen tiempo suficiente. Cortamos para que fuera legible, que transmitiera nuestro mensaje
, dice Smith.
Cuadrado rojo, imposible rosa
El título de la obra alude a la esencia del trabajo presentado en los videos de Melanie Smith, además de ser un concepto característico en toda su quehacer estético.
Barrios comenta a La Jornada que los videos son “una exploración de la modernidad heterotópica (Foucault), es decir, la otra modernidad; analiza la manera en que las modernidades son emplazadas al margen de las hegemonías del poder y cómo son interpretadas fuera de este espacio que consideramos también como modernidad.
“El cuadrado rojo se refiere a la idea del absoluto, mientras el rosa es una alteración de éste. El cuadrado rojo en Maleviã significaba formalización de la utopía y si ésta es el cuadrado rojo, la heterotopía es el imposible rosa.
“Para nosotros –continúa Barrios– es importante entender lo que significaba llevar la heterotopía (México) a Venecia, urbe con una potente carga cultural, pero también símbolo de ruina.
“Cada uno de los videos representa a su vez afecciones estéticas vinculadas con la contemporaneidad: el delirio (Estadio Azteca), la compulsión (Bulto) y la melancolía (Xilitla).”
Explica el significado, gestación y mensaje de cada obra.
La primera sala muestra el video Estadio Azteca: por una puerta blanca, cual máquina del tiempo, nos transporta a otra dimensión. Todo está oscuro, neutro, no hay huella del lugar donde nos encontramos, sino sólo México y uno de sus máximos símbolos. El potente sonido de una guitarra eléctrica cimbra la sala, al acercarnos la enorme pantalla pareciera envolvernos: el video recorre la belleza arquitectónica del lugar, la exalta. El equilibrio estético viene roto cuando cientos de niños en una tabla gimnástica levantan cartones de colores para formar imágenes; en la parte superior, una pantalla proyecta permanentemente el Angelus Novus (1920), de Paul Klee, citado por Walter Benjamin. Abajo, en las gradas, los niños componen cromos populares de libros de texto o calendarios y en la cancha forman el cuadrado rojo sobre fondo blanco de Maleviã.
Los niños cansados y sin nunca haber ensayado se cansan, hacen a destiempo los ejercicios, juegan, se aburren. La pieza analiza las técnicas de disciplina fascista de masas en una sociedad caótica y conflictiva como la mexicana. La dificultad era lograr una forma cerrada.
Huella de Leonora Carrington
Al salir de la primera sala subimos las escaleras y entramos en vivo diálogo con el edificio para toparnos con el Bulto, puesto en el piso para significar un estorbo, es una modernidad imposible.
“El rosa imposible es el Bulto”, dice Barrios. Es la idea de un cuerpo que no termina de tener forma. Aquí tratamos la compulsión neurótica de la persona que al no poder resolver el orden del deseo se adhiere a cualquier cosa para transferir su frustración a ese objeto. El video grabado en Perú muestra un paisaje árido y desolador por donde corre un pequeño taxi rojo y blanco, sobre el cual recae el peso de un bulto rosa.
El tercer video, Xilitla, ostenta el nombre de esa localidad en el estado de San Luis Potosí, donde Edward James, un excéntrico inglés, hizo una serie de construcciones que recuerdan formas surrealistas diseminadas en la selva. Está creado como un cine de pueblo, con sillas distintas, sencillo.
Al respecto, Melanie Smith asevera: “Tiene mucho que ver con mi pasado, el hecho de que él era inglés y viajero… fue un proyecto que sentí que me tocaba hacerlo.” La visión que propone no es idealizada sino límpida, incluso minimalista en varias tomas.
Melanie renueva la respuesta estética que México ha despertado en mujeres inglesas desde el siglo XIX, como Fanny Calderón de la Barca, con el inolvidable volumen La vida en México, quizás una de las obras más leídas sobre el país. Casi un siglo después, la recientemente fallecida Leonora Carrington llegó a México y captó la esencia escondida
y fantástica”. Melanie Smith, por su parte, responde a su carga histórica como sutil e irreverente observadora.