Ayer se inauguró muestra con una selección de 70 fonógrafos y gramófonos
Proponen un recorrido para conocernos a nosotros mismos mediante las ondas sonoras
Incluye registros fotográficos pertenecientes a la Fototeca a cargo del INAH
Viernes 17 de junio de 2011, p. 4
Una selección de 70 fonógrafos y gramófonos de diversos tamaños invita a adentrarse en la historia de las primeras máquinas reproductoras del sonido –la mayoría con grandes trompetas–, las cuales marcaron un referente en la democratización de la música.
La muestra Fonógrafos: ecos del pasado, cuyas piezas provienen de la colección de Salvador Vélez García, se inauguró ayer en el Museo Franz Mayer y presenta piezas que –con antigüedad de 1898 a 1947– destacan por su calidad estética y por los materiales (maderas preciosas, aplicaciones de latón y metales), acabados, colores y diversidad de las formas.
En la muestra hay registros fotográficos pertenecientes a la Fototeca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como grabaciones originales de los acervos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y la Biblioteca Donald C. Davidson, de la Universidad de California, explicó Héctor Rivero Borrell, director del recinto.
A finales del siglo XIX, explicó Vélez García, Thomas Alva Edison construyó en Estados Unidos el Tinfoil, primer aparato grabador y reproductor de sonido, y para el 6 de diciembre de 1877 realizó la primera grabación de la voz humana al recitar el poema infantil Mary has a little lamb.
Un año después, prosiguió Vélez, el inventor patentó el artilugio conocido como máquina parlante, la cual después fue llamada de manera popular el fonógrafo
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Una de las grabaciones que podrán escucharse en el contexto de la exposición es la respuesta que el general Porfirio Díaz dio a una carta de Thomas Alva Edison, en la que hace referencia a sus gramófonos.
Desde entonces, explicó el curador Luis Lledías, inventores y compañías se abocaron a la producción de fonógrafos –unos grababan y reproducían sobre un cilindro–, mientras los gramófonos reproducían mediante un disco plano.
El objetivo de la exposición, puntualizó Lledías, es mostrar cómo los mexicanos hemos sonado en el transcurso de los siglos y la forma en que a partir de un aparato aparentemente inerte podemos conocernos a nosotros mismos mediante las ondas sonoras, las cuales nos comunican, embrujan y permiten vernos en el pasado y cómo podríamos ser en el futuro
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La historia de la ondas sonoras, la comunicación y la génesis de la producción de los fonógrafos y gramófonos son algunas de las constantes que el visitante observará en la muestra, que se divide en cuatro módulos temáticos: Memoria del sonido, La máquina parlante, El oído, la sorpresa y la incredulidad y La alegría es una manivela.
Álvaro Hegewish, director de la Fonoteca Nacional, dijo que “el fonógrafo es la figura evocadora per se en la temática sonora y forma parte del proceso de investigación y creación tecnológico-científica que permitió la democratización de la sonoridad”.
Incluso, retomó Rivero Borrell, es importante la transformación de estas máquinas para convertirse en un objeto estético y de divertimento en el hogar
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En México, el fonógrafo sirvió de instrumento etnográfico para reunir, almacenar, utilizar los datos de investigaciones de campo para fines científicos, como hizo el noruego Karl Lumholtz en cilindros Edison con las lenguas, música, cantos y plegarias de los pueblos huicholes y tarahumaras entre 1895 a 1898.
La exposición Fonógrafos: ecos del pasado concluirá el 21 de agosto en el Museo Franz Mayer, que se ubica en avenida Hidalgo 45, Centro Histórico, con horarios de martes a viernes de 10 a 17 horas y sábado y domingo de 11 a 18 horas. Entrada libre a menores de seis años y adultos mayores de 60 años. Público general, 45 pesos, y 25 pesos a estudiantes y maestros.