Martes 14 de junio de 2011, p. 3
La embajada de Estados Unidos en México reconoce en un cable clasificado como secreto y sólo de uso interno
(09MEXICO193) cifras hasta ese momento desconocidas sobre el alto precio en vidas humanas que pagan los policías mexicanos por la estrecha colaboración de los dos gobiernos en la confrontación contra el crimen organizado: en 2007 fueron asesinados 10 agentes que trabajaban como enlaces
de la DEA.
No se especifica a qué corporaciones pertenecían. Siete de ellos formaban parte de unidades especiales cuyos oficiales son sujetos a severas pruebas de confianza por agencias estadunidenses.
Entre 2007 y 2008 se reporta también el asesinato de 51 contactos cercanos
del FBI. Además, más de 60 “de los mejores policías de México, en quienes habíamos depositado nuestra confianza, con quienes habíamos colaborado en investigaciones muy delicados, con quienes habíamos compartido información de inteligencia, a quienes habíamos sometido a controles de confianza y en muchos casos habíamos entrenado, fueron asesinados por los cárteles”.
Frente a este saldo –al menos 161 bajas reconocidas–, que revela la cuota de sangre que ponen agentes activos en las zonas de confrontación en México, el despacho fechado el 23 de enero de 2009, suscrito por el ministro consejero Charles Barclay y enviado con copias para los departamentos de Estado, de Justicia, de Seguridad Interna y del Tesoro, para el Consejo de Seguridad Nacional, la CIA, los comandos Norte y Sur, expresa lo siguiente: Hemos observado que las alertas de amenazas e incidentes relacionados con nuestros empleados y sus propiedades en los últimos tres meses son cada vez más frecuentes
.
Aunque los cárteles en ese momento no dirigen todavía sus ataques directamente en contra nuestra, no se miden a la hora de atacar a algunos de nuestros socios más confiables en las corporaciones policiacas de México
.
En otro párrafo da cuenta de que “sabemos por nuestros informantes que miembros de los cárteles han considerado ocasionalmente la posibilidad de dañar a nuestro personal e instituciones, pero francamente todavía no conocemos lo suficiente sobre cómo podrían operar estas organizaciones ni qué factores pueden empujarlos a pasar a la acción. Pero la amenaza es muy real”.
Maneja los siguientes escenarios: el riesgo para el personal estadunidense en México aumenta en la medida en que la violencia siga creciendo. Otro factor que puede desencadenar una reacción adversa será si los delincuentes perciben que la intervención de Estados Unidos en apoyo al combate contra el narcotráfico del gobierno mexicano es la causa de algunas de sus derrotas
.
Este cable ofrece un detallado informe sobre los saldos de la violencia relacionada con el narcotráfico en 2008, los más altos conocidos hasta entonces. Las cifras de asesinatos vinculados con la actividad del crimen organizado –6 mil 380, según datos proporcionados por la Sedena a la embajada de Estados Unidos– duplican la cuota del año anterior, 3 mil 38 en 2007.
También registra un agudo incremento en las bajas sufridas por las distintas corporaciones militares y policiacas. Citando datos de la Sedena y el Centro de Información, Análisis y Planeación, el reporte de la embajada indica que si bien en 2007 cayeron 315 agentes de las fuerzas de seguridad, el número llegó a 522 en 2008. De éstos, fueron principalmente las policías municipales las afectadas, con un total de 425 muertos en el bienio; agencias estatales sufrieron 172 bajas; soldados fueron 78 (de 27 en 2007 casi se duplicó al año siguiente, con 51 caídos); 77 policías ministeriales, 49 elementos de la entonces Policía Federal Preventiva y 27 de la AFI, más nueve víctimas adicionales de las que no se indica procedencia.
Para la prensa estadunidenses, lo peor está por venir
. Y los analistas de la representación de Washington en México coinciden con ese diagnóstico, por lo que adelantan: “Seguiremos evaluando la información. Los indicios de los que disponemos hasta ahora sugieren que los cárteles decidieron elevar su apuesta, que ahora emprenden ataques que implican bajas masivas entre civiles, que golpean directamente a funcionarios e instituciones del gobierno mexicano y que pueden hacer blanco en personal de Estados Unidos”.
También apunta que los cárteles están dirigiendo sus golpes contra militares mexicanos, señal ominosa
, según se expresa Barclay.
Se han registrado incidentes relevantes contra soldados, de una gran violencia, incluyendo los asesinatos en serie en octubre en Monterrey y la decapitación de seis soldados rasos en Guerrero.
La embajada interpreta estos hechos como un acto de venganza
por los éxitos obtenidos por los militares
.
Continúa: No sabemos todavía si esta violencia va tener un efecto paralizante. Algunos informantes nos dicen que los soldados ahora están más temerosos, pero otros nos aseguran que van a responder aun con mayor determinación. Sabemos que la Secretaría de la Marina y la Sedena han dado instrucciones a sus comandantes regionales para que tomen medidas para contrarrestar el riesgo de futuros incidentes
.
En algo tuvo razón el análisis del consejero Barclay a principios de 2009 sobre las tendencias de la narcoviolencia: lo peor estaba por venir.
Enlaces:
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