a confusión financiera que se inició en Estados Unidos en el verano de 2007 y que se transformó en crisis financiera mundial causó grandes estragos en la economía real de los países desarrollados y se convirtió en una crisis mundial. Surgió de la explosión sin precedentes del crédito de alto riesgo en Estados Unidos, precedida por la burbuja estadunidense de la vivienda y su auge, pero también por el auge de las tecnologías de la información.
La tendencia tradicional del sistema financiero –estadunidense y mundial– a movilizar dinero ocioso penetró al ámbito del ahorro mundial de los trabajadores, incluidos los fondos de pensiones y pagos de seguros. Con ello estuvo en condiciones de movilizar recursos crecientes ya no sólo en las esferas locales, sino a nivel mundial. Lo hizo a través de dos tipos de créditos, expandidos como nunca: crédito a la vivienda y crédito al consumo. Como nunca antes –y en todo el mundo– el crédito penetró en estratos sociales de menores ingresos. Bancos y agencias inmobiliarias tentaron de forma enérgica a los trabajadores a tomar prestado, incluso con fondos reunidos en países diversos, como aconteció drásticamente en Estados Unidos.
Esto se tradujo en un proceso de financiarización o expropiación financiera de los asalariados. Y los ha llevado a una de las mayores regresiones de su historia reciente, por tres fenómenos primordiales: 1) las enormes pérdidas económicas que han sufrido los deudores hipotecarios, principalmente los prestatarios de bajos ingresos del sector llamado de alto riesgo; 2) las pérdidas de capital provocadas por la caída de los precios de un amplio abanico de valores en todo el mundo, valores respaldados con garantía hipotecaria –y con todo tipo de activos y de acciones– y que han implicado severos efectos en el volumen y la distribución del ingreso; 3) el enorme volumen de recursos públicos que se ha canalizado –se sigue canalizando– para rescatar bancos e instituciones financieras en todo el mundo y que se ha traducido en una significativa merma de la atención a las necesidades sociales.
Mucho se ha perdido. Muchísimo. Empezando en Estados Unidos. Por todo ello, es muy severa la hondura de la crisis actual y su superación será muy pero muy gradual, máxime que no se deriva de errores de política económica a o fallas de las instituciones, sino de la naturaleza misma del funcionamiento de la economía mundial actual. Estos son –en lo fundamental– los argumentos sobre la crisis actual que nos ofrece el prestigiado profesor emérito de la Universidad de Kokushikan en Tokio, Makoto Itho, en un brillante artículo del libro Crisis de la financiarización, coeditado por la Coordinación de Humanidades y el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM y por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Apareció la semana pasada, casi simultáneamente con la edición en inglés, editado por la red de especialistas de Research on Money and Finance (www.researchonmoneyandfinance.org), y con apoyo de la revista Historical Materialism (www.historicalmaterialism.org). Bajo la coordinación de Costas Lapavitas –profesor de Economía en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres– y la compilación en español de Carlos Morera Camacho –investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM– el libro nos ofrece avances recientes de investigación de estudiosos de la dinámica económica mundial contemporánea, más particularmente de la crisis financiera actual. Ahí se incluye, precisamente, el excelente artículo del profesor Makoto Itho. Además de coordinar la edición, Costas Lapavitas profundiza en lo que denomina la expropiación financiera de los asalariados. Gary Dimsky profesor de economía de las universidades del Centro de Sacramento y de Riverside en California. Analiza con detalle la exclusión racial en el proceso de expansión del crédito de alto riesgo en Estados Unidos. Paulo L dos Santos, investigador de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres, hace una brillante radiografía de la banca contemporánea. Demophanes Papadatos realiza un detallado estudio sobre el papel contemporáneo de los bancos centrales. Juan Pablo Painceira, también de la Universidad de Londres, centra su atención en los flujos de capital, contemporáneamente fortalecidos por la enorme acumulación de reservas en los países en desarrollo que subsidian a países desarrollados, Estados Unidos primordialmente. Nuray Ergünes profesor de Economía de la Universidad Maltepe en Turquía, investiga sobre la génesis de la financiarización interna en los países de ingresos medios y la creciente tendencia de los bancos para favorecer mucho más el crédito al consumo que a la inversión.
Finalmente Carlos Morera y quien esto suscribe presentamos una visión de uno de los aspectos internacional más importante de la financiarización, los flujos de capital que en volúmenes crecientes por las reservas de países en desarrollo, el ahorro de algunos desarrollados, y los fondos públicos o soberanos provenientes –primordialmente– de países petroleros, se distribuyeron en un mundo desregulado bajo la forma de inversión extranjera directa, inversión de cartera y deuda, dando un nuevo perfil a la esfera financiera internacional, en la que los mercados financieros nacionales se vinculan como nunca antes a dicha esfera. A decir de coordinador (Lapavitas) y compilador (Morera) el libro muestra que la economía política radical tiene mucho que decir sobre la crisis contemporánea. Sin duda. Enhorabuena.
NB Un fuerte y enorme abrazo a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad. Ahí estamos.