Al anunciar el acuerdo para la evaluación universal de los docentes, algo que parecía imposible, ya que implicaba muchas resistencias y razonadas dudas, la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, terminó por retribuir al titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón: Señor presidente, no hay duda, ¡es usted el presidente de la educación!

En el Museo Nacional de Antropología, adonde se dieron cita varios de los representantes de las organizaciones civiles –entre ellos Claudio X. González–, quienes cuestionan al sindicato, la maestra confesó que llegar a esta evaluación universal –la cual apenas tiene un valor de cinco por ciento del total de los factores que se tomarán en cuenta a los mentores de la enseñanza básica– no ha sido tarea fácil.

Agradeció al Presidente que, por sus instrucciones, el SNTE ha encontrado en el secretario de Educación Pública y aspirante a la candidatura del PAN a la Presidencia, Alonso Lujambio, la voluntad de consensos y la búsqueda de acuerdos que mucho nos han criticado, pero sabemos que el tiempo juzgará.

Gordillo advirtió que hay que empezar por definir, desde la conducción del Estado, que la evaluación es con los maestros, y nunca contra ellos.

Lo anterior, dijo, porque esta medida se ha utilizado como un pretexto para la crítica y el sojuzgamiento, politizando instrumentos que están obligados a mantener su neutralidad. 

En un contexto en que la propia maestra afirmó a principios del mes que este gobierno ha pretendido dividir a las organizaciones sindicales a partir del otorgamiento de la toma de nota, además de que organismos internacionales como la OCDE han impuesto el rumbo de la evaluación a los países, y el SNTE ha sido cuestionado como un obstáculo en este sentido, la lideresa magisterial ofreció al Ejecutivo su compromiso para elevar la calidad de la enseñanza, aunque puntualizó que sólo con la evaluación no se mejorará el sistema educativo.

Incluso, dijo, en los ámbitos académicos más calificados se duda todavía de la pertinencia de la evaluación en relación con el objetivo de elevar la calidad.

Algunos de los problemas que deberán resolverse en el país, añadió, consisten en que la evaluación es costosa y condiciona el actuar de los docentes, que pueden optar más por salir airosos en la prueba y descuidar su desempeño académico. Además, si no es transparente puede generar problemas de credibilidad. Por ello, reiteró su solicitud de dotar de autonomía al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).

Destacó que dos terceras partes de los maestros en servicio han acudido a programas de actualización y de formación continua; dos quintas partes tienen menos de 10 años de labor, y 30 por ciento están en opción de jubilación, por lo que estamos frente a un relevo generacional de los mentores mexicanos.

En su turno, Alonso Lujambio insistió en que el gobierno federal no se ha sumado bajo ninguna circunstancia, por ningún motivo, a las voces que sólo parecen interesarse en el desprestigio de los maestros. Así, expresó que la evaluación universal que comenzará en 2012 con los docentes de primarias no es para denostarlos ni para recriminarlos.

Al finalizar, Lujambio expresó que la calidad de la educación que reclama el país no merece cálculos políticos, sino una visión de Estado de largo plazo. Reconoció a Elba Esther Gordillo por su disposición para dialogar y construir la profunda reforma que ha significado la Alianza por la Calidad de la Educación que, dígase lo que se diga, avanza más fuerte que nunca.