Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Bitácora Bifronte
Ricardo Venegas
Lo conocido
Nikos Fokás
El terremoto y Japón
Kojin Karatani
No es maná lo que cae
Eduardo Mosches
Hablar de Leonora
Adriana Cortés entrevista
con Elena Poniatowska
Los volcanes de
Vicente Rojo
Carlos Monsiváis
El corazón more geométrico
Olvido García Valdés
Ordenar, Destruir
Sergio Pitol
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Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Corporal
Manuel Stephens
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
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Cabezalcubo
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El escritor y la fama
La profesora Mizuho me lleva a conocer la biblioteca de la Universidad de Kobe. Es una biblioteca pequeña pero con una buena colección de literatura latinoamericana, clásicos que conozco muy bien, al menos de nombre. Incluso en mi presunción atino reconociendo editoriales con sólo ver la tapa de los libros. Pero lo curioso es cuando la profesora me habla de un escritor japonés que es muy famoso en Japón y que yo desconozco. El hecho me deja patizambo y no puedo evitar pensar en el asunto de la fama y el reconocimiento al que muchos escritores aspiramos como las abejas aspiran a la miel. ¿Fama y reconocimiento de qué, en cuál ciudad, en qué fechas? Pienso. Me sentí miserable pensándome en esa lucha sin retorno que es el éxito, jactándome de ver reseñados mis libros aquí y allá, muriéndome de coraje por no haber ganado tal premio literario, que por un instante quise disuadirme ahí mismo de pisotearme la cabeza con mis propios pies. Me dije y luego advertí: no has llegado nunca a ningún lado cuando has llegado a una editorial de prestigio, a un agente literario o al Premio Nobel. Saber lo hecho es la mejor señal de no haberlo conseguido. Creer haber llegado es la mejor manera de saber que apenas empezamos, de forma que lo importante no es recorrer ese largo camino sino saber que tú eres el propio camino y que es a ti, lo quieras o no, a quien debes llegar: algún día. |