Cultura
Ver día anteriorLunes 23 de mayo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El escritor centroamericano Horacio Castellanos lanza la novela La sirvienta y el luchador

En los 80, en El Salvador, como ahora en México, el miedo podía cortarse con navaja
Foto
El autor ubica su historia al comienzo de la guerrilla salvadoreñaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 23 de mayo de 2011, p. a14

En los años 80, en El Salvador –igual que ahora en México, pero por distintos motivos–, el miedo en las calles era tan denso que uno sentía que podía cortarlo con navaja, con sólo estirar la mano.

La guerrilla y el Estado, recuerda en entrevista el escritor hondureño-salvadoreño Horacio Castellanos Moya, se enfrentaban en una lucha cruenta en la que el ejército y la policía imponían el terror a través de la represión, la tortura y la muerte.

Tal es el contexto de la nueva novela de Castellanos, La sirvienta y el luchador (Tusquets Editores), en la que explora personajes del ámbito popular y marginal, en especial dos: una trabajadora doméstica que investiga la desaparición de dos personas, y un ex luchador y policía enfermo y decadente.

Recuerda que en su penúltima novela, Tirana memoria, ubicada en 1973, aparecen como personajes muy de fondo María Elena y El Vikingo, quien investigaba a un viejo líder comunista. En esa novela hay un mundo conservador, mucho más estable, de clase media alta. Y luego tuve el impulso de cambiar hacia sectores populares, de hablar de gente que vive en condiciones difíciles.

Además, Castellanos ubica La sirvienta y el luchador en El Salvador entre febrero y marzo de 1980, el momento del arranque de un conflicto interno que se convierte en guerra civil, un momento en que el terror en las calles era tremendo. Ese miedo de salir a la calle quedó dentro de mí.

Era el terror del enfrentamiento entre la guerrilla y el gobierno, dice. “Pero el terror más macabro lo practicaban los aparatos represivos del Estado. Eran los que se dedicaban a matar y a tirar los cadáveres o colgarlos en los puentes, todo lo que ahora pasa aquí, en México. Ése era el mundo de El Vikingo, él forma parte de los que generan esta sensación de terror, pero para él no es terror, sino la cotidianidad.”

El escritor comenta en torno a María Elena, la trabajadora doméstica: “Ella era la sirvienta del patrón a quien El Vikingo investigaba, y al desarrollar a éste, la que venía naturalmente era ella. ¿Cómo viviría María Elena ya sin patrones, sobreviviendo en otras circunstancias en los años 80?

Esto me permitió tener una fuerza de contraposición porque son dos mundos que se enfrentan: uno totalmente descompuesto, en decadencia, y otro no. María Elena me permitió ampliarme al mundo de ella y de su familia, y gracias a eso expresar las contradicciones que se vivían en ese momento.

–¿Cómo se vincula esa época con el presente? La situación en El Salvador, en general en Centroamérica, se ha arreglado de un modo, aunque se ha desajustado de otro.

–Estas situaciones extremas ya no se viven en El Salvador. Hay mucha criminalidad, quizás el más alto nivel de criminalidad de Latinoamérica, pero esto es distinto a la descomposición del cuerpo social. La criminalidad es un foco de infección muy identificable, viene de las maras y de otras cosas. Pero el inicio de una guerra civil envuelve a todo el cuerpo social.

“Ahora hay instituciones políticas, es un país que vive su política con mucha normalidad, hay una alternancia en el poder, el FMLN (Farabundo Martí para la Liberación Nacional) gobierna, el partido del gobierno es el partido de la guerrilla. Pero la normalidad política y la implantación de la democracia no significan que se hayan desactivado todos esos polos de violencia que se expresan de otra manera. Hay otros factores como el narcotráfico, las maras.

–¿Los personajes de La sirvienta y el luchador rehúyen a su interior?

–La mayoría de ellos. Esa es una característica del ser humano, al que no le gustan los momentos de soledad y de reflexión, sobre todo en situaciones extremas. ¿Qué estoy haciendo aquí?, ¿cuál es el sentido de la vida? En situaciones donde la vida pierde todo sentido, al ser humano no le gusta pensar sobre ella porque no tiene tiempo, sólo lucha por sobrevivir.

–¿Cómo refleja esto el México actual?

–Las situaciones que se describen, los personajes, las emociones que contienen, se pueden encontrar en otros lugares. En El Salvador eso tenía un ropaje político e ideológico, entre una izquierda y una derecha. Pero a los personajes los puedes poner en Ciudad Juárez, donde hay un pleito entre otro tipo de grupos, que se pelean el mercado de la droga. O los puedes poner en Bagdad, entre chiítas y sunitas. Es el momento en que implosionas.

No es tanto la comparación de los contenidos externos, sino los contenidos internos, es decir, qué saca el hombre ese tipo de situaciones. Es igual lo que saca en El Salvador, que lo que saca en Ciudad Juárez, Bagdad o Kabul. Cambia el vestido del mono, pero el mono sigue siendo el mismo.

–Entonces, ¿casi no experimentamos cambios?

–Casi no, o lo hacemos pero no de manera lineal, sino que a veces somos cíclicos. Hay cambio de estaciones, pero volverá el invierno.