Jueves 19 de mayo de 2011, p. 3
El consulado general de Estados Unidos en Tijuana decretó alerta máxima para su personal a raíz de la captura del narcotraficante Teodoro García Simental, El Teo, en La Paz, el 12 de enero de 2010. La acción, dice un cable del cónsul Steven Kashkett al Departamento de Estado (10TIJUANA35), fue resultado de una operación conjunta de la DEA, la policía judicial de Estados Unidos (Marshall Service, dependiente del Departamento de Justicia), autoridades locales y los servicios de inteligencia y unidades tácticas de la Secretaría de Seguridad Pública
.
(La versión oficial mexicana atribuyó el operativo al Ejército, la Secretaría de Marina, la PGR, las autoridades de Baja California y la colaboración de agencias antidrogas estadunidenses
).
En un primer reporte, escrito prácticamente en los momentos en que el capo que había aterrorizado a la región fronteriza era trasladado en un vuelo especial a México, el cónsul comunica a sus superiores: Esta será una noticia principal en los medios regionales, de modo que esperamos que la atención de la prensa se centre en el papel que jugó Estados Unidos. El Comité de Acción de Emergencia (EAC) de la misión se reunirá esta mañana (12 de enero) para analizar las implicaciones de este hecho para la seguridad del personal del consulado general y otros ciudadanos estadunidenses
.
Kashkett tenía apenas cinco meses en el cargo –luego de una larga trayectoria dentro de las estructuras del Departamento de Estado– cuando se produjo el arresto de El Teo, quien había roto con el cártel de Tijuana y fue respaldado por la organización de Joaquín El Chapo Guzmán. Fue, como en el caso de la ejecución de Arturo Beltrán Leyva, en 2009 (cable secreto 09MEXICO3573), una acción en la que los representantes estadunidenses se atribuyen el mérito principal. A la postre, el diplomático no pudo ocultar su decepción de que los medios no lo reconocieran así.
Antes de su nombramiento en Tijuana, Kashkett tuvo una intensa experiencia con la crisis de las asignaciones diplomáticas en zonas en conflicto, como vicepresidente de la Asociación del Servicio Exterior del Departamento de Estado. En 2007 trascendió en la prensa estadunidense (The New York Times, 8 de febrero) el descontento entre los diplomáticos de carrera por ser llamados a cubrir puestos no sólo en Kabul y Bagdad, sino en regiones remotas de Afganistán e Irak, muy lejos de las ultraprotegidas zonas verdes
, donde se ven forzados a usar casco y chaleco antibalas en lugar de sus elegantes trajes de vestir. El funcionario promovió la imagen de sacrificio de estos servidores públicos que, según sostuvo en un artículo que publicó The Washington Post, en ocasiones sufren, hasta en proporciones de un 40 por ciento, estrés postraumático por vivir en zonas de guerra.
También tuvo que atender la crisis derivada de la tendencia de la secretaria Hillary Clinton de ofrecer puestos diplomáticos a mayor número de políticos (especialmente a contribuyentes de la campaña de Barack Obama), en detrimento del escalafón y las cuotas históricas para los funcionarios del servicio exterior.
Una vez nombrado cónsul en el terreno
, promovió la idea de que el personal del consulado de Tijuana también entra en la categoría de funcionarios en zona de riesgo.
A la reunión del EAC del 12 de enero (cable 10TIJUANA46) asistieron, además de Kashkett, los agentes de seguridad regional, de la DEA, de Inmigración y Aduanas (ICE); las secciones administrativa, de asuntos públicos, de enlace comunitario y de Alcohol, Tabaco y Armas (ATF). Se concluyó que como consecuencia de la caída del capo y el vacío de poder
en su organización, jefes menores se pelearían por el control de la plaza. Aunque la misión no recibió de las autoridades locales ninguna información sobre posibles amenazas contra los estadunidenses, se recomendó elevar el nivel de alerta.
Dos días después, otro despacho (10TIJUANA58) reportaba que en medio de la abundante cobertura mediática del caso El Teo, no ha habido ninguna mención al papel de Estados Unidos en esta operación y que el mérito principal recayó en el presidente Felipe Calderón
.
El único reconocimiento que registró el cónsul Kashkett fue en un programa radial en el que fue entrevistado el jefe de la policía de Tijuana, Julián Leyzaola. Entre las múltiples llamadas de un radioescucha, uno de ellos felicitó a la DEA porque fueron ellos quienes llevaron de la mano a la policía mexicana
hacia el escondite del narcotraficante. Es inocultable una cierta decepción en el tono de este cable.
Una situación similar se había presentado el 23 de marzo de 2009, cuando fue arrestado en Monterrey Sigfredo Nájera, El Canicón, presunto responsable del atentado contra la embajada estadunidense en la capital neoleonesa, del asesinato de al menos nueve mandos del Ejército Mexicano y de varios secuestros. Según el cable 09TIJUANA304, ese también fue “un operativo conjunto de la DEA y sus contrapartes mexicanas”. Aunque no se anticipan represalias en nuestra área
por la caída del jefe zeta, en Tijuana se recomendaron medidas de vigilancia especiales para el consulado.
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